Rivales, cuando el dinero no lo es todo
Rivales, cuando el dinero no lo es todo
Por: Deyssi
Prólogo

Veintisiete años atrás

A las afueras de la ciudad en una habitación vacía y oscura, Sonia, pierde la vida sosteniendo la mano de su amado luego de dar a luz a un saludable bebé, que en ese instante es alimentado con leche de fórmula en un pequeño biberón.

—Perdóname por ocultarte su existencia —lo mira con dulzura—pero, no quería entrometerme más en tu matrimonio.

—No hables, por favor —Pide Alejandro.

—Ya no hay tiempo para mí, lo sabes —expresa perdiendo el aliento.

— ¡Por favor! Resiste un poco más.

—Mi vida nunca ha sido fácil, pero nunca he sido más feliz que cuando supe que tendría un bebé tuyo. Ahora puedo irme en paz.

—No digas eso, nuestro hijo te necesita. Yo te necesito.

—Solo necesita de su padre —acaricia su mejilla secando sus lágrimas— no quiero entregárselo a un extraño. —Deja un pequeño respiro.

—Sonia…

—No digas nada, solo prométeme que lo cuidarás y lo amarás como me amaste.

—Lo prometo.

Sonia sonríe cerrando los ojos, su mano deja de hacer presión y cae de golpe sobre la cama. La mujer anciana que atendió el parto clandestino, se acerca con el bebé en brazos para entregárselo a su padre. Luego saca algo de su delantal y lo coloca sobre su colchita; era una cadenita de plata con una presea en forma de la letra T.

—Quería que lo llamara Thiago. —dice con voz ronca la mujer —No sé si sea importante para usted— suena un poco indiferente.

— ¿Usted la conocía?

—No, solo soy la comadrona de mujeres como ella. Hago el trabajo sucio, como ustedes los ricos dirían.

—¿Entonces, Sonia ha estado sola todos estos meses?

—La vida es dura, pero tuvo la suerte de toparse en su camino. Ahora todos ya cumplimos con el propósito del día. Creo que debe irse a casa, el niño necesita alimentarse.

— ¿Y… que pasará con su cuerpo? No puedo dejarla aquí.

—No debe preocuparse por lo que le suceda. Ya Sonia se preparó para este momento — Empieza a ordenar el lugar. —Solo ocúpese del niño y olvídese de este lugar, ¡Olvídelo todo! Es lo que ella quería.

Alejandro abrazando a su pequeño, mira el cuerpo de su amada amante por última vez antes de dar la media vuelta, no solo para dejar atrás el pasado, también para enterrarlo definitivamente y empezar uno nuevo al lado de su pequeño Thiago.

Subiendo a su auto conduce por la carretera acariciando con la mano derecha a su pequeño que ahora duerme. Con el corazón temblando ve correr las horas lentamente y la oscuridad del lugar parece advertirle de un terrible destino.

Para cuando llega a casa, Geraldine, su esposa se encontraba en la alcoba preparándose para dormir. Entonces el llanto de un recién nacido en el pasillo detiene su corazón. Con el silencio profundo de la casa, era inevitable no diferenciar el llanto de ese pequeño bebé.

Sobresaltada se aleja de la cama y mira la puerta de la habitación abrirse y el rostro de su esposo no desmiente lo que tanto ha temido. Está sudoroso, tiene manchas de sangre en su ropa y ese bebé en sus brazos explica algunas cosas.

Alejandro se acerca despacio y sin pronunciar palabras se arrodilla ante su esposa que ya imaginaba el final que tendría el romance fugaz que vivió su marido con aquella mujer, pero no se esperó escuchar el desenlace de su historia.

—Perdóname Geraldine, he vuelto a fallarte y no sabes cuánto me arrepiento, no me opondré si decides abandonarme. Te he decepcionado tantas veces. — Llora con nostalgia.

Ella se inclina para ayudarlo a ponerse de pie. Luego toma al bebé entre sus brazos y mirándolo con dulzura acaricia su pequeño rostro.

—Has hecho bien, amor. — ahora lo mira—Junto a nosotros tendrá lo que necesita.

—¡Lo dices en serio, cariño! No sé qué hice para merecer a una esposa como tú. No me siento digno de mirarte siquiera. —deja correr sus lágrimas.

—Fue una época muy difícil para nuestro matrimonio. Te perdoné hace mucho y no te digo que volvamos a empezar, porque ya lo hicimos, solo hay que seguir en el mismo sendero.

Con un fuerte abrazo se inicia el nuevo comienzo. Y semanas después, ya no en España, sino en Perú, ahora de la mano del nuevo miembro de la familia, Thiago Mulder.

Todos ya conocían de los fracasados tratamientos a los que se había sometido Geraldine para quedar embarazada, así que adoptar era mejor opción que todos celebraban. Más, para Eugenio Mulder eso era detestable, inconcebible, un niño cualquiera nunca podría llegar a ser tan digno como para llevar sobre sus hombros una de las empresas más importantes del mundo.

—Pueden decir lo que quieran, ¡ya saben cuál es mi opinión! pueden educarlo y vestirlo de la seda más fina, pero por sus venas solo corre sangre indigna. ¡No es un Mulder, punto final! Y mientras yo siga vivo, jamás será considerado en el testamento de la familia.

Un pequeño secreto empezó a hacerse grande y mientras Thiago crecía llenando de amor y orgullo a sus padres, para su abuelo eso nunca sería suficiente.

Entonces llega el milagro, la señora de Mulder queda embarazada y tras sumos cuidados da a luz a un varón, que se convierte en el orgullo del abuelo Eugenio, quien lo nombra Nicolás en honor a su padre. Por supuesto que su preferencia y halagos no pasa desapercibida, haciéndolo un niño mimado y presumido; y con el correr de los años el rencor que tiene por Thiago alimenta la rivalidad entre los hermanos.

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