Capítulo 1

No hay nada peor para el cumpleaños de Thiago, que tener la desgracia de ser dos semanas antes de la celebración más grande en la familia. Desde el primer cumpleaños de Nicolás, él se ha considerado como “La previa” nunca ha logrado superar el éxito que año tras año tiene el heredero Mulder. Eso lo ha llevado a perder el interés en sus celebraciones y conforme niño crece y se llena de todo lo que un día le perteneció, se va sumergiendo en las sombras de la fama de su menor hermano.

El pequeño heredero empezó convirtiéndose en la atracción principal de todo lugar o evento a donde asistía, dejó de ser reconocido por lo que hacía o lograba, ya no era el chico inteligente y guapo de la universidad, sino el hermano del “atractivo Nicolás Mulder

En los últimos cinco años ha dejado de figurar en las fechas sociales y aunque aparentemente ha sido lo mejor para él. Su corazón ha empezado a quebrarse, pues, aunque no lo ha dejado notar, la soledad siempre duele. Y aunque para sus padres no existe preferencia por ninguno de los dos, el abuelo no se cansa de recalcarle ese pequeño detalle de su pasado.

“Nunca serás un Mulder. Hagas lo que hagas, jamás serás parte de mi familia. Mientras yo siga vivo, tú no verás un solo centavo de mi herencia. Puedes esforzarte todo lo que quieras, solo los Mulder llevan el talento innato en la sangre y usted querido niño, no es nadie ¿Quiénes fueron tus padres? ¿Por qué te abandonaron? Ahora que tienes los medios deberías averiguar quiénes eran y largarte de nuestras vidas”

Demasiado cruel el venir escuchando lo mismo año tras año, pero eso lo ha hecho fuerte, sabe que mientras más sonríe indiferente a sus palabras, el abuelo sufre, buscando la manera de doblegarlo. Pero a pesar de todo ello, no puede odiarlo.

Ahora, al igual que siempre, esta mañana en la mesa desayunando con la familia, tiene que soportar sus miradas de desprecio.

— ¿Qué tienes pensado para el gran día Thiago? —expresa su madre, interrumpiendo sus pensamientos.

—Si se refieren al cumpleaños de Nicolás, no tengo preparado ningún número aún. —Expresa con fastidio mientras el abuelo sonríe.

—Me refiero al tuyo, hijo. –Recalca Alejandro.

—Bueno, lo mismo de estos últimos años, solo iré al club.

—Es lo mejor que puedes hacer. —Habla al fin, el abuelo. —Los hombres ahora quieren libertad, trago y mujeres. Y si obtienes las tres cosas en un solo lugar, es un privilegio. ¡Disfrútalo!

Si no conocieran tan bien al abuelo eso lo hubiesen tomado como un excelente consejo, a no ser que lo hizo para molestarlo. Y esta vez Geraldine no quiso quedarse callada.

—Nada de club, este año te haremos una celebración, aunque sea pequeña en el salón familiar—Se apresura a decir.

—No veo la insistencia, deberían respetar la decisión de su hijo. Para que hacer dos celebraciones seguidas, es un desperdicio. —Toma la palabra Eugenio.

—El abuelo tiene razón, por más pequeña que sea, no debería opacar a la estrella principal. —Responde un poco fastidiado Thiago.

— ¡Ya basta! Quieren dejarse de tirar indirectas. Thiago es mi hijo, es un Mulder y como tal, tiene el derecho de usar el salón principal y les guste o no, el viernes habrá una fiesta como se debería haber seguido realizando durante todos estos años. Ahora por favor, terminemos de desayunar en paz. —Añade Alejandro.

Por unos segundos todos en la mesa cruzaron miradas.

—No es necesario que lo hagan. A diferencia del rey de la familia, no necesito de derrochadoras celebraciones para saber que le importo a alguien. Me basta pasar el día con mis amigos cercanos. Además, la prensa sabe que el único que importa en la familia es Nicolás. —Añade Thiago.

—Por primera vez estoy de acuerdo contigo. Es bueno reconocer a donde perteneces y adonde solo sobras. —Dice Eugenio ante la mirada llena de rabia de Thiago.

