Capítulo 1

No era superhéroe, tampoco tenía súper poderes, pero sí una serie de habilidades que con los años he mejorado, como defensa personal, informática, el hermano de mi madre trabaja para la CIA, por lo que desde muy pequeña me enseñó a defenderme, a usar armas y a ser buena en la logística de las cosas.

Me dirijo a la planta baja en donde hay un baño con salida al exterior, rebusco en mi bolso mi arma y trato de camuflajearme entre la gente que llena de pánico, corre en todas direcciones mientras los hombres disparan matando a diestra y siniestra, una chica cae a mi lado cuando le dan un tiro en la cabeza, el siguiente disparo me pasa rozando el brazo, levanto mi arma, apunto y disparo, odio hacer esto, pero logro llegar hasta mi destino.

Entro al baño en el que hay cinco cuerpos desangrados en el piso, entro al cubículo cuando el grito de Livy me hace detenerme en seco.

—¡Chas!

Joder.

Salgo y abro la puerta, me asomo y la veo caminando como jodido zombie, llena de sangre, con el cabello enmarañado, la gente sigue presa del pánico, nuestros ojos se encuentran y veo que trae en la mano un cuchillo, uno que siempre suele cargar en su bolso como arma para defenderse. Me ve y corre hacia mi dirección.

—¡Joder, creí que te habían matado! —me envuelve en un abrazo de oso.

—Ahora no hay tiempo de esto, Livy, tenemos que salir de aquí.

Ella asiente y la dirijo al cubículo en el que me metí antes, hay una ventana que da a la calle y en la que una persona menudita cabría, para nuestra fortuna, somos delgadas y fácilmente cabemos, dejo que salga primero, me subo a la taza y cuando estoy por salir, alguien me toma de la cintura deteniendo mi huida. Giro y me encuentro con un tipo calvo, sus ojos están inyectados en sangre, pero eso no es lo que me llama la atención, sino, el tatuaje que se tiene en el cuello.

—La bratva —susurro y su rostro se descompone.

—¿Cómo sabes…?

Aprovecho su idiotez y le lanzo una fuerte patada en el rostro, una que termina clavándole mi tacón en la mejilla, saco mi arma y le disparo en el cuello, dejar cabos sueltos no es bueno y mucho menos algo que haga, salgo por la ventana y para cuando piso suelo, corro con mi mejor amiga hacia una de las calles adyacentes, tomamos un taxi y ella teclea rápidamente en su celular.

—Esto es de locos, lo postearé en i*******m —dice y blanqueo los ojos.

Pasan los minutos y cada vez las piezas en mi cabeza encajan menos, cuando llegamos al apartamento de Livy, la desgraciada ni siquiera se despide de mí, solo me lanza un beso cuando se encuentra al otro lado de la acera, como siempre, me toca pagar, le doy la dirección al señor del taxi y mientras nos ponemos en marcha, decido marcarle a mi padre, quien no responde, hago cinco intentos más y obtengo la misma respuesta, mis nervios crispan, mi corazón comienza a galopar y las manos me sudan.

Llegamos, pago el servicio de taxi y corro hacia mi casa cuando noto que todas las luces están apagadas, los tacones me estorban, me los quito en el camino, la puerta principal está abierta, mostrándome claramente que el sistema de seguridad ha sido violado, entro, mis ojos se acostumbran rápidamente a la oscuridad, las cosas no están desordenadas, dejo mi bolso en el piso, agarro mi arma con cuidado y camino lentamente.

Paso por la estancia principal, estoy a nada de gritarle a mi padre, pero al ver un bulto en el suelo, corro en su dirección.

—¡Papá!

Mi padre está tirado sobre la alfombra que trajo de París, con una nota en la mano, un arma y su celular al otro extremo de la estancia, como si él lo hubiera lanzado contra la pared, medio se despierta y al verme me envuelve en sus brazos.

—Cariño, estás bien —intenta ponerse de pie y le ayudo dejando que recargue su cuerpo sobre el mío.

—¿Qué ha pasado?

Dejo que se siente el uno de los sofás que trajo desde Italia y me acomodo a su lado, la luz de la luna se filtra a través de los enormes cristales que sirven como ventanales sin cortinas, que rodean el área, el silencio es demasiado perturbador y los segundos pasan cuando él me mira fijamente.

—Alguien me ha jugado sucio, cariño, la empresa ha sufrido un déficit y me echan la culpa, lo que acaba de pasar es solo una amenaza de la mafia italiana —me explica y frunzo el ceño, en especial porque nosotros no somos de los que tienen problemas con las mafias.

—¿Mafias?

—Es largo de contar, ya habrá tiempo para eso, lo importante es que tenemos que salir del país, buscar refugio y protección —se pone de pie rompiendo la hoja que descansaba hasta ahora en su mano, no me molesto en preguntar por su contenido, es más que obvio que es una amenaza.

—¿Y no hay nada más que hacer? Quiero decir… podríamos hablar con la policía y explicarles.

—Creo que es demasiado tarde para eso, cariño.

—Entonces…

Mi padre suelta un suspiro lleno de exasperación, se acerca a mí colocando sus manos sobre mis hombros, como cuando era pequeña y estaba a punto de darme una mala noticia o una regañina, y entonces sucede, dice las palabras que estaban a punto de cambiar el rumbo de mis planes, de mi vida y de mi todo.

—Nos vamos a Rusia, el Boss nos está esperando.

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