Capítulo III La segunda Guerra. Parte II

Capítulo III

La Segunda Guerra. Parte II

Melinda Milet 

– Padre ¿Qué sucede? ¿Por qué estas discutiendo? – Dijo, y cuando observé bien se estaba dirigiendo a Erick, esto me helo el corazón. Me perdí en mi misma y no recuerdo, sé que le grite algo, pero luego me fui al suelo llorando mientras que mi madre y mis hermanas me ayudaban a entrar, después de haber entrado, me trataron de calmar pero yo estaba llorando de una forma muy poco común, nunca había llorado así en mi vida, pero ¿Cómo no iba a hacerlo si el hombre que amaba era un hombre lobo, la raza que mi padre tanto odiaba, además de una brecha demasiado fuerte y grande. Si al menos podía ser humano, las cosas no estarían tan mal, pero ¡Era un lobo!

– Hija, por lo que veo no tenías idea de esto, es increíble que no hayas sabido que era un hombre lobo, pero realmente no te culpo, es un hombre que supo ocultar su olor, ningún vampiro vivo podría reconocerlo, algo que incluso ha dejado a tu padre desconcertado. – Me dijo mi madre. Mientras estábamos hablando del tema y mientras me calmaban entró un joven alto, era uno de los hijos del gran monarca, la familia del Gran Monarca era la familia del primer vampiro en existir, no se sabía mucho de él, era un misterio total, sin embargo sus descendientes eran hombres y mujeres que siempre presumían de sus estatus de sangre, incluso los mordidos por él, se consideraban grandes seres y eran influyentes en nuestra sociedad –. ¡Oh! Alfred, estás acá. 

Alfred siempre ha estado enamorado de mí, ha sido uno de los vampiros que más ha tratado de conquistarme, pero sinceramente siempre odie su forma de ser, solo un presumido que lo único que quiere es tener a la princesa de los vampiros a su lado. 

– Por supuesto, saben muy bien lo que siento por Melinda, y a pesar de que esta noticia me tenía el corazón partido, no podía simplemente hacerme la vista gorda y no venir a ver como seguías después de enterarte que con quien te ibas a cazar era un licántropo. Y no cualquier licántropo sino uno que era capaz de ocultar su olor, eso tiene conmocionado a todo el mundo allá afuera. Algunos parientes ya vienen en camino porque no creen que sea real. Esto va a llegar al Gran Monarca, y creo que hoy mismo empezaran a darle casa. – Dijo Alfred.

– ¿Le darán caza? – Cuestione, sabía mejor que nadie que Neptuno no podía haber hecho eso con la intensión de ser malo, en realidad él no sabía nada, eso podía asegurarlo, aún recuerdo aquella conversación que tuvimos sobre vampiros, me dijo que probablemente existían, que habían muchas cosas en este mundo que desconocíamos, pero que él era incapaz de reconocer a uno. Solo en ese momento noté que mi prometido estaba en un grave peligro, y que a pesar de lo que dijeran los demás, lo amaba sobremanera. 

– ¿Qué esperabas Melinda? Logró engañarte a ti, la mejor en muchos aspectos, nunca fuiste cazadoras de lobos, pero sería imposible engañarte cuando fuiste rastreadora, además de que lo hizo de una forma tan increíble que nunca te diste cuenta e ibas a casarte con él. Es obvio que los lobos ahora son más inteligentes, pero los eliminaremos antes de que sean más inteligentes. – Me respondió Alfred. 

– Pero ¿Y el tratado? Tan solo fue firmado el día de ayer, si le damos caza, eso quiere decir que hemos roto las reglas, por lo tanto se podrá desatar una guerra. – Dijo una de mis hermanas mientras me veía con preocupación, siempre me amaron y supieron que yo realmente estaba enamorada de ese hombre.

