Capítulo 5.

— No sé cómo consiguió mi número Roxanne.

Estamos aún en la casa de la fraternidad. Esta vez en una enorme sala de estar rodeadas de lujo y champán. Siento la mirada de todas las chicas sobre mí. Yo...bueno, me limito a tomar de mi copa y no parecer tan sorprendida cómo lo estoy ahora mismo.

— Debe tener sus...recursos.

Me dice divertida. Si, eso no lo pongo en duda. Pero. Aún así, es muy raro.

— Señorita Barrymore.

Me sobresalto. Me volteo y veo a Mona seguida por otras dos arpías que me juzgan al igual que ella. Me sonríe con ese tipo de sonrisa que es capaz de contaminar el aire de tanta hipocresía. Yo igual sonrío. Total.

En el juego de mentir. Yo estoy en una posición superior.

—¿Si?— Pregunto con una sonrisa que hace brillar el lugar.

—No sabía su... relación con el líder de los Ícaro. Es...toda una sorpresa.

Para mi igual cariño. Créeme. Sonrío un poco para discimular.

— Si...nos conocimos ayer. Creo que hoy será nuestra primera cita oficial.

Mona sonríe de manera...no lo sé. De manera que me hace sentir incómoda. Toma un trago de su copa. 

— Bueno...solo espero que seas lo suficientemente inteligente para retenerlo querida. Con él...tu futuro está asegurado. Aunque la verdad...

Me mira de arriba a abajo haciendo un mohin con sus labios. Termina una vez más en mis ojos.

— No sé que tanto te vió.

¡Auch! 

Ellas y las arpías se ríen a carcajadas pero me dejan sola una vez más. Roxi me mira con tristeza. Nadie se burla de ella de esa forma porque ella es hermosa, inteligente y rica. Virtudes que yo...bueno, carezco de ellas. Pero no me importa, hay más virtudes que solo esas. Le resto de la velada es sin más encuentros incómodos. Una que otra chica me mira discimuladamente y cuchichean . A las ocho en punto mi móvil suena una vez más. Su número se puede leer la pantalla. Trago en seco y contesto. No digo absolutamente nada. Escucho como le da la calada a su cigarro.

— Estoy afuera esperándote.

¿Qué? ¿Cómo sabe que estoy aquí?¿Cómo es posible que él pueda saber en tiempo real dónde carajos estoy? No sé si es romántico o... pervertido. 

Sonrío.

— Ahora mismo salgo.

Cuelgo. Miro a Roxi la cual está comiendo fresas naturales. 

— Él está afuera.

Ella alza una ceja mientras traga una fresa.

—¿Afuera?—Asiento en silencio.—¿Cómo sabe dónde estabas?

— No tengo la menor idea.

— Eso es malo Annie. O tienen personas que te vigilan todo el tiempo. O...

—¿O?

— Bueno... son capaces de usar la ubicación de tu móvil.

Miro el móvil en mi mano. Debo tener cuidado con ellos.

— De todas formas no te preocupes hoy. Está haciendo esto para impresionarte.  Cómo para mostrar que tiene interés en tí.

Tuerzo un poco mi boca pensativa. Si, lo sé. Él quiere meterme en su cama para demostrar que puede tener a la niña que lo golpeó en la cara.

—¡Cómo sea! Mejor me voy yendo.

— Si. Un beso grande. Cuídate Annie.

Roxi me abraza fuertemente. Me separo un poco de ella y tomo mi bolso. Salgo de la sala y estoy en el vestíbulo de la enorme casa.

—¿Ya te vas Barrymore?

Alzo mi vista del suelo. Mona me mira con sus manos cruzadas. 

— Si...ya...mi cita llegó.

No dice nada más. Yo tampoco. Paso por su lado y abro la puerta de madera blanca con cristales de colores en el centro. El frío de la noche golpea mi piel desnuda por el vestido corto que llevo puesto. Zain está fuera de la casa esperándome en su auto. Se baja de este y viene a la entrada de la casa. Alzo mis ojos hasta los suyos seria. No puedo evitar estar nerviosa.

