Open Case N° 07: Zipper down

Dando brinquitos por toda la estación, Jung volvió a su escritorio con una gran sonrisa en su rostro y acomodó algunas cosas del lado de Jason, quién aún seguía en Hong-Kong visitando a sus padres. Vaya que sería un buen día.

La voz de Taylor lo distrajo por algunos segundos y se volvió a ver al mayor, quien ahora le entregaba varios documentos de casos que habían llegado a la estación aquella mañana, los tomó con alegría y comenzó a hurgar entre todas esas fotos de homicidios y escenas del crimen con una sonrisa tan amplia que el Sargento Miller sólo pudo retroceder lentamente, preocupado de que aquel chico realmente fuera un psicópata.

—... Lo lamento. —La mirada del peliblanco fue hasta la entrada de la estación y se posó sobre el Capitán Allen y el tonto Patrick, quien se veía bastante desarreglado... más de lo acostumbrado.

Jung no pudo evitar dejar todo lo que tenía en sus manos sobre su escritorio y correr con alegría hacia donde estaba el alto pelinegro, mirándolo con una enorme, brillante y sincera sonrisa que sólo pudo asustarlo y hacer que un escalofrío subiera por su espalda. Esas sonrisas nunca significaban nada bueno para Baker.

—... ¿Buenos días? —dijo después de varios segundos al ver que el mayor no pronunciaba palabra alguna y sólo lo observaba de aquella adorable, terrorífica, encantadora y perturbadora manera.

—Muy buenos días —dijo, aún más feliz.

—¿Qué pasa conti…? —el pelinegro no pudo terminar su pregunta ya que se vio interrumpido por la mano del más bajo, quien sólo señaló a la pizarra dispuesta en una esquina de la estación, clavando su vista en su propio nombre, el cual era seguido del número "0". Sólo pudo suspirar— Demonios...

Patrick se volvió a mirar al sonriente coreano, entendiendo el motivo de su felicidad, sobando su cuello mientras apretaba sus labios y esperaba por lo peor. Aquella última semana había sido bastante difícil, había estado muy ocupado, Jonathan lo había bombardeado con millones de informes, Taylor no lo había dejado en paz ni un solo día hasta que aceptó ayudar con el entrenamiento de disparo en la academia ya que, sí, esa gente lo necesitaba. Y, como si fuera poco, había enfermado el mismo miércoles al llegar a casa y aquella gripe no parecía querer dejarlo tranquilo. Ahora debía enfrentar las consecuencias de perder la apuesta con Jung, se preguntaba qué demonios había planeado el mayor, Patrick realmente se las había estado poniendo difíciles en el último mes, había tenido tiempo para planear una jugosa vengan...

—Wow... Tú sí que vas al punto, ¿no? ¿No prefieres ir a un sitio más privado? —Patrick habló sorprendido y divertido al ver cómo el más bajo se pegaba a su cuerpo y llevaba sus manos a sus pantalones, bajando la cremallera de estos y volviéndose a verlo a los ojos luego de haber cumplido con su trabajo.

—Eso. —Fue lo único que dijo antes de dar un paso atrás, dejando al de pecas confundido mientras se volvía a ver su cremallera abierta.

—¿Eso? —Señaló su prenda y Jung asintió— ¿Ese es mi castigo por perder esta semana? ¿Llevar el cierre abajo? —Alzó una de sus cejas y el mayor volvió a asentir— ¿Cuál es la trampa? —preguntó desconfiando, el coreano sólo se encogió de hombros.

—Ninguna, sólo debes estar así toda la semana.

—Pero...

—Cuando salgas de casa, cuando vayas a investigar algún caso... Incluso en tu hora de almuerzo. Toda la semana —sentenció con felicidad y Patrick titubeó—. No podrás subirlo sino hasta llegar a casa en la noche y deberás hacer lo mismo al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente...

—¿Quieres que vaya a ver testigos así? —bufó, señalando su pantalón, el cual dejaba ver un poco de su ropa interior y rodó sus ojos luego de que el mayor asintiera con felicidad una vez más.

