CAPÍTULO 8

El único sonido que ambientaba el comedor era la voz de Noah, el niño hablaba sin parar sobre lo que hizo durante su día. No era como que el aire del lugar estuviese tenso, Laura parecía relajada y sonreía, dejando caer uno que otro comentario esporádico. David centraba toda la atención en su hijo, admirado de la capacidad que tenía para saltar de un tema a otro en cuestión de segundos.

―Ahora que ya terminaste de comer ―dijo Laura con voz suave―, puedes ver un rato la televisión, luego te duchas y a dormir, ¿de acuerdo?

Noah se calló al momento en que su madre habló, fue una reacción inmediata, se limitó a asentir y se retiró sin decir nada más.

Verlo marcharse de ese modo hizo que David se sintiera contrariado, no comprendía el comportamiento de Noah ni el cambio tan radical; durante esos días lo había notado, cómo

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