Día III: Perdidos En La Nada

Ambientación vespertina. Al encenderse las luces se puede ver a ALHÍ a orillas de un pequeño islote, está inconsciente, cubierto con arena y algas. Se puede escuchar con claridad el sonido plácido del oleaje y las gaviotas merodeando. Aparece LA GAVIOTA, esta comienza a dar vueltas por el escenario, tarareando alguna melodía

GAVIOTA:       (al ver a ALHÍ tendido sobre la arena)  ¡Uit, uit!, ¿Pero qué es eso? ¿Mis ojos no me estarán engañando? ¡Es Gigantón! (Vuela a toda velocidad hacia él. Lo palpa con una de sus patas) ¡Está vivo! ¿Cómo haría para atravesar la tormenta? (Grazna a todo pulmón para despertar a ALHÍ) ¡Uit, Uit! ¡Despierta, Gigantón! (ALHÍ no despierta) ¡Pero cómo le encanta dormir! Al parecer no sabe que la pereza es la madre de todos los vicios. (Vuelve a graznar) ¡Uit, Uit! ¡Despierta, muchacho! (ALHÍ no reacciona) Pero qué sueño tan pesado tiene. (Molesta) ¡Ah, ya sé! ¡Con esto sí que despierta! (Se truena las puntas de las alas, luego abofetea a ALHÍ en repetidas ocasiones hasta que este despierta) ¡Despierta, Gigantón! ¡Despierta! ¡Despierta! ¡Uit, Uit!

ALHÍ:               (Despierta aturdido) ¡Maestro Februs! (Al ver a la GAVIOTA) ¿Y tú quién eres?

GAVIOTA:       (Aturdida) ¿Quién soy? ¡Uit, Uit! Qué pregunta tan profunda… ¿Quién ser soy? (Meditativa) ¿Quién ser soy? (Iluminada) ¿Quién más podría ser? ¡Uno es lo que uno es! ¡Soy Gaviota! (Molesta) Un momento… ¿Tan rápido te olvidaste de mí? ¡Pero qué mal amigo eres, Gigantón!

ALHÍ:               Disculpa, Gaviota, es que no te reconocí; te pareces mucho a otras gaviotas.

GAVIOTA:       ¡Y aparte de olvidadizo, miope! ¡Uit, Uit! Pero está bien, te desculpo, y solo porque soy un ave muy piadosa. Sinceramente no sé cómo no puedes no reconocerme… ¡Ah, tengo una idea! Te voy a deleitar con una bella melodía, de esta manera memorizarás mi voz y podrás reconocerme en cualquier parte; aunque esté en medio de una bandada. Escucha atentamente… (Tararea una canción que está horriblemente desentonada. ALHÍ se muestra aturdido).

ALHÍ:               Es muy hermoso eso que cantas…

GAVIOTA:       Te lo dije… ¡Hasta las sirenas me envidian! Si quieres puedo cantarte otra melodía. Escucha esta, tiene un ritmo más tropical…

ALHÍ:               ¡No!, no es necesario, Gaviota… ¡Te aseguro que reconocería tu voz en cualquier parte! (Transición) ¿Y cómo están tus polluelos?

GAVIOTA:       ¿Mis polluelos? ¿De qué polluelos hablas? (Nerviosa) ¡Uit, Uit! ¡Ah, sí, mis polluelos! Mis polluelos están muy contentos… supongo.

ALHÍ:               (Mirando a su alrededor) ¡Qué lugar tan extraño! ¿Dónde estamos?

GAVIOTA:       En medio de la nada.

ALHÍ:               ¿En medio de la nada?

GAVIOTA:       Sí. Después de aquí solo hay agua y cielo. ¿Te sientes bien?

ALHÍ:               (Se lleva las manos a la cabeza) Sí, aunque me duele un poco la cabeza.

GAVIOTA:       La verdad me sorprende que hayas atravesado la tormenta ileso… ¿Cómo lograste llegar hasta este lugar? ¡Eres un gran nadador! ¡Uit, Uit!

ALHÍ:               No lo sé… Lo último qué recuerdo es que una ola golpeó mi barca, después solo había agua fría por todas partes. Aunque algo extraño me sucedió: soñé que varios defines me ayudaban a mantenerme a flote.

