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ASHTON

<<Joder>> Es la primera palabra que se me pasa por la cabeza cuando la veo. Eso y pensar en qué coño hace aquí hablando con ese hijo de p**a.

Está diferente, no es la niñata de dieciocho años que me abrió las piernas y me regaló su virginidad en una fiesta. Una única vez y la dejé embarazada, menudo gilipollas. Tampoco me quejo ahora. No se hizo el jodido aborto porque sus padres básicamente la encerraron y no es algo que ahora me joda porque tengo un hijo y es el único al que digo que amo. Owen me redime de mis mierdas. Owen me hace sentir bueno para algo. 

Sé que me ha evitado toda la semana. ¿Qué coño hace en mi universidad? ¿Sus papis de dinero no le han dado una mejor oportunidad? No dejo de preguntármelo y no me importa más allá del hecho de que es la madre de mi hijo, la influencia más cercana que tiene porque vive con ella más tiempo que conmigo. 

—¿Quién es esa? —refunfuña Faye y me coge de la cara para que la mire. 

¿Quién coño se cree? Levanto la mano hasta su cuello, sonríe porque es una zorra a la que le gusta que la traten así. 

—Te he dicho que no me toques, joder —le suelto y la sonrisa se le borra—. Y deja de joder, no eres nada. 

—Soy tu novia. 

—No, sólo te follo así que no te pases porque me busco a otra. 

Sé que soy un hijo de p**a, pero no me interesa.

Suelto mi mochila en el maletero y se queda quejándose como una gilipollas sobre porqué no la llevo a mi apartamento y la follo como el animal que soy. Ya debería saberlo, eso sólo pasa cuando quiero y no los fines de semana en los que tengo a Owen conmigo. Sólo saben que lo tengo mis colegas más cercanos y tienen suerte de saberlo.

Antes de ir a recogerlo paso por mi casa, tengo que bajar la sillita del coche que escondo y la ajusto a los asientos traseros para poder ir. No me avergüenza tenerla, pero joder, no me follaría a nadie si ven eso ahí. Tampoco quiero que sepan que tengo un hijo, es algo muy mío y no de cualquier zorra. 

El viaje de cuarenta minutos me lo conozco de la hostia, es el mismo de siempre, desde que empecé a tener visitas con él. Lo recojo de la guardería, me lo llevo, me encierro en mi apartamento todo el fin de semana con él y el lunes lo dejo antes de ir a la universidad si es que no me salto las clases. Cuando llego y aparco el coche, mi ánimo es completamente diferente. Owen me hace diferente. Me siento de la hostia con él y sentir que tengo a alguien a quién cuidar tanto me viene bien para no ser un hijo de p**a y que me la sude todo lo que hago. Creo que si no lo tuviera ya me hubiera matado.

Llego a la guardería, a través de una pequeña ventana de la puerta ya los veo y nunca me he sentido así. Nunca se me ha removido nada por dentro de una forma así. Llamo al timbre, me abre una de las gerentes de la guardería y me señala a Owen. Ya lo sé, le estoy viendo jugar con Paige y reírse. Nunca lo he visto así de feliz conmigo. Se ríe y corre hacia su madre. <<Joder>> Cuando se inclina para llamarlo los ojos se me van a su culo. Ya tenía un buen culo cuando me la follé, por eso no me parecía ser casi menor y no es algo que me imortara mucho por aquel entonces con marihuana y alcohol en el cuerpo; yo sólo vi en ella a una tía delgada con un culo de la hostia y unas tetas grandes para su cuerpo. Su culo se aprieta en los pantalones de tela negros que lleva y parece aún más redondo. 

Owen vuelve a correr a ella, escucho cómo le grita:

—¡Mami! 

Se ríe e intenta alcanzarle el pelo castaño y liso que lleva en una coleta. Owen es mi copia exacta pero esa actitud tiene que ser de ella aunque no la conozco. Tengo un hijo con una desconocida. 

Cuando me quiero dar cuenta me está mirando y él me señala agitándose en los brazos de su madre. Se me acercan y sólo hay una cosa en el mundo que me haga sonreír: Owen. Cuando se enreda en mi pecho y me toca las mejillas con sus manos pequeñas me hace sonreír y me llena el pecho de un calor de hogar. 

—Hola, papá.