—¿Hasta cuándo va a seguir con esto? — levanta la voz Geraldine, mirando con fiereza a Eugenio. —¿Hasta cuándo dejará de alimentar este odio innecesario? Thiago es un Mulder le guste o no, y año tras año lo ha demostrado. Así que le pido que cuide sus palabras cuando este frente a nosotros. Porque no estoy dispuesta a soportar un desprecio más de su parte.

En eso, se escucha un peculiar silbido, Nicolás había despertado y bajaba las escaleras para desayunar con la familia. Con su sonrisa de ángel se acerca a la mesa.

—Buen día, querida familia ¿Cómo amanecieron? Espero que bien, porque yo súper. —Sonríe sentándose en su lugar. —Me parece o solo soñaba que mi hermanito querido hablaba de mi gran celebración de cumpleaños.

—Sin duda—Responde Thiago con sarcasmo.

—Todos estamos ansiosos, es uno de los tres acontecimientos más importantes de la familia, después de navidad y año nuevo. —Sonríe el abuelo marcando la diferencia.

—Este año tengo en mente algunos cambios. —dice Nicolás con esa hermosa sonrisa —Si alguien más cumpliera años en estos días sería genial probar estos nuevos efectos musicales en su fiesta. ¡Ay! Pero que mala memoria la mía. Es tu cumple ¿Verdad? —Fija su mirada en Thiago.

La mirada de enojo de sus padres no se hizo esperar, al igual que la respuesta de Thiago, que tirando la servilleta sobre la mesa, se pone de pie.

—Discúlpenme, pero se me hace tarde para ir a la oficina —refiere dejando una mirada fría al pequeño de la familia.

—Podrías por una vez desayunar conmigo. ¿No te cansas de trabajar todo el día? Retrasarte unos minutos no es nada para el gerente de la empresa más importante del país. Cualquiera diría que me odias. —Parece sonreír ligeramente.

— Discúlpalo hijo, hay personas que solo nacen para eso. —Exclama el abuelo.

— ¡Padre! —Grita Alejandro, mientras que Thiago respirado hondo se aleja ocultando ese gesto de desagrado marcado en su rostro, pero no, el puño que hace en sus manos.

—¿Qué hice? —Pregunta Nicolás. —¿¡Acaso lo ofendimos!?

—No es nada, hijo. Solo concéntrate en los preparativos —insiste el abuelo.

—Discúlpenme. —Geraldine se levanta y va tras Thiago.

Acelerando el paso le da alcance antes de que saliera de casa.

—¡Hijo! —lo detiene.

—No tienes que disculparlos siempre. Ya estoy acostumbrado a ciertas actitudes. Solo dejo que me entre por una oreja y me salgan por la otra. ¡Estaré bien!

—El viernes te quiero aquí. Preparé todo.

—No lo hagas —pide casi suplicando—ya estoy grande para esos eventos.

—Eres mi hijo y como tal debes seguir…

—No quiero que me comparen con Nicolás. Tengo una vida social fuera de la empresa y aunque no lo creas soy feliz. No tengo por qué demostrarlo ante un lente fotográfico y verlo al día siguiente en un periódico, revista o medio televisivo.

—Recuerda que eres un Mulder —toma con sus manos el rostro triste de su hijo —que nadie te diga lo contrario.

—Siempre estaré agradecido por haberme elegido, madre.

Abre la puerta y sale sin mirar atrás. Aunque le gustara o no la idea, el viejo tenía razón. Todo el mundo sabía que por sus venas no corría sangre Mulder.

Contrario a lo que decían sus padres, sabe que nunca será digno de nada y solo le queda romperse el lomo en la empresa para poder sentirse bien bajo ese mismo techo. Aunque a veces siente que eso no es suficiente para sentirse a la altura de la familia.

Sus ideas, diseños y logros individuales no son nada para Eugenio Mulder, ese maldito viejo era el único que cada vez que podía le restregaba en la cara su origen. Quién era y por qué lo abandonaron, por qué le dolía tanto el desprecio de Nicolás, por qué su corazón no podía odiarlos a pesar de todo el rencor que ellos le mostraban. Era en realidad tan malo para ser rechazado de esta manera. Quizá, si el viejo no existiese su vida sería perfecta.

“Te demostraré que soy mejor que ese inútil que tienes por nieto y cuando llegue el día de medirnos en la balanza, gozaré tanto restregándote en la cara lo superior que llegó hacer un hombre ordinario como yo”

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