Capítulo cinco:Escuela

   Era un nuevo día en la escuela, el primero desde el ataque lobuno en el bosque. Ella y Bianca se habían prometido silenciosamente no hablar y olvidar parcialmente del tema algo delicado para ambas para dejar que el tiempo se lo llevara al igual que la herida de su brazo (Exactamente en el antebrazo) lo que impedía moverlo cómodamente. El día era soleado, las nubes estaban dispersas dejando pasar mucho más fuerte los rayos del sol, por lo que la temperatura estaba elevada, lo que era igual a mucha gente sudorosa, con el calor corporal elevado y muy juntos, era como un suicidio seguro, por lo que había decidido evitar aquel fatídico destino con los desconocidos llegando…una hora antes, donde solo se encontraban dos personas vistiendo con el uniforme de verano que el colegio les daba a el primer ciclo (Primer, según y tercer año). 

Arwen, quien iba en el último año (Y no necesitaba usar el uniforme del colegio), llevaba su cabello atado en una media colita, como era de costumbre, dejando solo la mitad de su pelo suelto, sus pestañas estaban delineadas y curvadas, sus labios pintados con un leve brillo labial, venía vestida con un Jean negro liso, pegado a sus piernas mientras que en la parte de arriba llevaba una blusa rojo mate suelta al cuerpo y de manga corta, y sin olvidar su chaqueta de cuero, algo clásico y cliché pues pertenecía a su padre.

Entró a su aula, que era la más lejana, y busco la silla más alejada de los seres vivos con  los que compartía salón, justo al fondo. Al mover la silla creando un hueco donde podía entrar, acomodo su mochila a un lado y se sentó en el asiento dejando que sus brazos descansarán sobre el cubículo y dejar su cabeza encima de los mismos para cerrar sus ojos.

—Arwen…¡Arwen! M*****a sea ¡Despiértate!—Una voz chillona le Gritó en el oído, despertándola de un sueño que no sabía que tenía, la nombrada levantó la cabeza rápidamente del cubículo y sus ojos acuosos por el bostezo y despertar terrible se dirigieron hacia la rubia que tenía frente a su mesa, esta tenía dos moños atando sus rebelde cabello ondeando, recordándole a la cobriza que parecía la novia de Mickey mouse, un vestido florido de colores preferentes celestes y un cinturón ancho de color negro que se enganchaba en su cintura con los extremos metálicos hechos de mariposa.

—¿Por qué me despiertas? No pude dormir bien estos días.—Se quejó mirándola con el ceño fruncido, no era raro que su amiga le despertará de forma brusca a pesar de saber como el mal humor la atacaba.

—Oh dios, ahí vienen.—Susurró empujando a Arwen más al costado con leves golpes en su hombro, indicándole que se moviera a un costado. Bianca al ver un pedazo del asiento libre se sentó a su lado y cuando escuchó el sonido de tacones resonar cerca de ahí, agachó su mirada oscura hacia la mesa, fingiendo estar desinteresada  apoyando su pera en la palma de su mano.

—¿Quién viene?—Preguntó mirando intrigada la puerta, de donde entraron tres chicas morenas al aula, y ahí entendió todo. Aquellas mujeres eran las princesas del colegio, y la líder (La del medio) era justamente la abeja reina del instituto, Lisa era una cautivadora nata de casa hombre y mujer, con su belleza deslumbrante y su intelecto superior a muchos. Las otras dos eran hermanas mellizas, las más respetadas con aura intimidante, si nadie podía con una, menos con ambas juntas. Ellas eran Runa y Taylor…los demonios de Tasmania.

—Viene Lisa. Se cariñosa.—Ordenó tomándola de los hombros.

—Solo un abrazo.—Susurró tomando de su brazo para acercarla a ella y rodearla con sus manos para un improvisado abrazo con molestia. Lisa caminó entrando al aula junto a sus amigas, mirando en su dirección con el seño fruncido y se acercó a ellas a pasos rápidos.

