|| Capítulo 03: Historia... ||

En la habitación donde se encontraba Katherine era inmensa, allí se encontraba libros, estatuas, jarrones con un contenido extraño y baratijas antiguas. Pero todo se encontraba en un buen estado y en orden, a un costado de la habitación estaba un sofá enorme de terciopelo rojo oscuro junto con una pequeña mesa de madera oscura. Al otro un escritorio junto con una lámpara antigua, pareciera que el tiempo no había avanzado en esa habitación y eso le gustaba a Katherine.

Sus dedos soltaron los tacones a un lado de la entrada haciendo que al chocar en la madera hiciera un sonido sordo, sus pies avanzaron hacia un estante y en el camino no pudo evitar tocar con suavidad la estatua de piedra liza de la Diosa Lunar de tres cabezas, era la más grande y la más hermosa. Los detalles en la estatua habían sido analizados con mucho cuidado y el artista que lo había hecho un hermoso trabajo, cada vez que Katherine iba a esa habitación se quedaba contemplando esa estatua que tanto le llamaba la atención, ya sabía quién y cuanto poder tenía. 

Nuevamente, sus dedos comenzaron a tocar los libros en los estantes, sentía como cada una tenía una diferente textura, algunos eran muchos más grandes que otros o tenían mayor contenido. Pero le fascinaba la gran variedad que había, algunos eran sobre los hombres lobos, otros sobre los antiguos cazadores que mataban a la especie de su esposo y el que más le gustaba a ella era sobre la Diosa Lunar. Y todo había comenzado con aquel libro que compro en el pueblo en donde su esposo le pidió matrimonio, miro aquel libro entre un estante y lo agarro para luego sentarse en el escritorio. 

Aun el libro poseía aquel candado que impedía que cualquiera viera su contenido, así que abrió un cajón del escritorio y entre varias llaves antiguas que estaban allí agarro la que pertenecía al libro. Todas las demás que estaban allí eran de algunos pequeños cofres que estaban en la habitación o de otros libros, con el tiempo que pasaba allí ya conocía a la perfección cada una de ellas. El pequeño candado abrió su seguro y ella lo coloco a un lado, entre las hojas del libro se podía apreciar dibujos delicados sobre una mujer de dos rostros y una hermosa caligrafía. 

― Veamos… ― Algo que le interesaba a Katherine era que la mitad de los libros que estaban allí solo mostraban a la diosa con dos rostros y el resto de tres rostros. ― Nuestra Diosa Lunar siempre está con nosotros en cada noche, por largos siglos ha sido así y nosotros para demostrarle nuestra lealtad le damos nuestras mejores ofrendas. La comida que plantamos ella les brinda su bendición con su luz, a nuestros niños los cuida como si fueran de ella. ― Los ojos de Katherine viajaban en cada palabra que leía.. ― Pero nuestra amada Diosa tiene tres hermanas… ― Katherine frunce el ceño al leer aquello, no se esperaba que hablaran de las tres, ya que lo intentaban ocultar. ― Cuando llega el momento en que la Diosa Lunar azul se postra en el cielo no tenemos miedo de ella, es tan amable como su hermana mayor. Ella nos da la fuerza y la valentía para cualquier batalla, a ella le damos nuestra lealtad y nuestros cánticos que ama. Pero la Diosa Lunar roja es la peor… Ella cumpliera cualquiera de tus deseos, pero a cambio deberás de devolverle algo mucho grande de lo que has pedido. No pedirá cánticos, lealtad o alguna ofrenda como sus anteriores hermanas, eso a ella no le interesa y tampoco necesita. Pedirá sangre, muerte y destrucción… Y es por eso que nos ocultamos ante su llegada. Su hermana, la Diosa Lunar de brillo blanco, también nos concede deseos, pero solo aquellos que son de verdaderos sentimientos…

Katherine no se sorprendió en cuanto leyó sobre la Luna roja, todos los libros decían lo mismo. Era un ser de maldad pura y que solo pensaba en la destrucción… La mayoría de las cosas que estaban allí eran de Diana, su ex suegra. Y le agradecía internamente sobre aquello, además que descubrió una pequeña libreta de Diana en uno de los cajones en el cual decía que había obtenido la flor “éxtasis” en él tembló de la Diosa, pero no decía sobre su ubicación. Katherine no era idiota, sabía que Diana había hecho un trato con la Diosa Lunar roja, pero no sabía cuál había sido el pago que le dio a la Diosa…

De sus labios rosados soltó un suspiro, ella había leído todo lo que se encontraba allí y quería saber más. Pero muchas veces en las que quería salir a solas a comprar unas cosas no podía, Emily o Noah siempre estarían con ella por órdenes de Dominik. En una oportunidad quiso volver al pueblo y buscar aquel señor que le vendió el libro, pero no había podido ir.

― Quizás este fin de semana pueda ir… ― Se dijo a sí misma mientras guardaba todo en su lugar.

(…)

Las pisadas de Katherine eran suaves y delicadas, ya había terminado de estar en la habitación así que para nadie sospechara iría a su habitación. Pero a siete escalones de bajar observa a dos empleadas de la mansión hablando entre ellas, ambas se encontraban en la entrada de ambos pasillos para las habitaciones, además de estar a solo un metro y medio del inicio de ambas escaleras.

― ¿No la encontraste?... ― Katherine pudo escuchar con claridad aquella pregunta y frunció su ceño.

― No… Dijo que estaría descansado, pero ya la he buscado en todos los lados de la mansión y no está. Nadie tampoco la ha visto. ― La de cabello cobrizo relamió sus labios al escuchar que estaban hablando de ella, con cuidado término de bajar los escalones que le faltaban y pudo notar que ninguna de las dos la vio, por lo que se colocó detrás de una de ellas.

― ¿Para qué me buscabas?... ― Ambas mujeres pegaron un soltó ante la repentina voz de su Luna por lo que al observarla hicieron una leve reverencia, Katherine noto como una de ellas aún tenía miedo… Podía notarlo en sus ojos.

― El joven Karl junto con Harry han regresado de sus clases…― Katherine frunce su ceño, no entendía por qué habían regresado tan temprano. ― Parece que se han metido en problemas ambos y su maestro está abajo esperando hablar con usted, mi Luna… 

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