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Capítulo 7

- de verdad no sé cómo me dejé arrastrar aquí - me quejé, estábamos en una discoteca, cuando salimos de la Universidad a Estefanía se le ocurrió que como era viernes, debíamos de ir a celebrar, nada más y nada menos, que estar vivas. Ahora estoy aquí, el hedor del sudor que ahora me persigue a todos sitios. Antes, cuando iba a una discoteca, mis guardaespaldas no dejaban que nadie se acercara a mí, y luego me metían en un reservado, eso las pocas veces que lo hacía. - donde quiero estar es en casa, durmiendo

- pero eso no puede ser- me pellizco un cachete, ya estaba medio achispada- eres muy joven Lunita, si te quedas encerrada, te pones viejita - se rio compulsivamente - además, te tengo una sorpresa - empujo mi hombro para que me volteara hacia la puerta - mira quien acaba el llegar, hace un rato me llamó por teléfono, preguntando por ti - lo dijo con intención - así que le dije donde estábamos y vino corriendo.- se calló por un momento-

Después de maldecir, eso no lo entendí. Pero bueno, lo importante es que está aquí.

- hola, chicas - saludo Gabriel - se fueron y me dejaron solo - estaba arreglado para salir, no utilizaba sus típico pulóver de algodón, tenía puesta un pantalón negro muy ceñido, una camisa blanca abierta en el pecho y unas botas de motero.

- m****a - dije mirándolo embobada, me tapé la boca, dándome cuenta de que había hablado en voz alta - díganme que no dije eso en voz alta- Gabriel puso el dorso de su mano en su boca para ocultar su sonrisa.

- no te sientas mal - me dijo Estefanía - yo también lo pensé, pero mi filtro cerebral funciona.- me alejé caminando de dónde se encontraban ellos, tratando de llegar a la barra, pero no podía, las personas no me dejaban avanzar.

- Luna - me gritó Gabriel - Luna detente - logré llegar a la barra empujando a cuanta persona se me puso delante.

- un gin-tonic, fuerte por favor - le pedí al barman

-¿en serio tienes que tomar alcohol?- pregunto Gabriel posicionándose en mi espalda, no pegado a mí, solamente ahí, de pie

- necesito borrar la vergüenza

- no sé por qué vergüenza, yo te dije que me gustas, así que se siente bien que tú pienses lo mismo, eso de los amores platónicos, la friendzon y los no correspondidos no vienen en mi lista de deseos de Navidad - terminando el de hablar llegó mi trago, di un sorbo bastante grande y me ardió en la garganta.

- de igual forma, estoy avergonzada - él me aparto el pelo se la espala. Se acercó a mi oído y aspiro mi aroma

- me gusta que me mires de ese modo, quiero que siempre me mires así.- beso mi cuello y sentí que el alcohol se me fue a la cabeza. Tiene que ser eso, mi cuerpo se calentó, y mis mejillas ardieron, sentí como mis bragas se mojaron.

- creo que necesito ir al baño- termine de beberme el trago de un sorbo, salí caminando y él detrás de mí- ¿dónde crees que vas Gabriel?, voy al baño, no puedes ir conmigo

- solamente te voy a esperar afuera- se paró al lado mío - así como estas vestida no quiero perderte de vista. - ahí recordé la ropa que tenía en mi cuerpo, era algo que Estefanía había elegido por mí, parecía más ropa de prostituta que de universitarias, pero según ella, era con lo que se estaba a la moda y yo no quise llevarle la contraria. Como tampoco se la lleve a Gabriel, entre en el baño y él se quedó. Esperándome en la puerta. Típico baño de discoteca estaba sucio y lleno de personas. Entre en uno de los cubículos y orine sin sentarme en el váter, mis bragas estaban mojadas, era incómodo así que las quite y las guardé en mi cartera. Yo nunca hubiera hecho esto, pero el valor que da el alcohol puede provocar estas cosas, salí y Gabriel estaba donde mismo lo dejé.

- eres peor que un perro guardián - perdí un poco el equilibrio y él me estabilizó

- creo que no deberías beber más, ya estás un poquito contenta- lo apunté con el dedo

- ¿sabes que? Creo que tienes razón, no debo beber más.

- me agrada que seas tan dócil- me dijo él - eso facilita mi vida.

- ¿a qué te refieres?- le pregunté

- a que Estefanía me pidió que te llevará a casa, ella dice que fue a resolver un asunto de vital importancia.

- esa manía que tiene Estefanía de pedirte que me lleves, como si fuera una cría. - definitivamente el alcohol no me asienta - pues no voy, no pienso ir a ningún sitio.

- bueno, si estás tan decidida, creo que podríamos quedarnos un poco más - él se dirigió al área de las mesas

-¿dónde crees que vas?, yo quiero bailar- le dije

- pues baila, yo solo voy a mirarte.- se sentó, yo fui a la barra y me pedí otro trago, no había bebido tanto, como dos tragos antes de que él llegará, uno hace un rato y este, pero parece que los nervios junto con el alcohol me estaban jugando una mala pasada. Fui a la pista y comencé a bailar como loca, algunos chicos se comenzaron a acercar a mí eso a Gabriel no le hizo gracia, se puso de pie y camino en mi dirección.

- creo que ya es suficiente Luna, vamos a casa- su voz sono fría como el hielo

- no quiero - me negué rotundamente.

- ya vamos - me sujetó por el brazo

- ¿no escuchaste que no quiere irse? - pregunto uno de los chicos que estaba bailando cerca de mí

- no es de tu incumbencia, siguen en tus asuntos

- le respondió Gabriel señalando a una chica rubia que estaba con él, me tomo del brazo y me saco del lugar a rastras, tan deprisa que mi abrigo se quedó dentro. El frío de la noche me aclaro un poco la cabeza

- lo siento - me disculpé con él - me estoy comportando como una niña - él caminaba en silencio, llegamos al estacionamiento y se acercó a una moto, era genial, como las de las películas, tomo un casco y me lo lanzó, apenas lo cogí, entre lo torpe que soy y los tragos apenas podía mantenerme bien en pie.

- linda moto, pero no puedo subirme ahí - me quejé

- se puede saber por qué - él se veía molesto

- ¿has visto como estoy vestida?

- no me interesa, súbete a la maldita moto - en realidad su carácter se transformaba en fuego. Iba a hacerlo, camine a la moto, pero luego recordé que no tenía bragas

- no puedo, de verdad no puedo Gabriel

- hasta ahora mismo estabas bailando con esos tipos sin importarte tu ropa, y ahora no puedes subirte en la puta moto.

- lo siento - me acerqué a él para darle el casco - me tendió un abrigo, por mi tamaño me cubriría una parte de mis piernas

- poner esto, debe arreglar el problema.

- no es eso - me estaba poniendo más nerviosa, y el alcohol me tenía mareada.

- ¿entonces que es? - me estaba gritando

- no tengo bragas - le grite de vuelta - feliz, ya te lo dije - respire, lo mire y me estaba viendo con los ojos muy abiertos

-¿qué acabas de decir?

- no voy a repetirlo, estoy segura de que escuchaste perfectamente lo que dije

- si lo escuché, lo que no puedo es creerlo.- se volteó y colocó su casco sobre la moto. 

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