Capítulo 4. Proceso natural.

Cuando Marcos, la vio salir no pudo controlar su molestia, era la mujer más atrevida y grosera que había tenido la desgracia de conocer, le provocaba ir tras ella y darle nalgadas como si fuese una infante, para ver si de esa manera aprendía a respetarlo y así lo habría hecho, si no es porque uno de sus abogados y amigo lo detuvo.

—Marcos, piensa bien lo que vas a hacer, si le pones un dedo encima a esa mujer frente a testigos, no sabes en qué problema legal puedas meterte, y aunque puedas salir victorioso de cualquier pleito, pasarás un mal rato, además un escándalo puede repercutir de manera negativa en las empresas —se quedó por un momento pensativo tomó la carpeta y  agregó.

» Además, cuando firmó, lo hizo sin darse cuenta y terminó haciéndolo con el legajo de documentos completos, así que Lía Ontiveros, está en tus manos quiera ella o no —pronunció Liam con satisfacción.

—Entonces, ¡Voy por ella! —exclamó Marcos, sonriendo con malicia mientras caminaba detrás de ella, nada le gustaría más que someter a esa odiosa mujer y lo iba a hacer, independientemente de cuanto le costara.

Cuando llegó junta a ella iba entrando al ascensor, la haló por detrás y le tapó la boca para impedirle gritar, la agarraba fuerte para evitar huyera de su lado.

Entretanto, Lía estaba furiosa, metía golpes a diestra y siniestra, sin embargo, la fuerte mano la sostenía con fuerza, no podía gritar porque le tenía la boca presionada. Cuando vio como deshacían el camino andando, intentó de nuevo liberarse, por eso sin pensar en las consecuencias un solo momento, abrió su boca de par en par y le pegó un gran mordisco en la mano, enseguida se escuchó el grito de dolor y el hombre terminó soltándola como si fuera un costal de papa, justo cuando entraron de nuevo en la oficina, otra vez la joven hizo intento de correr hacia la puerta para escapar, más Marcos le impidió el paso parándose frente a ella de forma amenazadora.

—¡¿A caso eres un animal salvaje para que me muerdas?! —gritó molesto, al mismo tiempo se tomaba la mano, para revisar el daño causado por los dientes de Lía.

—¿Y tú quién eres? ¿Un troglodita? Para que me estés cargando como si yo fuera mujer tuya —espetó bastante alterada.

—¡Pues no! Y me lo estoy pensando, pues no quiero unir mis genes con una loca como tú —expresó haciendo un gesto de evidente molestia.

—¿Qué vas a unir los genes tuyos con los míos? ¡Medícate loco! Si ni siquiera deseo trabajar contigo, pese a haberme seleccionado, mucho menos voy a querer tener un hijo con un bestia como tú … —de repente cerró la boca, pues una sospecha creció dentro de ella.

Enseguida los recuerdos de lo sucedido el día de la entrevista, aparecieron como si un dique se hubiese roto, las evaluaciones, pruebas médicas, exámenes psicológicos, los tests de coeficiente intelectual, cada descubrimiento iba encajando perfectamente como si de piezas de rompecabezas se trataran y la verdad terminó abriéndose paso en su mente, armada la hipótesis, sus ojos se abrieron de manera desmesurada.

—¡¿Estabas buscando una mujer para ser donante de óvulos?! —preguntó dando unos pasos atrás con temor, mientras su mente se oponía a cualquier propuesta presentada por ese hombre.

Le costaba procesar, que el trabajo ofrecido por su empresa, se tratara de donar sus óvulos, sin esperar respuesta continúo hablando.

—Lo siento, no estoy interesada en donar mis óvulos, y menos a un hombre tan odioso como tú, contigo no quiero absolutamente nada y mucho menos tener un hijo.

—¿Acaso no me acabas de escuchar? ¿Crees que quiero tener un hijo contigo? —expuso, aparentemente inconforme con la mujer frente a él, más la verdad es que se sentía herido por el rechazo e indiferencia de Lía para con él, solo por eso deseaba obligarla a tener a su hijo, pues a Marcos Estebans, nadie lo despreciaba.