– Ellos la rompieron primero, iban a unir lazos con una de las nuestras en matrimonio, a pesar de que los matrimonios humanos no son del todo como los nuestros o como de los lobos, las cosas son de ese modo, por lo que la realidad es que él ya rompió las reglas del tratado, el problema es que el hijo de un gran alfa, si no lo fuera, ya estuviera muerto incluso por los de su misma especie. Escuché algo sobre que era una desgracia para ellos. – Respondió Alfred. 

– Eso quiere decir que no lo sabía del todo, es un poco contradictorio que digan que él desato una guerra porque era un espía o algo por el estilo cuando al parecer le ha fallado a su gente, así que creo que todo esto es muy extraño, no me cabe la posibilidad en la cabeza de que el muchacho no lo haya hecho adrede, pero si es así, porque la boda fue así, si hubiera sido más inteligente no hubiera hecho muchas cosas, además ¿Cómo es que nunca te fijaste en su familia? – Cuestionó mi hermana de nuevo. 

– Vamos por favor, no creerán que es inocente, además del teatro que hizo allá afuera… – Escuché decir a Alfred, pero no podía dejarlo terminar, así que le interrumpí. 

– ¿Cuál teatro? ¿Qué sucedió allá afuera? – pregunté, mi madre que era la única que se había mantenido callada a un lado mío, por fin habló. 

– El muchacho tuvo que ser llevado a rastra por su madre y sus hermanas, algo que me parece un poco extraño para un lobo, se podía haber soltado fácilmente de ellas, además lo único que hacía era preguntar por ti, por lo que sucedía, al parecer él no lo entendía. – Se acercó a mi oído –. No se por cual razón le creo, pero de verdad te ama. 

Para mí esas palabras eran mucho más que suficientes, me fui a levantar de la silla, para salir, cuando de pronto a una velocidad increíble entraron en la habitación dos vampiros que conocía muy bien, eran los mejores cazadores de mi padre, junto con alguien que no pensé en ver después de mucho tiempo, Michael el mejor de los vampiros cazadores, las expresiones que tenían en sus rostros hizo que me detuviera en seco, detrás de ellos Morgana la reina de los vampiros del sur.

– Esto no es un juego niña, ni siquiera intentes en salir de esta habitación, la guerra se desató y es por tu culpa, además ese lobo es muy extraño, a pesar de ser tan increíble para ser muy dócil. – Morgana era una vampira con la habilidad de leer la mente, algo que no me gustaba, y por otro lado la presencia de Michael era algo que no me gustaba, ese vampiro nunca había fallado en atrapar un licántropo, pero justo en el momento que iba a responderle, un olor lleno el lugar. 

Todos lo podíamos sentir, una expresión de miedo y horror, fue la primera vez que pude observar a Alfred tan asustado, pero no era para menos, yo creo que me veía igual o peor, Morgana por otro lado mostro una expresión de miedo en su rostro, pero no quiso insinuarlo mucho, Michael sin embargo le brillaron los ojos. 

– Es la muerte, así huele. Ese no es un licántropo, si lo fuera lo hubiéramos detectado desde que llegamos, eso es una especie de lobo que pensábamos se había extinguido, es la muerte misma. – se le dibujo una sonrisa en sus labios –. No importa lo que hagamos, ninguno de los que esta acá presente en rival para él, ni siquiera juntos. 

Esto nos desconcertó a todos, escuchar a Michael decir que existía un lobo que no podía cazar, además de que este lobo era tan poderoso, que podía luchar contra ellos cuatro juntos hizo que la mente de todos nosotros volara. 

Algo en mi hizo que mi corazón palpitara fuertemente, pero no podía moverme, ninguno de los que estábamos en el lugar podía hacerlo, todos sentíamos miedo, todos estábamos paralizados. Estoy segura de que a pesar de que Michael estaba tratando de hacerse el fuerte, también sentía la misma sensación que el resto de nosotros. De repente el aroma se hizo mucho más fuerte, y mi pecho se aprisionaba por el miedo, supe que los demás sentían lo mismo cuando Morgana empezó a buscar oxígeno para respirar. 