— ¿Lista?— Me pregunta mientras me tiende su mano. La tomo y él la besa.— Vamos.

Sin soltarme la mano me conduce hasta su auto. Abre la puerta del copiloto y me indica para que suba. Sonrío un poco y eso hago. Subo a su auto y él cierra la puerta. Miro hacia la entrada de la casa. Varias chicas están a la espectativa de absolutamente todo lo que está pasando. Zain sube al auto y enciende el motor. 

— Al parecer...has hecho muchas amigas.— Miro los ojos de Zain. — Es que nos miran.

— Si...muchas no pueden creer que vaya a salir contigo. 

—¿Por qué?— Me pregunta realmente confundido,yo...no respondo. Abro y cierro mi boca sin saber bien que decir.

— Bueno...no...no lo sé. Supongo que como soy una estudiante becada.

—¿Eres becada?—Lo miro detenidamente. Él me mira fijamente con las manos en el volante.

— Pues...si. ¿Por qué?

— Nada. Es que...usas ropa cara.

—¡Ah! Si, pero gracias a mi amiga. Mira es ella.— Señalo a Roxanne la cual sigue comiendo fresas. La saludo con un gesto de mano y ella hace lo mismo. Miro a Zain. Él la mira de arriba a abajo. No puedo creer que la esté chequeando en mis narices. Vuelve a posar sus ojos en mí. Me sonríe.

— Cómo sea. Mejor nos vamos.

Sale del borde de la calle y maneja en silencio hasta un enorme restaurante cerca del lago artificial. Puedo leer un cartel con letras en neón; La favorita. Abren la puerta del auto, veo la mano de él. La tomo y salgo. No aparta su mano de la mía mientras le da la llave del auto al chico de la entrada. Llegamos a la recepción y dice su nombre. Rápidamente una camarera nos indica nuestros asientos fuera del local. Más bien pegados a un muelle a la luz de la luna, es muy... romántico. La mesa es circular,tiene un mantel blanco y unas velas en el centro. Él me ayuda a sentarme y luego se sienta frente a mí. Veo dos sillas más libres.

—¿Esperamos a alguien más?— Pregunto, él no dice nada, solo mira la carta de vinos y le indica el nombre de uno a la camarera, toma la carta y se despide de nosotros inclinando levemente la cabeza.

— Nos acompañarán dos personas más. Espero que no te moleste.— Sonrío un poco. Tomo de mi agua.

— No para nada.

No digo nada más, nuestro vino llega, el sommelier nos lo sirve y luego se retira. Tomo un trago.

¡Puaj! Está muy malo. Es vino tinto. No estoy acostumbrada a beber vino.

—¿Te gusta?

Sonrío un poco. Trago el sorbo de vino y trato de no hacer gestos de asco.

— Si...está muy bueno.

Él me sonríe igual.

— Sentimos el retraso. Misa no sabía que vestido ponerse.

No...no, no por favor. Esa voz, esa voz no puede pertenecer a quien creo que pertenece.

— Llegan tarde.— Zain los mira molestos.

— Por favor Zain. Deja el drama. Ni que fuera el fin del mundo.— Escucho decir a Misa a mis espaldas. Por lo visto, no me ha reconocido.

Ellos se sientan en la mesa. Misa y Andreu reparan en mí. Ella no puede evitar el gesto de disgusto en su rostro. Se voltea a mirar a su hermano.

—¿En serio la invitas a salir luego del espectáculo de ayer?—Zain bebe tranquilamente de su vino, mira a su hermana con sus manos entrelazadas sobre el posabrazos de su silla.

— Es mi manera de disculparme con ella por tu juego de mal gusto Misa.— Ella ríe. Hace una mueca de asco.

— No me mientas Zain. Tú te la quieres follar.

Un golpe seco hace que me sobresalte. Miramos a Andreu. Este está serio mirando fijamente a Misa.

— Te dije que esta noche no quiero problemas Misa.

— Pero...