—Ustedes dos —Jonathan se acercó a los dos y palmeó el hombro del coreano—. Envié a Mark a cubrir un caso que llegó a primera hora, necesito que vayan con él a esta dirección... —Le pasó un papel al peliblanco y se quedó observando al más alto— Tienes... —hizo una seña con su dedo, refiriéndose al cierre del pantalón del menor y éste suspiró.

—Lo sé —dijo en un suspiro de exasperación y tomó la dirección de la mano del sonriente coreano para disponerse a salir de aquel lugar con rapidez.

—Tiene su cierre abajo. —Jonathan se volvió a ver al extranjero y éste le dedicó una brillante sonrisa.

—Lo sabe —dijo feliz antes de seguir al más alto a su auto.

°•°•°•

—¿No es la primera vez que pasa? —Jung alzó una de sus cejas al escuchar lo que Mark decía.

—Hablé con todos los profesores de esta escuela y éste ya es el tercer secuestro del año —habló con desgano—. Los primeros dos niños aparecieron sin vida al lado del río dos días después de haber desaparecido. —Le pasó los informes forenses que le había pedido a los padres— Ahogados.

—Si murieron ahogados, ¿cómo aparecieron al lado del río? —Frunció su ceño— Alguien tuvo que dejarlos allí.

—Es lo que le dije a los padres, pero no quieren escucharme... —Suspiró— Están negados a creer que alguien pudo matar a estos niños, prefieren pensar que fue un accidente.

—Pero... —Jung parpadeó varias veces, sorprendido— ¿Cuánto tiempo tiene desaparecido este niño? —Decidió enfocarse en la nueva víctima y Mark chasqueó su lengua.

—Un día... —Se cruzó de brazos.

—Claro... No hay presión —bufó— No es... ¿Qué demonios hace Patrick? —Ladeó su cabeza al ver que el menor apretaba su móvil en su puño y miraba al piso fijamente. Mark se volvió a verlo también y frunció su ceño.

—¡Pat! —El americano llamó, haciendo que el más alto reaccionara repentinamente y guardara su móvil en el bolsillo de su chaqueta.

—¿Tienen algo? —preguntó luego de acercarse, guardando sus manos en sus bolsillos y mirando a sus dos compañeros intercaladamente.

—No mucho... —Jung negó distraídamente mientras miraba dentro del salón de clases.

—El director me dijo que los niños suelen volver a casa en grupos. —Patrick se paró detrás del coreano y se inclinó sobre el hombro de éste para ver dentro del salón de clases también— Si este chico desapareció de camino a casa, entonces sus amigos deben de saber algo —habló bajo y Jung asintió.

—Será mejor hablar con ellos por separado. —Jung apretó sus labios y Patrick asintió, luego sorbió su nariz y se apartó del mayor.

—Hablen con los niños, yo iré a hablar con la profesora un momento. —Mark indicó, viendo cómo Jung le tomaba la palabra y se adentraba en el salón de clases— ¿Estás bien? —preguntó luego de que el peliblanco se alejara, Patrick guardó silencio por algunos segundos.

—Sólo es gripe... —dijo bajo y Mark frunció su ceño.

—No hablo de eso —reprochó y el menor tragó fuerte—. Sólo dime.

—... Sigo recibiendo esas llamadas —admitió, volviendo a mirar al piso con una extraña expresión—... Está bien —habló antes de que Mark pudiera responder—. Lo tengo bajo control. —Le sonrió extrañamente y se dio la vuelta para seguir al coreano dentro de aquel salón, sorbiendo su nariz una vez más y aclarando su garganta.

—Pat... —llamó una vez más y éste se detuvo, aún sin mirarlo— Tu cierre está abajo. —Soltó de repente y Patrick suspiró.

—Lo sé —dijo bajo y siguió su camino.

Mark apretó sus labios y miró por aquella puerta antes de, de hecho, darse la vuelta e ir a hablar con aquella profesora que había visto al llegar a aquel colegio. Por alguna razón se sentía un poco inquieto.

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