Capítulo 8

Un conjunto, un vestido que casi nunca usaba y el cabello suelto; ¿quién querría verme a los ojos cuando un escote pronunciado visualizaba mis pequeños pechos? Seguramente que nadie, pero uno de cada ocho chicos puede entrarte en una noche.

Por suerte divina, y gracias a todos los dioses griegos, nadie quería mi atención. Lou me había pasado a buscar, ella llevaba una flamante mini falda y un top del mismo color. Me gustaba salir con Lou, aunque eso no ocurría mucho. La confianza es como un borrador, se vuelve más y más pequeño después de cada pequeño error. Y tal cuál, eso ocurría con ella.

Ambas salimos, pero para ese entonces Tadeo nos esperaba en la acera. Papá salió junto a mí mientras que saludaba a Tadeo desde la entrada. Me sonrojé, parecía una princesa que esperaba a su caballero. Y en este caso, mi caballero esperado era

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