— Un comentario fuera de lugar y nos largamos.¿Está claro?

Misa aprieta su mandíbula con todas sus fuerzas pero no dice nada más. Levanta la mano para llamar a un mesero. Este llega, ella le pide un menú y le sirve una copa de vino. Bebe de su vino en silencio y no me vuelve a molestar.

— Bueno...— Volteo a mirar a Zain. Andreu está más calmado leyendo su menú y bebiendo de su vino.— Debes estar emocionada por el comienzo de las clases¿No Annie?

— Si, la verdad que esta ha sido una oportunidad única.

— Qué bien. Yo estoy en mi último año, al igual que Andreu.— Lo miro, él está muy serio, desvía un instante sus ojos del menú pero se vuelve a concentrar en él.

—¿Qué carreras estudian?

— Yo estudio Administración de empresas.

No sé porqué no me sorprende.

— Misa Literatura Inglesa y Andreu Psicoligía.

—¿Psicoligía?— Pregunto realmente interesada. Andreu me mira un instante detenidamente. 

— Si¿Por qué te sorprende?

— Por...por nada. Solo que es una de las carreras más difícil hoy en día, es todo.

—¿Y?

Abro mi boca sin saber que decir. No entiendo por qué él está siendo tan borde conmigo. Yo...yo no le he hecho nada.

— Nada... olvídalo.

—¿Qué estudias tú Annie?

Me pregunta Misa.

— Química.—Responde Zian por mí.

—¿Química?¡Vaya! Cómo ese chico que era un genio que desapareció hace dos años atrás.

Mi corazón se siente apretado. Mi estómago se cierra por completo. Mis manos comienzan a sudar. Misa se queda pensativa.

—¿Cómo se llamaba?

— No sé de qué hablas Misa.—Zian la mira muy serio respirando con dificultad. Él la mira como con...miedo

— Si Zian sabes de quien hablo. Él estaba en la hermandad. Su nombre era...¡Ah!¡Ya recordé! Ray. Su nombre era Ray.

Zian se levanta de la mesa abruptamente. Las copas tiemblan sobre la mesa. Misa lo mira con los ojos abiertos. Andreu no ha movido un músculo de su rostro. Yo...yo estoy aguantando con todas mis fuerzas las ganas de levantarme de la mesa y salir corriendo. Mi autocontrol está a mil por hora para impedir que ataque a preguntas a Zian. Este no hace más que respirar con fuerza mirando a Misa. La señala con el dedo.

— Necesito que te retractes ahora mismo de tus palabras.

— Pero...

— Escucha bien Misa Monsanto. Esa persona nunca existió¿Quedó claro?— Ella trata de hablar,pero Zain con un gesto de mano lo evita— ¿Quedó claro?— Pregunta mucho más calmado y en voz baja la cual suena más bien como una amenaza. Misa entiende.

— Lo siento hermano.  A veces...digo estupideces.

Zian luce más calmado. Se vuelve a sentar en la mesa y retoma su sonrisa brillante. 

— Annie. Perdona a mi hermana. A veces, no sabe lo que habla.

Trato de calmarme. La voz no me sale así que solo sonrío y bebo del asqueroso vino. 

La cena transcurre con tranquilidad. Nadie vuelve a hablar en el resto de la velada. Se siente una tensión que puede ser cortada con un cuchillo. Mi apetito es cero pero me obligo a comer un poco. En un momento de la noche mi pie choca por debajo de la mesa con el de Andreu. Miro sus ojos. Él no me mira ni un instante. Yo vuelvo a mirar mi plato. Luego de la cena llega el postre. Pido permiso para ir al baño.

Me levanto y camino hacia el lavado. Llego a los lavamanos. Me miro en el  espejo. No puedo evitar llorar.

Es...es verdad.

Siempre sospeché de esa m****a de hermandad. Pero ahora que sé que Ray si estuvo ahí duele.

Duele saber que estás sentada en la misma mesa que tu enemigo. Y lo peor de todo.

Es que le debes sonreír.


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