Capítulo 5

Dana

Demetrio intenta decir algo para que Jefferson se vaya, pero niego con un movimiento de cabeza. Demetrio no sabe que decir y le hago señas de que tome asiento en el sillón individual. Y no dice nada, trata de acomodarse la camisa que trae por fuera de su pantalón y se pasa la mano por la cabeza para arreglar el cabello alborotado.

Tomo asiento enfrente de ellos, la mesa de cristal nos separa, intento tomar el comienzo de esto como si no me afectara...

« ¡Pero eres pésima actriz, Dana!»

— ¿Qué haces en Inglaterra, Demetrio?

Comenzamos por lo importante, suena obvia la pregunta, pero puede que sea diferente. Puede que sea para vengarse, o para reclamar la custodia legalmente. ¿No?

Balbucea algo nervioso algo que no alcanzo a entender y de repente calla. No tiene las palabras, su frente se arruga y mira sus manos entrelazadas. Jefferson mantiene la mirada fija en la alfombra que adorna la sala.

—Yo...yo los he buscado como no tienes idea. He vivido un infierno desde que no están a mi lado. Ese día...

Hace una mueca como si recordara esa noche.

— ¿Ese día...qué, Demetrio? —digo en un tono duro y frío. Me cruzo de brazos sobre mi pecho y recargo mi espalda en el respaldo del sillón.

—...me dijiste que estabas embarazada, no fue la reacción que esperabas, ni yo. Lo acepto, el miedo me invadió, mi infancia fue problemática por mi padre y temía no ser lo que ustedes...necesitaban. Esa noche...—se cubre el rostro con ambas manos, frustrado, después las retira soltando un suspiro demasiado fuerte, como si no se atreviera hablar de ello, o no tuviera las palabras correctas. —...no recuerdo con exactitud como llegué a esa casa, ni a esa...habitación. Con ella...—remarca esas últimas palabras con odio, formando al mismo tiempo con sus manos, puños. Levanta su mirada hacia mí.

—No sigas...—susurro a punto de romperme.

—D-Dana...—sus lágrimas caen por sus mejillas demacradas y al ver que estoy a punto de levantarme, se levanta y torpemente se acerca para evitarlo, pero cae a mis piernas regresándome a mi lugar. Toma temerosamente mis manos y su súplica comienza a rematar.

—No...—niego rápido, intentando soltarme de su agarre.

— ¡No recuerdo nada! Solo tu rostro cargado de dolor, tus lágrimas...—intenta limpiar mis mejillas las lágrimas que han caído, pero retiro la cara bruscamente—Jefferson me ayudó esa noche, hace siete años y es testigo del plan de ella, ella se airó de que lo había logrado...nena...nena, escúchame, ¡Por favor! —sus manos se van con decisión determinada a sostener mi rostro y lo fija frente a él, me obliga a que lo mire. Mis manos automáticamente se van a sus muñecas para detenerlo, pero en este momento...él es el fuerte y yo la débil.

Sus ojos llenos de lágrimas me conmueven. Solo lloro sin poder decir nada y él hace lo mismo. Cargado de dolor, intenta sostener mi rostro para que no deje de mirarlo.

Jefferson se ha movido sigilosamente hasta salir de la sala y darnos espacio.

—Nena, nena...escucha, todo fue un plan, todo fue un... ¡Maldito plan para separarnos! Esas palabras...que tu escuchaste de mi boca... ¿recuerdas? Esas palabras no eran para ti, eran para ella… ¡Me había drogado! Y aún drogado pude dejarle claro que tú eres esa mujer que amo y sé que tú me amas, Jefferson es testigo de toda esa m****a que hizo Bárbara—cierro los ojos cargados de dolor e impotencia—nena, nena, por favor mírame, mira mis ojos...te lo suplico, todo este tiempo...tengo testigos nena, mi familia, los de seguridad, Lorena, Jefferson, las cámaras del bar donde estaba y cuando vertió algo a la bebida...¡todo era una maldita trampa!—comienza a hipar del llanto y se aferra a seguir sosteniendo mi rostro.

Abro los ojos.

—D-D-Demetrio...yo...yo... no sé qué quieres que diga ahorita...estoy cansada mentalmente, no quiero decir algo que nos lastime más de lo que ya estamos...—su rostro empieza a serenarse, por fin puedo hablar.

Perdimos siete años por culpa de Bárbara, por un plan de venganza.

¡Maldita mil veces!

—Sí, claro...es mucha información para asimilar, solo quiero pedirte una última cosa…—me mira fijamente mientras sostiene aún mi rostro entre sus manos y él está de rodillas frente a mí. Sus pulgares empiezan a limpiar ese camino de lágrimas.

Acepto escucharlo.

—Quiero...quiero ver a mis hijos—su rostro se desmorona con dolor y sus ojos cristalinos vuelven abrir paso a las lágrimas.

—Necesito tiempo...—susurro—...ellos...saben que existes, no tuve corazón para decir que no estabas en este mundo, son tus hijos y sé que tienes todo el derecho, pero solo te pido tiempo—él asiente con una débil sonrisa, baja sus manos y bruscamente se limpia las lágrimas de sus mejillas con el dorso.

Jefferson aparece, su rostro muestra alivio. Sin duda ha escuchado todo.

—Jefferson, Demetrio está listo para marcharse—Demetrio me observa detenidamente y asiente en silencio. Se nota su agotamiento y yo estoy igual o peor que él. Quizás dormir un poco pueda calmar nuestras mentes y así mañana podamos seguir hablando.

Se acerca a mi cuando nos ponemos de pie.

— ¿Puedo...venir mañana? —su tono de voz es esperanzada. Repaso rápido mi agenda. Recuerdo la cita con el francés.

—Mañana tengo trabajo, pero podría mandarte un correo ya que esté aquí...después de las tres de la tarde, así podríamos...—me detengo en seco cuando escucho una voz melodiosa.

— ¿Mami?

Me giro rápidamente y es Dánae de pie al final de la escalera, recargada en el barandal. Jefferson está de espaldas a ella, mi cuerpo empieza a temblar, miro a Demetrio rápido y la palidez lo invade. Intento avanzar para evitar que baje las escaleras, pero es tarde.

Ella está de pie frente a nosotros dos.

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