Habla raro, a veces cuesta entenderlo y yo no le he enseñado eso, no le he enseñado nada.

—Hola, campeón —le quito el pelo de la cara que le cae revuelto por estar jugando tanto.

—Ashton —me saluda ella. 

—Paige. 

La veo dubitativa, se ajusta la coleta alta y sonríe a Owen que vuelve a querer volver a ella. Me jode, a mi no me hace esas mierdas tanto, pero es su madre y no conozco cómo es con ella ni lo que hacen o dejan de hacer. Paige estira la mano y le ajusta el jersey a Owen; logra que deje de moverse pero no deja de mirarla.

Nunca me había fijado en que tiene los ojos verdes, verdes y muy claros, tanto que parecen de mentira.

—Se me han olvidado unas cosas de Owen —me dice y me mira como lo hacen mis contrincantes—. ¿Tienes quince minutos? O... puedes venir.

¿Ir? Ni suena como esas tías que me invitan a ir a su casa, suena indiferente, casi se ha tenido que convencer a sí misma para decir esas palabras. 

—Tus padres me odian.

—A mí también.

Joder con la niñata, no se calla nada. Sé que no les hizo ni p**a gracia lo del embarazo, joder, soy un puto desastre y vendía marihuana fuera de su insituto; pero ellos la obligaron a no abortar. ¿La odian? ¿Cómo coño tratan entonces a mi hijo?

Empuja la puerta de la guardería y la sigo. No me ha dado nada y suelo recoger a Owen que siempre va por ahí arrastrando una manta con la que no puede dormir. Una de las primeras noches que lo eché a dormir en la cuna que le compré, se largó horas y horas llorando sólo porque no le tapé con esa manta. Era una p**a manta, pero era suya. Y sin ella no dormirá ni él ni lo haré yo.

En el aparcamiento, Paige sigue de largo cuando yo encuentro mi coche y Owen la llama. Deja de balancear las caderas y tuerce el gesto porque él se pone a lloriquear. Joder. Es la primera vez que nos ve juntos y está inquieto. Le abre los brazos y Paige no duda en acercarse otra vez. Huele a regaliz de fresa, lo distingo mejor cuando se inclina y le da un beso en la cabeza. 

—Shhh —le susurra y le deja la mano apoyada en la espalda cuando me mira. Parece más decidida—. ¿Me sigues con el coche? 

Owen se remueve en mi brazo, le alcanza la camiseta que lleva por el pecho. Va a pasar el fin de semana conmigo, puede hacer un viaje en coche para despedirse de ella. 

—Llévalo tú, te sigo. 

Veo el alivio en sus ojos verdes y lo coge con un tacto que me da escalofríos. Me da otro escalofrío ver cómo él se aferra a ella mucho más que a mi.

—Gracias —me dice en voz baja y mece a Owen—. Ahora pasaré con el coche.

Me hundo detrás del volante preguntándome qué coño me pasa. No estoy jodidamente celoso por Paige. No, no lo estoy. Es diferente, de echo me jode a lo bueno que Owen esté tan bien con ella. Está cuidado y es lo que me importa.

Su coche de m****a pasa delante de mi y frena para que pueda seguirla. Me parece que tiene un coche asqueroso para la casa en la que recuerdo que viven sus padres. También me parece extraño de cojones el camino que toma aunque cierro la p**a boca porque no recuerdo de cómo era ir a casa de sus padres; pero sé que no es el edificio dónde aparca. Sigue cargándole cuando me encuentra fuera de mi coche y no sé si espera que vaya con ella, pero quiero saber dónde coño está mi hijo. Tampoco se opone y yo no me quejo de subir las escaleras detrás de ella. Sigue teniendo un culo de la hostia, sobre todo cuando se inclina y deja a Owen en el suelo. Me coge de la mano y tengo que sujetarlo para que no se caiga de boca cuando me pasa corriendo a un apartamento demasiado bien ordenado y que huele a mujer.

—No vives con tus padres. 

Eso me gusta más. No quiero a esos putos lava cerebros criando a mi hijo.

—Desde hace mucho. 

¿Mucho? ¿Cuánto? ¿Y porqué esa m****a me importa?