GAVIOTA:       ¿Qué los delfines te ayudaron? (Ríe) Ellos solo ayudan a personas muy especiales, y la verdad, aparte de tener un nombre que no te sienta bien, no veo nada especial en ti. Seguramente lo soñaste. Y soñando no se llega a ningún sitio. Supongo que la corriente te arrastró hasta aquí… ¡Uit, Uit! Por cierto, al despertar nombraste al Maestro Februs, no sabía que también lo conociste.

ALHÍ:               Sí, desde siempre ha estado a mi lado, cuidándome… ¿Tú conoces al Maestro Februs?

GAVIOTA:       ¡Por supuesto! Él fue amigo de todos, un hombre muy sabio y bondadoso. El Maestro Februs era el único habitante de la Isla Kun que valía la pena conocer. Bueno y a tú también, supongo. (Triste) ¡Uit, Uit! Es lamentable su pérdida…

ALHÍ:               ¿Pérdida? ¿De qué estás hablando?

GAVIOTA:       ¿Aun no lo sabes? ¡Pero en qué mundo vives metido, muchacho! ¡Cada animal marino, terrestre y alado lo sabe!

ALHÍ:               ¿Saber qué, Gaviota?

GAVIOTA:       El Maestro Februs falleció ayer… Según lo que me contaron mis hermanas, se acostó a dormir y no volvió a despertar. Un final digno para alguien tan maravilloso.

ALHÍ:               (Llora) ¿Cómo puede ser posible? ¡Ayer yo estaba con él!

GAVIOTA:       Gigantón… Ayer tú estabas soñando con delfines.

ALHÍ:               (Desorientado) ¿Ayer?

GAVIOTA:       Sí, ayer. ¡Uit, uit!

ALHÍ:               Un segundo… ¿Cuánto tiempo llevo varado en este lugar?

GAVIOTA:       Si mis cálculos no fallan… alrededor de un día.

ALHÍ:               ¡Un día!

GAVIOTA:       Sí, un día. ¿Pero eso qué importancia tiene?

ALHÍ:               (Preocupado. Mirando a sus alrededores. Para sí mismo) Y ya está anocheciendo… A partir de mañana solo me quedarán dos días para lograr mi objetivo. Y ahora el Maestro Februs me abandona. ¡Él era mi única familia!

GAVIOTA:       ¡Uit Uit! ¿Tu familia? ¡Él Maestro Februs no tenía familia! Si me mientes no podremos ser amigos, Gigantón. Si no podemos confiar el uno en el uno, lo mejor es que cada uno siga su camino. (Observa a sus alrededores) ¡Uit Uit! Bueno, en este caso, tú te quedarías aquí y yo me iría volando.

ALHÍ:               No estoy mintiendo, aunque el Maestro Februs no haya sido mi verdadero padre, era como si lo fuese.

GAVIOTA:       Me confundes un poco… ¿Cómo algo puede ser y no ser al mismo tiempo?

ALHÍ:               Él se hizo cargo de mí desde que yo era un bebé. Me encontró abandonado a orillas de la playa, en el interior de una ostra. Mira… (Le enseña el collar con la perla multicolor) Este collar lo traía conmigo, según lo que me dijo, tal vez le pertenezca a mis padres.

GAVIOTA:       Qué hermoso collar… 

ALHÍ:               Él pensaba que no provengo de la Isla Kun.

GAVIOTA:       Quizás tenga razón… Tú eres la persona más distraída que conozco, así que es probable que tus padres también lo sean. A lo mejor ellos te perdieron por accidente. (Orgullosa) Eso es lo bueno de ser experta en genética, una puede aclarar este tipo de acertijos.

ALHÍ:               En este momento lo único que me interesa es encontrar a Los Dioses Elementales. Si no me reúno con ellos cuanto antes, los habitantes de la Isla Kun están en peligro de desaparecer. 

GAVIOTA:       ¿Los Dioses Elementales? ¡Uit, Uit! ¡Gigantón, aun no me has dicho por qué quieres reunirte con ellos! ¿Qué esperas? ¡Cuéntame antes de que aparezca otra tormenta inoportuna!

