Trabajar con el? Cap 4

Camino distraída por el viñedo de mis padres. Viaje a Polonia por el cumpleaños de mis hermanos y estoy tan absorta en mis pensamientos que no noto cuando uno se me acerca, entre el gentío que hay en la fiesta.

—Hermana, ha llegado este paquete para ti— mi hermano Craig me extiende la pequeña caja que sostiene en sus manos y la tomo alerta.

Me dirijo a la casa para tener más privacidad, es raro que me llegue un paquete aquí, mi residencia desde hace varios años es en Francia por lo que extrañada abro de a poco la caja.

En su interior solo veo una hoja doblada a la mitad, ¡Que extraño! Tomo la nota, la abro encima de la caja y lo que dice me deja petrificada.

"Te Amo Bonita"

-P.

La caja se me cae de las manos, miro a mi alrededor y ya no me encuentro en la casa de mis padres, de repente se volvió de noche, estoy en la cancha de vóley del instituto, y todo está a oscuras.

Doy la vuelta y unos ojos azules me observan desde lejos.

—No, aléjate de mí.

Grito a todo pulmón, trato de correr, pero mientras más corro, más pesado se me hace el cuerpo.

Me detengo en otro lugar y me giro asustada cuando escucho a alguien hablarme cerca.

— ¿Viste que bello el novio de tu mejor amiga?

— ¿De qué hablas?

— ¿No lo sabes? Daisy está saliendo con el chico de los ojos azules.

Siento mi corazón acelerarse y sobresaltada me despierto sudando en la cama. No otra vez por favor, las lágrimas salen sin medida de mis ojos y no puedo controlarlas.

Subo mis piernas hasta el pecho y mi cabeza queda entre mis brazos sobre mis rodillas. Joder, no de nuevo.

Me levanto de la cama y veo la hora en el reloj encima de mi mesita de noche.

6: 00 A.M.

Escucho la alarma sonar en mi móvil y voy hasta el para apagarla. Me encierro en el baño, me miro al espejo y mis ojos están rojos de tanto llorar. Hago mis necesidades, me ducho y me dirijo al armario para alistarme. Los lunes siempre han sido días pesados para mí, pero este ha comenzado de la peor manera.

Salgo del cuarto ya vestida en un vestido negro ajustado hasta mis rodillas, pero con un pequeño escote, calzo unos zapatos de tacón color beige y me dirijo a la cocina por algo de desayunar. Cuando lo hago tomo mi bolso y las llaves de mi coche para dirigirme a la editorial.

El sábado por la mañana cuando desperté Ivonne seguía tirada en el sofá. Despertó, comimos algo y fuimos a la editorial a por mi coche.

El domingo por a tarde fui hasta la casa de Chadd y nos pusimos al día por tantos años sin hablar. Hablamos de mí trabajo y de todo un poco. La verdad me sorprendí bastante cuando me conto que  trabaja en la rama del FBI que rige aquí en la capital de Francia.

Flashback.

— ¿Y qué haces en Marsella? Hay unas ocho horas de diferencia y te vengo a encontrar aquí en un club bailando la macarena — le pregunto distraída.

— ¿Qué acaso no te da gusto verme mały króliczek "Conejito"?— me habla en polaco y le sonrió.

—La verdad es que no, eres un completo grano en el culo, oszukać "tonto" — contesto irónica.

Fin Flashback.

Pasamos un buen rato y a pesar de eso no puedo dejar de pensar en la manera con la que me cambio el tema cuando le pregunte por su estadía en Marsella, no sé porque pero tuve la sensación de que algo oculta.

Entro a la editorial, subo a mi oficina y antes de que la puerta se cierre entra la secretaria de Amélie.

—La jefa te espera en su oficina — asiento.

Dejo mis cosas en mi escritorio, y respiro profundo un momento. Primera hora en la mañana y ya la loca me está llamando. Mi mañana no puede ir mejor.

Me dirijo con paso decidido a la oficina de Amélie, que está en la planta superior y toco la puerta antes de entrar.

—Adelante.

La escucho hablar, abro la puerta entrando y me quedo estática. Dos pares de ojos me miran fijamente, entre ellos unos azules que me tensan el cuerpo y siento mis manos sudar.

¡No puede ser! Es el tipo del club. ¿Qué mierdas hace aquí con Amélie?

La pregunta sale de mis labios sin tener tiempo a procesarla bien y frunzo mi ceño cuando lo veo pararse de la silla, acercándose a mí, como si quisiera decirme algo y que nadie escuche.

—Buenos días Muñeca.

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Deaclan Müller.

Verla entre las diseñadoras de la editorial fue una completa sorpresa para mí. El viernes en el Sensation fue una locura y debo admitir que no esperaba que la pelinegra curvilínea tuviera tanta fuerza, como para empujarme y hacer que mi camisa blanca terminara bañada en una mezcla de licores. Tampoco pensé que volvería a verla.

El sábado paso tranquilo y el domingo en la noche me reuní con Amélie en uno de mis clubes.

­—Deaclan querido, que placer verte de nuevo— alzo la vista, cuando escucho a la rubia entrar a mi oficina. Se acerca a saludarme, inclinándose sobre el escritorio —ya que no me levante de mi asiento— poniendo a la vista su gran escote.

