Amor y venganza
Amor y venganza
Por: Veramirz
Capítulo 1

Hade Smith

Mi día comienza al escuchar el sonido del despertador, ese que tanto odio, pero por suerte o desgracia lo escucho sonar cada mañana.

Me remuevo con molestia entre las sábanas, deseando que el tiempo se detenga y me permita disfrutar un poco más, pero eso nunca sucede.

Sin una pizca de ánimo y a regañadientes me levanto de mi cama y me dirijo hacia el cuarto de baño para tomar una ducha.

«¿Por qué tienen que existir los lunes?»

Arrastrando mis pies y con mis hombros caídos vuelvo a mi habitación para cambiarme.

Hago mi elección en cuestión de segundos sin trabajo alguno, sacando de mi clóset unos pantalones de mezclilla azul oscuros, una camiseta sencilla de color rosada y mis habituales zapatillas blancas. Aliso un poco mi cabellera rubia y luego roceo perfume en mi cuello.

Bajo las escaleras con mi mochila entre las manos para dirigirme a la cocina a desayunar, con la esperanza de que mi padre esté en ella esperándome. Las mismas esperanzas que desaparecen, como cada mañana, en el momento que veo una nota pegada en la puerta del refrigerador.

"Hoy vuelvo tarde, cuídate y buena suerte en la escuela."

                                        Marcos

Dejé la nota en el mismo lugar y solo me dediqué a servirme jugo de manzana en un vaso mientras dejaba escapar un suspiro de decepción.

Una vez más vuelvo a estar sola. Creo que debería haberme acostumbrado a este sentimiento hace mucho tiempo, pero sindo sinceros quién se acostumbra a esta soledad y vacío.

Hace unos años mi padre y yo pasábamos más tiempo juntos, nos divertíamos mientras salíamos al parque o ibamos a comer, pero todo cambió desde el momento en que fue ascendido y removido de su puesto de trabajo.

Poco a poco pasé a un segundo plano y él se volvió cada vez más distante, nuestra relación había decaído casi por completo. Su nuevo empleo requería de mucho tiempo, mientras que yo era sólo una niña que buscaba la atención de su padre.

Por otra parte, siempre me he preguntado que se sentiría tener una madre. A pesar de que tuve una infancia feliz, eso es algo que me hubiera agradado tener en ella.

Fueron muchos los momentos en que necesité de una, un abrazo, un consejo o simplemente que estuviera para mí cuando fuera preciso. Pero lastimosamente la vida no me concedió ese regalo.

Mi papá me explicó que mi madre murió unos meses después de que yo naciera por problemas de enfermedad.

Algo que me hace sentir mal, es que nunca he visto ni siquiera una foto suya, no conozco a mi familia por parte materna. En realidad no sé nada de ella, mi padre siempre evade el tema cuando se lo menciono, sin siquiera darme una explicación logica.

Resignándome a mi forma de vida, como siempre he hecho, tomo mi celular en las manos para revisar mi i*******m. Esto es algo que suelo hacer con frecuencia, me entretiene bastante y me ayuda olvidarme de los problemas que me rodean.

Doy un respingo en el asiento al ver la hora en mi celular. Al parecer me entretuve demasiado, es increíble que siempre me ocurra lo mismo.

Me levanto apresuradamente colocando mi mochila sobre mis hombros para salir de camino a la escuela.

Llego un poco agitada, producto a la velocidad con la que vine desde que salí de mi casa, pero me doy cuenta que mi esfuerzo no fue en vano, ya que las clases aún no comienzan.

Modero mi paso al habitual para normalizar mi respiración mientras camino a mi casillero para sacar los libros que utilizaré.

Introduzco mis cuadernos en la mochila y la colocó en uno de mis hombros torpemente mientras cierro la taquilla.

Apenas me había dado la vuelta cuando un leve golpe en mi hombro hace que mi bolso caiga al suelo.

—Disculpa, iba entretenido y no me di cuenta —dijo Nick, el chico que al parecer había sido el causante de que mis libros terminaran en el suelo.

Él se puso de cuclillas y luego de recoger todos mis libros, los guardó dentro de la mochila y me la entregó con amabilidad.

—En serio, lo siento mucho.

—No importa, no fue nada grave, no tienes que preocuparte. Muchas gracias por recogerlos —dije un poco incómoda.

—No fue nada. —Sonrió—. Por cierto quería preguntarte... —El sonido de la campana avisando que las clases comenzarían, interrumpió las palabras del chico.

—Me tengo que ir, disculpa.

—Oh claro, yo... también debo irme. Espero que nos volvamos a encontrar linda —giñó uno de sus ojos para luego darse la vuelta y emprender su camino.

«¿Qué rayos ha sido eso?»

Nunca he tenido relación con Nick, por no decir que era ignorada por él hasta hace unos minutos atrás.