ALHÍ:               Hace mucho tiempo nuestro pueblo vivía en armonía con la Naturaleza, y gracias a esta cooperación la felicidad reinaba en la Isla. Pero con el paso del tiempo la maldad se apoderó del corazón de todos los habitantes de la Isla Kun. Estos, movidos por la avaricia y la necesidad de poder, empezaron a destruir todo a su paso. La Naturaleza fue víctima de las malas acciones de mi pueblo. Como respuesta a nuestras faltas, los dioses decidieron castigarnos.

GAVIOTA:       (Pasmada) ¡Uit, Uit! ¿Y qué castigo fue ese, muchacho?

ALHÍ:               Una terrible oleada de calor…

GAVIOTA:       ¿Y por qué no usan algún protector solar?

ALHÍ:               El viento dejó de soplar…

GAVIOTA:       ¿Y es que acaso no pueden abanicarse?

ALHÍ:               Además, todos los alimentos de la Isla se volvieron amargos…

GAVIOTA:       ¿Y quién los manda a estar comiendo porquerías? ¡Deberían de comer más sano!

ALHÍ:               Y lo peor de todo: Las aguas del Río Eufras se tornaron inasibles. No existen manos ni cantaros que puedan contenerla. Debido a eso estamos padeciendo hambre y sed.

GAVIOTA:       ¡Pues se lo tienen bien merecido! (Transición) ¡Uit Uit! Digo, qué terrible castigo, Gigantón… ¡Una verdadera desgracia!

ALHÍ:               Saber la tragedia de mi pueblo fue muy doloroso para mí. Vine en busca de Los Dioses Elementales para rogarles que revoquen el castigo.

GAVIOTA:       Entiendo… ¿Pero qué tiene que ver el Maestro Februs en todo esto?

ALHÍ:               Que gracias a él estoy aquí. Él me dio un pequeño frasco con almíbar sagrado para que no sintiera sed ni hambre durante cinco días.

GAVIOTA:       Eso quiere decir a partir de mañana tienes… (Calcula) Cinco menos tres, más ocho, menos la raíz cúbica de nueve, y si lo elevamos al cuadrado y le restamos el valor Pi…

ALHÍ:               …Dos días para salvar a los kunianos.

GAVIOTA:       ¡Dos días para salvar a los kunianos! ¡Uit, uit!

ALHÍ:               También me dio una brújula que apunta siempre en dirección a lo que más desea mí corazón, mientras la lleve conmigo no puedo extraviarme (Busca la brújula en su ropa, pero no la encuentra. Se inquieta) ¿Y mi brújula? ¿Dónde está mi brújula? (Comienza a buscar desesperado por el espacio, pero no la consigue) ¡No puede ser! ¡Perdí mi brújula!

GAVIOTA:       ¡Uit, Uit! ¡Qué voy a hacer contigo, Gigantón! Seguramente la dejaste caer cuando te quedaste dormido en medio de la tormenta.

ALHÍ:               ¿Y ahora cómo encuentro a Los Dioses Elementales?

GAVIOTA:       Cálmate un poco, Gigantón…

ALHÍ:               (Para sí mismo) El Maestro Februs me dijo que El Santuario Elemental se encuentra muy lejos de todo lo conocido, en ese lugar donde el mar también es cielo.

GAVIOTA:       “¿En ese lugar donde el mar también es cielo?” ¡Uit, Uit! Gigantón, quizás yo pueda guiarte; yo conozco ese sitio… ¡Ese lugar queda muy cerca de La Gruta de Sorrento!

ALHÍ:               ¿La Gruta de Sorrento?

GAVIOTA:       ¡Sí!  Casualmente la gruta queda a dos días exactos desde aquí. ¡Cambia esa cara, muchacho, yo seré tu nueva brújula!

ALHÍ:               ¿En serio me ayudarás a llegar hasta allá? (GAVIOTA asiente) ¿Pero cómo saldremos de este lugar? Seguramente mi barca se hundió en el océano.

GAVIOTA:       ¡Sin pesimismos! Tu barca también naufragó hasta esta isla, la vi mientras volaba en los alrededores.

Un cenital ilumina el área donde se encuentra la barca. Esta luce en perfectas condiciones, salvo por una pequeña rasgadura en la vela y unos maderos rotos.