Le molestaba sobre manera la actitud de ella, su forma de despreciarlo como si fuese insignificante, a decir verdad era la primera mujer en no caer rendida ante su evidente atractivo y eso le sacaba de su zona de confort

—Entonces, no tenemos nada por lo cual discutir, ¿Para qué saliste a buscarme si no me quieres de donante de óvulos y yo tampoco deseo dártelos? Estamos de acuerdo en algo y como es así, no tenemos más nada que decirnos, sino adiós —habló retomando el camino hacia la salida.

—¡Detente! —exclamó Marcos—. ¿Piensas que esto es un juego? Por si no te has dado cuenta esta es la realidad, no puedes irte, porque no solo firmaste el contrato de confidencialidad, como no te diste cuenta, en medio de las hojas, tenían separadores de papel carbón y terminaste firmando todos los documentos. Legalmente no solo debes darme los óvulos para fecundarlos, sino también debes prestarme tu útero para implantarlo y lograr el embarazo.

—¡¿Qué?! Estás completamente loco, no voy a darte mis óvulos, tampoco voy a permitir fecundarlos con tus espermatozoides en un laboratorio, menos me lo dejaré implantar, es bueno que lo entiendas de una vez Marcos Estebans, no voy a darte a un hijo, así fueras el hombre más hermoso y rico del mundo. ¿Entiendes o debo repetírtelo en algún otro idioma?  —interrogó con curiosidad.

—Quien no ha entendido bien esto eres tú, número uno, firmaste los contratos …—antes de poder continuar, Lía lo interrumpió.

—Yo no sabía lo que estaba firmando, porque no lo …—se quedó callada al darse cuenta que las palabras a punto de pronunciar, no le eran para nada favorable a ella.

—Nadie te obligó, esta sala está provista de cámaras y audios, los cuales están disponibles para comprobar que firmaste voluntariamente, libre de todo apremio y coacción —expresó burlesco—. Dos, existe una cláusula, que te obliga en caso de incumplimiento a pagar la suma de cinco millones de dólares, sin la negativa ocurre en la fase previa al embarazo.

—¡Yo no tengo esa cantidad de dinero para pagarla! ¿Por qué creen que ando buscando empleo? Si tuviera ese dinero no estaría ahorita en un aprieto económico, es para mí imposible cumplir con esa cláusula —declaró sin poder ocultar su temor.  

—Si no pagas, porque no tienes para responder, entonces deberás pagar con cárcel —declaró sintiéndose complacido al  ver la expresión de derrota en el rostro de la joven.

—¡Yo no puedo ir a la cárcel! Moriría estando encerrada, me encanta ser libre, ¿Qué clase de contrato me hicieron firmar tus abogados? No puedes hacerme esto, debe haber alguna otra solución —pronunció angustiada.

—Nadie te hizo firmar nada y lo sabes, fuiste tú quien lo hizo, por ello la única solución es cumplir con tus compromiso, tener a mi hijo —habló en tono triunfal.

—Es fertilización in vitro —más que una pregunta fue una afirmación, tomó una jarra y se sirvió un vaso de agua, para pasar la angustia, mientras Marcos, la observaba sin perder detalle de su expresión.

—No, estás equivocada, la fecundación e implementación, no será en forma artificial —indicó con tranquilidad el CEO.

—¿Qué quieres decir? —preguntó temiendo su respuesta.

—Muy sencillo, el proceso para tenerlo debe ser natural, tradicional, convencional —Lía lo miraba sorprendido—, es decir, exactamente como un hombre y una mujer tienen a los bebés, ¿Me estás  entendiendo o debo explicarte con muñequitos  —ante sus palabras, la chica escupió el agua llenándole el rostro, ante la expresión encolerizada de Marcos.

  

  «La actitud determina la elección, y la elección determina los resultados». J. Rohn.

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