Capítulo 8

—¿No es obvio? ¡La tomó contra ti porque está celosa! Seguro que pensó que su novio se podía fijar en ti como mujer, las mujeres, tenemos un sexto sentido para saber eso, se sintió amenazada con tu presencia.

—Melo, quisiera creer que fue eso, pero es imposible que un hombre como Marco Duran se pueda fijar en mí.

—¿Y por qué imposible? ¡Mírate! Tienes un cuerpo perfecto sin necesidad de hacer ejercicio, tu cabello parece del color del trigo tostado por el sol y tu piel bronceada parece de piel de durazno, tu boca es un pequeño corazón perfecto y tienes los ojos castaños más dulces del universo ¿quieres que siga?

—Melo no exageres, tampoco me siento fea, pero tú me ves con ojos de cariño de hermana.

—No, no te confundas, el cariño que siento por ti no tiene nada que ver con la envidia que siempre te he tenido por ser tan bella, yo en cambio, lidio con el acné, tomo agua y subo de peso y cada que quiero broncearme termino despellejándome sin importar cuanto bloqueador solar utilice.

—Tampoco te tires al piso para que te levante, ya quisiera yo tus caderas y los rizos de tu cabello, y sobre todo tu carácter, porque el mío solo me mete en aprietos.

—¿Y qué piensas hacer? Ya falta muy poco para la fecha de inscripción a la universidad y no has logrado reunir lo de la matrícula, sabes que si yo tuviera te prestaba, pero apenas lograré juntar lo de mi reinscripción.

—No te preocupes Melo, ya encontraré algo, si no, tendré que esperar hasta el siguiente semestre, lo que me preocupa es que también debo pensar en la renta, ya doña Lucha sabe que vivo aquí y ahora tengo que pagar cada mes o me echará a la calle.

—No te preocupes amiga, yo puedo pagar el siguiente mes de renta en caso de que no consigas algo, pero tienes que darte prisa, no te puedes dar el lujo de ir posponiendo la universidad, entre más tiempo pase, más complicado será que logres matricularte.

Omití decirle lo del problema de las fotografías, no tenía caso, no había nada peor que haber perdido el empleo y para colmo, haber sido acusada de ladrona.

Esa noche no pude dormir, trataba de no pensar, pero las lágrimas escurrían por mis mejillas, trataba de no hacer ningún ruido, para no despertar a Melo, pero sabía que ella de cualquier manera, sabía que estaba llorando.

Cuando amaneció me levanté decidida a encontrar un nuevo empleo, desayuné y tomé mi folder con solicitudes, caminé durante horas, hasta que encontré un hotel de tres estrellas donde solicitaban personal de limpieza, me atreví a entrar a preguntar si todavía estaba vacante el puesto y me dijeron que sí.

Me guiaron hasta una oficina en la que una mujer vestida con muy poca ropa para ser ejecutiva, me recibió.

—Estás muy bonita como para buscar trabajo de limpieza ¿no te parece?

—Es que solo tengo estudios hasta el bachillerato — le dije ruborizada, me molestaba que me juzgaran por mi apariencia física, como si ser bonita fuera un impedimento para ser una buena trabajadora.

—Si quieres te puedo contratar de recepcionista — Me dijo y se acercó tanto a mí que su aliento a tabaco y alcohol me produjo nauseas.

—Sería grandioso — Dije y me hice un poco hacia atrás para alejarme de su aliento, tratando de contener las ganas de vomitar.

—Es muy fácil, yo te voy a enseñar todo lo que tengas que saber y te aseguro que en poco tiempo, vas a aprender.

La mujer se acercó a mí y sin darme cuenta, tomó uno de mis senos con la mano y me lo apretó tan fuerte que por un segundo me tardé en reaccionar.

—¡Suélteme vieja asquerosa! —Le grité y la empujé contra el escritorio.

—¡Lárgate! Pero te aseguro que en unos días vas a regresar suplicando una oportunidad.

Salí corriendo de ese lugar, mi corazón estaba acelerado y las manos me temblaban ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué todo me estaba saliendo tan mal?

Conseguí un diario para ver las vacantes, no había nada que se adaptara a mis necesidades, el único empleo era como camarera en el restaurante de un hotel.

Respiré profundo para tranquilizarme y ubiqué el lugar donde ofrecían el empleo, tuve que tomar un camión porque estaba bastante lejos, eso no me agradaba del todo, pero no tenía más opciones.

Tuve que caminar dos cuadras desde la parada del camión hasta el hotel, le pregunté al guardia de la entrada dónde se entregaban las solicitudes y me envió por la puerta de empleados, algo me decía que estaba perdiendo mi tiempo, pero tenía que intentarlo.

La fila era de menos de diez personas y eso me dio una leve esperanza, al menos tenía que conseguir la entrevista y hacer mi mejor esfuerzo para ganarme el empleo.

Estuve horas formada porque estaban entrevistando y cada una de las personas tardaba de veinte minutos a media hora, todos salían con decepción en el rostro, así que supuse que todavía no tenían el trabajo seguro y eso me daba ánimos para continuar esperando.

La espera se me hizo eterna y al fin llegó mi turno, me pasaron a una oficina, después de la experiencia anterior me puse nerviosa, pero me tranquilicé al ver que dentro había tres personas, así que no había riesgo de ningún tipo de acoso.

—Adelante señorita, ¿me permite su solicitud? —El que parecía el jefe me saludó y me hizo un ademán para que tomara asiento, asentí con media sonrisa y me senté donde me indicó.

—Gracias — Dije tratando de controlar los nervios.

—Dígame, ¿Cómo se enteró de nuestra vacante?

—Lo leí en el diario.

—¿Por qué le interesa laborar con nosotros?