Él es uno de los jugadores de fútbol de la escuela, por lo que entra en la lista de los llamados "chicos populares". Aunque a decir verdad, no soy una persona que tenga muchos amigos, siempre he sido muy callada. La mayoría de las veces se me puede apreciar con las narices dentro de algún libro o con los auriculares puesto, lo que me define como una completa aburrida ante los ojos de los demás chicos de mi edad.

A pesar de esto no diría que tengo una mala relación con mis compañeros de la escuela, solo soy diferente y no compartimos los mismos hábitos, pero si soy capaz de mantener una que otra conversación con ellos.

Por suerte al entrar al laboratorio de química el profesor Andersson no ha llegado aún.

Paso repetidas veces la mano por mi cabello para evitar que éste se vea mal y me acerco a la mesa donde se encuentra Emma, mi mejor y única amiga desde hace varios años ya. Ésta al verme me recibe con una sonrisa cálida en su rostro, señalando un puesto vacío a su lado para que yo tome asiento.

—Deja adivinar, ¿te entretuviste en i*******m, no es así? —dijo soltando una risita divertida y yo asentí mientras hacía un puchero de forma infantil—. No sé como te puede suceder todos los días lo mismo. Pero en serio eres afortunada de que el profesor Andersson no haya llegado aún, se pasaría horas requiriéndote por la llegada tarde y su rostro se pondría rojo como si fuese a explotar en cualquier instante. —Solté una pequeña carcajada al ver la expresión que hacía Emma con su rostro.

—Tienes razón, solo me ha llamado la atención en una ocasión, pero su sermón duró aproximadamente media hora —volteé los ojos hacia arriba y me dejé caer con frustración en la silla—. Bueno, cambiando de tema. ¿Cómo se encuentran tus padres?

—Oh, están muy bien a decir verdad, la situación entre ellos ha mejorado muchísimo en estos últimos meses. —El brillo de felicidad en sus ojos acompañado de una tierna sonrisa me podía asegurar que estaba siendo sincera conmigo.

—No sabes cuanto me alegro, ellos han sido como unos padres para mí, les tengo mucho aprecio.

—Lo sé. —El sonido de la puerta al abrirse se hizo presente, mostrando a nuestro querido profesor de química con su mal humor característico.

Y así comenzó mi semana, con la escandalosa voz del profesor y los resoplidos y quejidos de los estudiantes.

Las demás clases pasaron realmente rápido, mientras que ésta duró toda una eternidad en mi opinión.

Al parecer hoy saldría más temprano de la escuela, pues la última clase a la que debía asistir era Matemáticas y la profesora encargada de impartir la materia no se pudo presentar por problemas personales.

Una vez que escuché la información por parte de la secretaría del instituto, sin perder tiempo tomé mis pertenencias y me fuí en dirección a mi casa después de despedirme de mi amiga.

Aún era muy temprano para que mi padre llegara, así que me preparé mi propio almuerzo y subí a mi habitación para adelantar los deberes mientras escuchaba música y al terminar seguro acabaría leyendo algún libro como de costumbre.

Estuve un par de horas de esa forma, justo hasta que cayó la tarde.

Me cambié de ropa a una deportiva, tomando una botella con agua y mi celular con los auriculares, para salir de la casa hacia el gimnasio que siempre frecuentaba.

Esta vez pasé más tiempo de lo que normalmente suelo estar, debido a que mi rutina de ejercicios había cambiado a una un poco más fuerte.

Cuando salí del local sentí mi piel estremecerse al hacer contacto con el frío aire, el mismo que se encargaba de arrastrar las hojas caídas de los árboles por las calles. Abracé mi cuerpo con las manos mientras apresauraba mi paso, hasta que una voz masculina llamó mi atención.

—Deberías de abrigarte o pillarás un resfriado, solo lo digo como experiencia —dijo Nick mientras levantaba las manos en señal de inocencia y mostraba una pequeña sonrisa.

—Sí, tienes razón. La temperatura ha cambiado bastante —dije continuando mi camino y apresurando un poco más mi paso.

—Puedo acompañarte hasta tu casa, si no te molesta claro.

—No, no hay problema, claro que puedes acompañarme.

—Sé que ahora mismo debes hacerte muchas preguntas, sobre todo por qué te hablo de la noche a la mañana. —Me miró un poco apenado y yo ladé la cabeza para luego asentir—. Te puedo asegurar que no tengo malas intenciones, solo quiero hacer nuevos amigos y me han dicho que eres una chica estupenda —reí irónicamente ante su comentario.

—Ya claro, ¿y eso te lo dijeron los profesores, no? Porque son las únicas personas que tienen esa opinión de mí creo.

—Por supuesto que no, eres una chica muy inteligente y bastante linda también. —Desvié mi mirada al suelo para evitar que notara lo sonrojada que se encontraban mis mejillas y la temperatura no ayudaba mucho que digamos tampoco—. Me gustaría que nos conociéramos un poco más, te aseguro que no todos los deportistas somos tontos —dijo regalándome una sonrisa sincera e introduciendo sus manos en los bolsillos de su abrigo.