Todo está pulcramente limpio y los muebles son de colores tan claros que lo hacen ver mucho más de mujer. Me arrastra hasta una puerta blanca cerrada que abro y Owen me suelta la mano para correr a una estantería de cajones de colores de los que empieza a sacar juguetes. Paige me pasa por el lado chasqeando la lengua y se agacha a su lado para guardar cosas. 

—No, bebé —se queja con una voz que no me parece tan ridícula a cómo debería—. Sólo unos pocos, enséñale a papá unos pocos porque no hay tiempo. 

<<Papá>> Nadie me dice eso en ese tono. Mis amigos me lo llaman casi burlándose y Owen lo aprendió hace no mucho, todavía me estoy acostumbrando. Le deja coger dos bloques de construcción y él corre a mí con pasos torpes para enseñármelos. 

—Mira, mira —me dice y me agita la mano para que me agache a su lado. 

Nadie me ve así, nadie me ve ser padre. 

—Tenemos de estos en casa. Jugarás allí. 

Los suelta en el suelo y corre de nuevo al cajón. Los ojos se me van al culo de Paige y los subo por su cintura estrecha hasta los movimientos rápidos de sus manos mientras dobla la manta y la guarda en una bolsa junto a cosas que yo ya tengo. Siempre lo hace, guarda cosas que yo ya tengo pero tampoco voy a decirle nada. Que haga lo que quiera.

—No no —dice de repente y no entiendo la rapidez que tiene para evitar que Owen tire el cajón entero al suelo—. ¿Te quieres llevar el peluche en la mano? Toma —él lo abraza con fuerza y me lo enseña aunque lo conozco de sobra—. Venga, nos vamos.

—Yo la llevo —balbucea y se le entiende bastante bien—. La mochila —repite y suelta el muñeco para abrir los brazos. 

Paige se ríe y ni yo lo entiendo tan bien cuando hace esas cosas. 

—Tú no puedes, cuando seas más grande —le consuela y me ofrece a mí la bolsa—. No sé lo que tienes así que... creo que hay todo lo necesario. Y creo que te lo he dicho por mensaje unas cuantas veces pero si pasa algo me llamas. 

Pero nunca pasa nada. Sé cuidar de mi hijo. 

Salimos del apartamento y por las escaleras Owen empieza a quejarse. No me la lía mucho, a veces sí que llama a su madre pero se calma cuando le pongo unos videos tontos de internet. Otras, es sólo sueño. Pero cuando estamos en el aparcamiento y Paige se despide de él, no está ni a tres pasos cuando empieza a llorar cómo no lo había hecho antes. Ni sé que coño hacer por un momento. Paige me mira y rehace sus pasos. 

—¿Te lo hace mucho? —me pregunta. 

—No. 

—Bueno, es normal, es la primera vez que nos ve juntos. Hazle esto —me indica. 

¿Qué cojones? 

Su mano se apoya en la parte posterior del cuello de Owen y hace círculos con su dedo muy lentamente. Le calma en diez segundos. Se inclina y le da un beso en la espalda despidiéndose de nuevo de él. Y me mira, sus ojos tan claros me miran con fuerza y es una de las pocas veces que agradezco algo a alquien. Al final es la madre de mi hijo, no puedo tratarla cómo a las otras porque joderla es joderlo a él. 

Una semana entera evitándome en el campus para eso, para que me sonría cuando se está alejando sin hacer ruido para que no se me vuelva a echar a llorar.

Su sonajero suena todo el camino hasta mi apartamento y va tirando un juguete todo el camino hasta el ascensor. 

—¿Mamá? —pregunta y me levanta el peluche que trae.

—La verás el lunes, campeón. 

—No, quiero a mamá —refunfuña y se sienta en el suelo. 

—No me jodas Owen. No has hecho esto nunca. 

—Quiero a mamá también. 

Cuatro plantas después se le ha pasado el berrinche y sale corriendo del ascensor hasta tirarse contra mi puerta.

—¡Vamos papá! —me grita. 

Me saca una sonrisa y tengo que controlarlo para que no se caiga en el escalón de la entrada. 

Tener a Owen en mi apartamento me vuelve loco porque sólo se anima cuando hay alguna zorra de las que uso o mis amigos, pero la mayoría del tiempo estoy solo. Owen lo alegra, me alegra y hace que se me olvide que la siguiente semana volveré a estar solo esperando dos semanas a volver a tenerlo.

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