—Porque necesito el empleo y aquí ofrecen plazas de medio tiempo, yo tengo intención de ingresar a la universidad y los horarios que ofrecen se adaptan a mis necesidades.

—¿Qué carrera universitaria piensa estudiar? — Me quedé pasmada por un minuto porque no lo sabía, pero respondí lo primero que se me vino a la mente esperando ser convincente.

Quiero estudiar la Licenciatura en alimentos y bebidas, siempre me ha gustado la hotelería, especialmente en el área de los restaurantes.

—¡Muy bien! Me gusta tu determinación. ¿tienes tiempo para hacer un test psicológico?

—¡Sí claro! — Me entusiasmé porque eso quería decir que había pasado a segunda fase.

Me pidió que pasara con una de las otras dos personas que compartían oficina, me dieron un cuadernillo de preguntas y una hoja de respuestas, comencé a contestar el test, estaba nerviosa, pero muy contenta, sentía que tendría una oportunidad de quedarme con el empleo.

—Terminó el tiempo — Me dijo la psicóloga, por fortuna logré contestar todas las preguntas y solo estaba releyendo para ver que no me hubiera equivocado.

—Espera un momento en la sala que está afuera, vamos a revisar el test y enseguida te llamamos para darte el resultado.

—Sí, gracias.

Me senté y esperé veinte minutos que se me hicieron eternos.

—¿Ana? — Me sobresalté al escuchar mi nombre cuando al fin la puerta se abrió —Pasa por favor.

—Señorita le tenemos buenas noticias, los resultados de su test, salieron excelentes y hemos decidido darle una oportunidad, firmaremos un contrato de prueba por tres meses y después de ese tiempo evaluaremos su desempeño para considerar un contrato permanente.

—Muchas gracias Licenciado — Quería saltar de felicidad.

Firmé mi contrato y me entregaron un uniforme, estaba tan contenta que salí casi saltando de felicidad.

Me regresé caminando por el malecón, ya se estaba poniendo el sol y los colores del cielo se me hicieron como una obra de arte.

Me detuve por un momento a admirar el Fuerte de San Diego una fortificación marítima de traza italiana ubicada en el puerto de Acapulco, Guerrero, México. Fue construido en el siglo XVII con el fin de proteger al puerto de los ataques y saqueos de los piratas, siendo escenario también de episodios de la historia de México como la Independencia, la Segunda intervención francesa y la Revolución mexicana.

Amaba la historia de esa construcción, todavía recordaba cómo una maestra de la educación primaria, nos contaba historias de piratas que llegaban al puerto y eran repelidas desde ese fuerte.

Me distraje tanto que se me oscureció, tuve que tomar el camión para llegar a casa antes de la cena, no había comido nada y mi estómago ya estaba reclamando algo de alimento.

Cuando llegué doña Lucha ya estaba sirviendo la cena, unas deliciosas enchiladas de salsa verde, rellenas de pollo con queso, crema, cebolla y aguacate.

—¡Qué delicia! ¿Cómo supo que las enchiladas son mi platillo favorito?

—Digamos que un pajarito chismoso me dijo que estabas triste y que era una forma de hacerte sentir mejor.

—¡Gracias Melo! Tú siempre buscando la forma de hacerme sentir mejor.

—¿Y cómo sabes que ella fue el pajarito chismoso?

—Porque nadie aquí me conoce tanto como ella y es la única que sabe que, si son enchiladas, tienen que ser verdes.

—¡Si no, no son enchiladas! — Dijimos las dos al unísono y comenzamos a reír.

—Me alegra verte sonreír amiga, ¿tienes buenas noticias?

—Aquí traigo mi nuevo uniforme ¡Ya tengo empleo de nuevo, comenzaré mañana mismo!

Esa noche fue de alegría, estaba contenta porque ya tenía un nuevo empleo, aunque me entristecía no volver a Marco Duran y no sabía por qué su imagen no se iba de mi cabeza, sobre todo sus ojos, esa mirada llena de furia cuando me echó de su hotel, no la iba a olvidar nunca.

Me tuve que levantar mucho más temprano de lo habitual para irme al nuevo trabajo, debía caminar dos cuadras para tomar el camión y luego caminar para llegar al hotel, pero era cuestión de acostumbrarme.

—¡Ya me voy! — Le grité a Melo que seguía en la ducha y bajé corriendo para que no se me hiciera tarde.

Menos mal doña Lucha me preparó un desayuno para llevar.

—¡Llévate esto y te lo comes en el camión! — Me ordenó y yo le correspondí con un beso en la mejilla para luego salir corriendo.

Por fortuna el camión iba casi vacío, me senté y saqué la torta (Pan de sal con jamón, queso, mayonesa, chile y aguacate) que me puso doña Lucha y me tomé el vaso de leche, con eso tendría fuerza para comenzar con mi nuevo trabajo.

Corrí desde la parada del camión hasta el hotel, pero cuando llegué me llevé una desagradable sorpresa.

—Lo siento señorita, no puede pasar, tengo orden de Recursos humanos de que pase a entregar el uniforme.

—¿Por qué? — contesté y sentí que la voz me temblaba.

—No sé qué decirle, en la oficina le informarán.

Llegué a la oficina y ya una asistente me esperaba para que le entregara el uniforme.

—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué me despiden así? — Le pregunté.

—No te debería decir, pero lo voy a hacer para que no vuelvas a pasar por esto, recibimos un boletín que fue distribuido en todos los hoteles y restaurantes del puerto, del motivo por cual que te despidieron del Dreams Resort.

Sentí como si me hubiera arrojado un balde de agua helada sobre la cabeza, ahora nunca podría conseguir trabajo, me habían boletinado, por ladrona, ¿Qué iba a hacer para conseguir un empelo? Salí y me senté en la banqueta, no podía hacer otra cosa que llorar.

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