—Estoy segura que no. —Detuve mis pasos y me giré sobre mí mismo eje en su dirección para quedar de frente a él—. Ésta es mi casa, hemos llegado. Muchas gracias por acompañarme.

—Fue todo un placer —asentí lentamente y me di la vuelta, pero antes de que pudiera caminar éste habló otra vez—. Hade, ¿te gustaría que nos viéramos mañana, en la cafetería de la escuela? —Entrecerré los ojos un poco y mordí la esquina de mi labio inferior.

—Disculpa si suena un poco grosero lo que te voy a decir, esa no es mi intención, pero no soy de tener una cita con chicos que apenas conozco. Solo aceptaré si es un encuentro de amigos, solo eso. —El sonrió de forma tierna ente mis palabras y levantó su mano derecha.

—Prometo que solo será como amigos. Nunca te faltaría el respeto, no soy de esos. —Mordí el interior de mis mejillas reprimiendo la risa al ver el acto tan infantil que acababa de hacer al levantar su mano.

—Vale, nos vemos mañana entonces. —Le di la espalda y caminé hacia mi casa, pero entonces me surgió una duda.

«¿Cómo sabía él mi nombre?»

Me di la vuelta rápidamente para preguntarle, pero ya se había ido.

Sacudí mi cabeza para alejar cualquier teoría sin sentido, que mi brillante mente creaba con frecuencia.

«Debo dejar las películas por un tiempo.»

Sé que no conocía de nada a Nick hasta esta mañana, pero supongo que un encuentro con él a plena luz del día en la cafetería de mi escuela no me matará. También necesito hacer nuevos amigos, es algo que me he planteado muchas veces en estos días.

Cuando entré a mi casa noté que la televisión estaba encendida, por lo que deduje que mi padre ya había llegado.

Caminé hacia la cocina para ver si se encontraba allí, pasaba más tiempo en ella que en su habitación u oficina.

Como había imaginado allí estaba. Recostado de una de las paredes con una de sus manos acunando su mentón. Cuando notó mi precensia su semblante cambió por completo, es como si hubiera estado preocupado por algo realmente importante y ahora lo quisiera ocultar.

—Hola papá. ¿Pasa algo? ¿Está todo bien? —pregunté apoyándome sobre la mesa.

—Hola Hade. No, todo está bien, son cosas del trabajo. ¿Vienes del gimnasio? ¿Cómo fue tu día hoy?

—Sí, recién terminé con la nueva rutina de ejercicios en el gimnasio —dije recogiendo mi cabello en una coleta alta—. Hoy fue un día... normal, creo. ¿Cómo te fue en el trabajo? ¿LLegaste hace mucho tiempo?

—Oh, me fue bastante bien, pero ya sabes, ahora tengo mayores responsabilidades en la editorial, eso es todo. —Rascaba su barbilla con frecuencia, eso solo lo hacía cuando estaba nervioso—. Llegué hace menos de una hora, te estaba esperando para cenar, pero por lo que veo tomarás una ducha antes.

—Sí, estoy muy sudada. Cuando termine puedo preparar algo para los ...—Mis palabra fueron interrumpidas por las de él y mis esperanzas destruidas por completo.

—¿No te molesta si no te espero para cenar? Estoy muy cansado y mañana debo madrugar. —Miré hacia al suelo mientras jugaba con los dedos de mis manos, evitando reflejar mi clara decepción.

—Por supuesto, no pasa nada, puedes adelantarte. —Dejé escapar un suspiro mientras  asentía—. Supongo que nos veremos mañana.

—Lo siento, en serio, pero estoy muy cansado. Por favor no te enojes conmigo —negué con la cabeza y sonreí mirando su rostro.

—Entiendo, ve a descansar cuando termines tu comida. Te quiero.

—Vale, yo... yo tambien te quiero.

Subí las escaleras hacia el segundo piso para entrar al cuarto de baño y refrescar mi cuerpo con una ducha.

No pude evitar pensar en la reacción de mi padre esta noche, se comportó de una forma extraña mientras hablábamos. No puedo juzgarlo, soy conciente del gran sacrificio y dedicación que demanda su trabajo, lo que obviamente puede generar estrés, pero estoy casi segura que está pasando algo más que él no me dijo.

Salí de el cuarto de baño hacia mi habitación y una vez que me puse mi pillama de dormir opté por no bajar a cenar, había perdido el apetito por completo. No quería tener que sentarme a comer sola una vez más.

Dejé caer mi cuerpo sobre la cama, sintiendo la suabe tela de la sábana que la cubrían rozar mi espalda. Extendí mi mano hasta la mesita de noche para alcanzar mi celular y revisar mis redes sociales.

«Debe ser cierto esto de que el internet se puede convertir en el vicio de alguien»

Debo admitir que esta vez no estuve mucho tiempo en el i*******m, o por lo menos no el que suelo estar. Solo pasaron algunos minutos para que quedara profundamente dormida.

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