—Llegas tarde.

—Las calles de Marsella son muy transitadas los fines de semana, no seas tan cascarrabias guapo­— ruedo los ojos.

Detesto a las personas que viven poniendo excusas para todo. Sí, es cierto que las calles de Marsella son un calvario por el trafico tan pesado, pero llegar tarde no es la única solución, bien se puede salir con tiempo suficiente de casa para evitar excusas baratas como la que acaba de darme.

— ¿Me traes lo que te pedí?

—Por supuesto, aquí tienes— saca de su bolso una pequeña carpeta y me la acerca rosando sus dedos en mi mano.

Conozco a Amélie hace muchos años. Cuando el apellido de su esposo no era más que m****a, ella vino a mí para que le ayudara con la editorial, le ayude, me la folle también y quedamos en que más tarde me cobraría el favor. Claro está que esa negociación quedo solo entre nosotros.

Y aquí estoy.

Viendo a la muñeca enfundada en un vestido ajustado que le llega a las rodillas pero que resalta todas las notables curvas de su cuerpo.

— ¿Cataleya que maneras son esas de tratar con un cliente? Esa no es la forma, ni el tono de preguntar por su presencia en esta empresa. No seas irrespetuosa— oigo a la rubia teñida a mi lado regañarla y quiero reír por la forma en que la muñeca rueda los ojos, pero me contengo.

­La veo respirar profundo como conteniéndose para no mandarnos al demonio y pide disculpas por su comportamiento, con una sonrisa falsa en su hermoso rostro.

—No era mi intención, lo siento. Pero la verdad es que no espere encontrármelo aquí señor Müller — me habla con notable desagrado en su voz y joder que no entiendo a esta mujer.

—Veo que recuerda mi apellido, pensé que no le interesaba— la pico para molestarla y me mira mal. Amélie me hala del brazo con confianza y se pega a mi cuerpo como una lapa.

— ¿Ustedes dos se conocen?

Sin delicadeza porque la verdad es que no me importa me suelto de su agarre y me acerco nuevamente a la pelinegra que nos observa recelosa.

—Así es Amélie...

—Joder, lamento la tardanza— Zev me interrumpe entrando efusivo a la oficina y sin percatarse que hay alguien cercano a la puerta, choca la espalda de Cataleya haciéndola tropezar, pero soy más rápido y la agarro de la cintura para que no caiga.

—De nuevo en mis brazos, lástima que no de la manera que quisiera— le hablo para que solo ella me escuche y la oigo maldecir por lo bajo.

Zev carraspea divertido haciéndome consciente de que escucho lo que le dije a la pelinegra y esta aprovecha la atención para enderezarse, se suelta de mi agarre y dirige su vista al culpable del atropello. Pero lo que llama mi atención es el reconocimiento que brilla en sus ojos al hacer contacto con Zev.

— ¿Tú también?, joder es que no me lo creo.

—Perdona ¿te conozco?— divertido por la situación Zev la mira y luego dirige su vista a donde estoy  haciendo un movimiento ridículo con sus cejas, que solo yo puedo ver. 

Bastardo descarado.

Me quedo mirándolo serio. Hace quince minutos debió estar aquí, además de llegar tarde, como siempre haciendo de las suyas. Aun no entiendo cómo es que lo aguanto.

Antes de que el pelirrojo conteste, Amélie carraspea incomoda y toma el control de la conversación.

—Lamento interrumpir su agradable plática, pero estamos aquí para trabajar, no para socializar— la miro y su vista esta fija en Cataleya transmitiendo todo su veneno.

— ¡Bien! Ya que estamos todos— Miro al pelirrojo regañándolo antes de continuar— Podemos empezar con la reunión.

—Te mande a llamar porque serás la encargada de la imagen publicitaria del nuevo club de Deaclan y antes de que empieces con preguntas y me repitas lo que ya se, solo te pido que te limites a hacer tu trabajo sin cuestionar, más bien es una orden. —

La rubia habla y la cara de la muñeca se vuelve roja, no sé si de la ira o de la vergüenza. Su mirada conecta con la mía medio sorprendida al parecer no esperaba que yo fuera el dueño del club donde nos conocimos. No dejo de mirarla y eso parece incomodarla porque veo como su cuerpo se tensa y aparta la mirada.

Hay algo en ella que me da curiosidad, todo el tiempo está a la defensiva y por algún motivo siempre aparta la vista cuando sus ojos color chocolate se topan con los míos, es como si le incomodara o no tolerara el hecho de que la observara.

Cuando Amélie me mostró los diseñadores de la editorial y la vi, inmediatamente la reconocí y mi cuerpo con una simple foto de su rostro reacciono de una manera muy jodida.

Su cuerpo y la manera en que se movió tan seductoramente contra el mío en el club llegaron a mi mente, sus rasgos finos, sus labios rojizos, su pelo largo y negro como la noche y esos dos faroles color chocolate me dejaron sin cordura y la tela de mi pantalón empezó apretarme.

Decidí que ella se encargaría de diseñar la nueva imagen del club que abriré dentro de un mes. No sé porque pero algo en ella me grita peligro, pero a la vez me ínsita a seguir con este juego.

Voy a averiguar lo que escondes chocolate. 

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