Justo en ese momento la puerta se abrió y allí estaba él, junto con mi padre, ver al hombre de mi vida, con aquella mirada de fiera salvaje, con aquellos ojos que solo pedían muerte, y que se transformaron de forma instantánea cuando me miraron, corrió a mis brazos, y me abrazo tan fuerte, era la primera vez que lo hacía de esa manera. 

– ¿Estás bien? Perdón, perdón por todo esto, no sabía que eras un vampiro, pero para serte sincero eso no me importa en lo absoluto, te amo. Te amo con todo mi corazón. – Terminó de decir esa frase y me beso, nunca nos habíamos besado de aquella forma, yo quería sentir sus labios, me apretó a su cuerpo como para no dejarme ir, mientras que su respiración se acompasaba con la mía, nunca olvidaré ese momento. 

Creo que ese momento fue una eternidad, pero en realidad no fue mucho tiempo, cuando nos separamos el resto de las personas estaban allí mirándonos de forma desconcertadas, mi madre que a pesar de estar un poco desconcertada tenía una sonrisa en sus ojos la podía ver, el rostro de mi padre, era tan confuso que no sabía si estaba feliz, molesto o triste. Morgana que parecía querer estallar en un millón de pedacitos, y Michael que estaba listo para atacar, aunque no se atrevía y tuve miedo de que lo hiciera por lo que rápidamente me coloqué entre Neptuno y él. 

– No dejare que le hagas daño. – Dije, era la primera vez que era absurdamente valiente. No tenía posibilidad si luchaba contra Michael. Pero Michael no pensaba luchar, ni él ni Alfred, pero había alguien que sí. 

– Vaya… pero que es lo que estoy mirando, una vampira defendiendo a un hombre lobo. – Era Verectus un descendiente directo del gran Monarca como Alfred, solo que mucho más viejo y mucho más fuerte. 

– No tengo idea de quién seas, pero no quiero tener que luchar contra nadie, solo quiero ser feliz con Melinda. La amo, la amé y la amaré hasta que muera, es todo. – Dijo Neptuno observando fijamente a Verectus. 

– ¿No sabes quién soy? Pues bien me presento; soy Verectus uno de los descendientes directos del gran monarca, vampiro de sangre pura y miembro de los 12 Gigantes, por lo que no creo que tengas oportunidad de vencerme. – Esto último lo dijo más dirigiéndose hacia mí que hacia Neptuno.

– Bien Verectus, no me importa si no puedo vencerte, pero al menos la batalla no será fácil. – Dije desafiante. 

– No lo has visto como es realmente. Fíjate Melinda, tu padre puede ser el Rey de los Vampiros del Norte, pero yo tengo influencia sobre él por ser un descendiente directo, además soy miembro de los 12, es decir solo por eso puedo hacer que incluso tu padre me obedezca y me ayude a luchar contra ti. Aunque eso no es muy necesario que digamos, pues tengo a Morgana de mi parte, tengo a Michael, y estos dos cazadores estarán dispuestos a recibir la recompensa que voy a dar por la cabeza de tu novio. 

Le iba a responder, pero el olor apareció de nuevo, pero esta vez era distinto, al menos para mí, ya que la expresión en los demás volvió a ser de miedo, incluso el mismo Verectus tenía miedo, lo sé. Pero lo que siguió también me dio miedo a mí. Neptuno se colocó delante de mí, por primera vez lo había visto así, creo que desde que nos conocimos se había generado una situación dónde nos tuviéramos que proteger, al menos no de forma física. 

– Dije, que no quiero luchar contra nadie, pero no me va importar llevarme a cualquier persona por el medio, si se atreven a tocarle el cabello a mi prometida. No sabes de lo que soy capaz, y a pesar de que nunca he aprendido a cómo acabar con la vida de un vampiro, hoy estoy dispuesto a aprenderlo de primera mano. – Le dijo. 

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