—¿Qué m****a estas haciendo?—Gruñó brusca, mirando a Arwen con molestia y odio—¿Acaso no te enseñaron a respetar los mates de los demás?—Gruñó agachándose más cerca de ella. Sus ojos igual de negros que Bianca se cruzaron con los castaños suyos, el olor a acre, áspero y picante como si fuera ajo o fósforo. Le resultaba amenazante y algo dentro suyo le obligaba a querer igualar aquel gruñido de la mujer.

—¿De que estas hablando? ¿Mate? ¿Por que le dices gemela a ella?—Preguntó Arwen dejando a un lado a Bianca que estaba mucho más confundida que ella misma. Se levantó del asiento llegando frente a Lisa, su pecho estaba caliente y se iba dispersando en todo su cuerpo.

—Sos más boluda que la pasión.—Se quejó con desprecio. Runa miró a Arwen por unos segundos antes de interrumpir en la pelea y susurrarle algo en el oído a Lisa, poniendo los pelos de punta a la rubia quien miraba perpleja la escena—Así que aún no te pasa. Que bicho más raro que sos, amiga.—Murmuró alejándose un paso.

—¿Qué es lo que te pasa Lisa? Yo no te he hecho nada.—Se defendió la cobriza, su ira aun seguía creciendo en su pecho, el calor se expandía y escalofríos y espasmos recorría  su cuerpo, los dedos de sus manos se movían inconscientemente.

—Nada, lamento la…interrumpirlas.—Susurró Taylor sonriendo incómodamente, no parecía como si quisiese matarla. Bianca acepto las disculpas para que se fueran lo más rápido posible y tomó el brazo de Arwen para que se sentará nuevamente. El grupo se alejo, sentándose al otro lado del salón, alejadas de ellas…sin embargo la rubia sentía el peso de la mirada oscura de Lisa.

—¿Qué acaba de ocurrir?—Preguntó la de ojos negros, Arwen negó con la cabeza sin saber que responder, aun sentía ese calor en su interior disipado.

En el trascurso de las clases no ocurrió ningún inconveniente. Las amigas iban de un lugar a otro juntas, divirtiéndose y riendo cómodas una a la otra, frustrando indirectamente los planes de cierta morena en pasar tiempo con la rubia, quien anterior había dicho mate (Soul mate: Alma gemela). Arwen seguía en sus pensamientos, reviviendo la escena una y otra vez, tratando de unir cabos que no coincidían del todo y el misterio crecía cada vez más y más, su curiosidad por saber a lo que se refería superaba su poca cordura. Se despidió de Bianca y camino por el pasillo en busca del líder de las reinas, estaba junto a su casillero, con los brazos cruzados y su espalda recostada en la mínima puerta, como si la estuviese esperando.

—¿Qué quieres?—Preguntó apenas llegó sin siquiera saludar, pies se suponía que la morena tenía que iniciar la conversación luego de esperarla en su casillero. Lisa suspiró y cruzó sus brazos, parecía mucho más intimidante de lo que parecía.

—Mira, solo quiero decirte que no me agrada verte tan cerca de Bianca, ella es mía.—Empezó a hablar, y Arwen estaba a punto de contestar cuando la morena levanta la mano para callarla—El cambio va a pasar y ahí ya no tendrás más alternativa que alejarte de mi mate, presiento que serás y te digo desde ya que no voy a formar parte de lo tuyo. No soy tu amiga ni consejera así que no me vengas mañana con tus boludeces.—Habló con enojo, ella había llegado hace unos años a esta ciudad alejada de sus problemas, y por suerte meses después era la más popular, tenía actitud cruda y se defendía de cualquiera ya sea hablando o usando sus puños.

—Sigo sin entender nada de  lo que dices, Lisa.—Acotó frustrada.

—Me importa un comino.—Respondió antes de darle una mirada fastidiada he irse junto a sus dos amigas quienes la esperaban alejadas del sector, Bianca había llegado poco antes de que hablaran y no había escuchado absolutamente nada de lo que estaban charlando pero sintió una incomodidad en su corazón cuando las vio muy juntas, estaba congelada en su sitio cuando Arwen llegó hasta ella, pensando en las pocas palabras que habían intercambiado. Faltaba poco para que terminará las clases, se sentía mucho mas rara de lo normal, y eso era decir mucho.

    

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