ALHÍ:               ¿Hablas en serio?

GAVIOTA:       ¡Muy en serio! Tiene algunos maderos quebrados, pero nada que no se pueda arreglar. ¡Afortunadamente para tú, también soy una hábil carpintera!

ALHÍ:               (Alegre) ¡Vayamos ahora mismo a buscar mi barca! ¡Hay que zarpar cuanto antes si queremos llegar a tiempo!

GAVIOTA:       ¡Al fin dices algo sensato! ¡Uit, Uit!

Se dirigen hasta donde está la barca. Mientras hablan la reparan.

ALHÍ:               ¡Aquí está!

GAVIOTA:       Te lo dije: nada que no pueda repararse. (Transición) Pero no entiendo algo, Gigantón… ¿Por qué te expones a tantos peligros para salvar a un pueblo que no se lo merece, y que además no tiene nada que ver contigo?

ALHÍ:               Porque se lo prometí a mi maestro, y una promesa jamás debe romperse.

GAVIOTA:       Entiendo… (Para sí misma) A esté niño como que se le aflojó un tornillo. Bueno, debes estar muy contento entonces, pronto salvarás a los malvados kunianos… ¡Uit, Uit! Digo, a tu pueblo.

ALHÍ:               Los habitantes de La Isla Kun no son malvados, solo han olvidado el verdadero propósito de la vida: amar. Pero El Maestro Februs me decía que todos tenemos la posibilidad de enmendar nuestros errores.

GAVIOTA:       Si El Maestro Februs lo dijo, seguramente es verdad.

ALHÍ se embarca en su pequeña nave. Poco a poco se alejan del islote.

AHÍ:                 ¡Pronto llegaremos al Santuario Elemental! (Transición) Gracias a mi maestro aprendí muchas cosas. Una vez me dijo que todo sucede por una razón y que en nuestro camino siempre encontraremos a las personas indicadas.

GAVIOTA:       (Vanidosa) Yo, por ejemplo, creo que soy tu compañía indicada: con mi ayuda pronto te reunirás con Los Dioses Elementales. ¡Uit, Uit!

ALHÍ:               Y además me brindas tu amistad.

GAVIOTA:       (Sonrojada) Por favor, Gigantón… No me digas esas cosas que se me encrespan las plumas.

ALHÍ:               (Tierno) El Maestro también me habló acerca de la amistad, me dijo que los amigos nunca se abandonan.

GAVIOTA:       ¡Qué maravilloso era el Maestro Februs! ¡Es verdad, sin importar las circunstancias, un amigo jamás, jamás te abandona! Y ahora que oficialmente somos amigos, yo nunca te abandonaré.

Efecto de sonido alusivo a peligro.

ALHÍ:               (Extrañado) Gaviota, ¿qué es aquello que se ve allá, en el horizonte? No logro distinguirlo. Durante el naufragio perdí mi telescopio.

GAVIOTA:       (Maternal) Algún día terminarás extraviándote a ti mismo… Bueno, en realidad ya lo estás. (Atisba. Asustada. Tartamudea) ¡Uit, uit! ¡No, no, no puede ser! ¡Son piratas!

ALHÍ:               (Asustado) ¿Piratas? ¿Y ahora qué hacemos? ¿Cómo nos enfrentamos a ellos?

GAVIOTA:       ¿Enfrentarnos a ellos? ¡Uit, Uit! ¿Qué fue ese ruido? ¿Lo escuchaste? ¡Seguramente son mis polluelos llamándome, deben estar hambrientos! ¡Debo partir inmediatamente!

ALHÍ:               ¿Me dejarás solo otra vez? ¿No se supone que somos amigos? “Los amigos nunca se abandonan.”

GAVIOTA:       Es cierto, Gigantón, “los amigos nunca se abandonan”, pero la familia siempre está primero. ¡Adiós, fue un gusto ser tu guía! Al menos por un rato… (Antes de salir) ¿Enfrentarse a un pirata? ¡Qué falta de disparate!

ALHÍ:               ¡Gaviota, no te vayas! ¿Cómo llego hasta la Gruta de Sorrento? ¡Gaviota! ¡Gaviota!

Las luces disminuyen hasta llegar a oscuro.

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