Capítulo 3:El balsero.

Los rayos del sol y el canto de las aves lo despertaron. Poco a poco, Anroc se puso de pie, todos dormían aún incluyendo al príncipe. El capitán se acercó a Lassender y notó que habían cambiado su vendaje y  colocado extrañas hierbas medicinales en su herida. Despertó a cada uno de sus hombres y comprobó que estuvieran bien a pesar del cansancio físico por la batalla. El príncipe dormía en un unas mantas cuidadosamente dispuestas en el suelo. Descubrió que tanto él como Mhur tenían varias heridas leves que no sintieron en el fervor del combate. Se acercaron al balsero que estaba en la proa* para agradecerle la ayuda. 

_Estamos muy agradecidos, si no fuera por usted y el trolls, probablemente hubiéramos muerto en Orelkai.- Anroc se inclinó en forma de respeto y sus hombres lo imitaron. -Quisiera conocer sus nombres y la razón por la cuál nos ayudaron.

_Si conoce el motivo por el cuál nos atacaron- añadió Neels-, también. 

_Mi nombre es Cails, y el trolls de la aldea se llamaba Silus. Ambos somos espías del rey Gerbas, apostados en Orelkai para mantenerlo al tanto a él y al Consejo Real de cualquier movimiento enemigo.- El balsero se sentó y les señaló una alforja que contenía alimentos-. Después  de tan ardua batalla, estarán hambrientos. 

Los guerreros se acomodaron en el suelo de la balsa y repartieron galletas secas, carnes cocidas con sal, y un jarro de agua. 

_ Me disculpo por no brindarles algo mejor, realmente no esperaba verlos en la aldea- decía Cails mientras tomaba el jarro de agua, luego de beber un poco continuó-, la información corre rápido, sabíamos claro de la guerra, y que ustedes habían escapado con el príncipe, pero supieron desvanecerse bien, a tal punto que nadie supo de ustedes hasta que los espías de Morok los vieron entrar a la aldea. 

_ ¿Espías de Morok?- interrumpió Anroc. 

_ Sí, llegaron hace meses, pero el Consejo Real dijo que Gerbas ordenó dejarlos con vida, creían que podríamos recabar información y así fue. Gracias a eso, el Consejo escapó hace unas semanas atrás y pudieron evacuar a todas las personas posibles antes que el ejército del minotauro llegara. Nuestro rey intentaría evitar la guerra y llegar a un acuerdo con esa bestia, pero hace unos días nos enteramos de la razón que provocaba su ira, era imposible revertir la situación. Afortunadamente Gerbas fue precavido. Y ¿por qué los atacaron?, bueno, había espías en el palacio, vigilando, cuando partieron con el príncipe trataron de encontrarlos, y al fracasar, llevaron la noticia a todos lados. Supongo que querían asesinarlos.  

Los hombres quedaron pensativos, Cails miraba dentro de su jarro de agua, con la mirada perdida. Era difícil calcular su edad, sus manos parecían jóvenes, fuertes, pero su rostro estaba ajado y sus ojos eran los de alguien que había vivido mil años.

_ ¿Cuál es la razón de Morok?- Varkal rompió el silencio. 

_Bueno, como deben saber, Gerbas exilio al minotauro y a su compañera hace años, los arrojó a las Tierras de Fuego, las montañas más desoladas que existen, lo que el rey no sabía, era que ella estaba esperando un hijo.-Los guerreros suspiraron entendiendo la furia del minotauro. – Desde entonces, planeó su venganza, encontró otras bestias que habían sido desterradas al mismo lugar, todas arrojadas allí para morir. Así reunió un pequeño ejército, lo suficiente para saquear algunas aldeas e ir reclutando más soldados con sed de venganza hacia los humanos, como él. Hasta que pudieron atacar un reino pequeño, coronándose Morok como rey, armó un ejército más fuerte, uniendo sus bestias con los soldados humanos que ganó en la guerra. Fue conquistando reinos pequeños y, bueno, deben conocer el resto de la historia. 

Los hombres asintieron, guardando un poco de silencio mientras desayunaban. Las aves se posaban en el mástil de la balsa dándoles música con su canto, el viento no soplaba fuerte, lo suficiente para que la embarcación avanzará por el río. 

_¿Por qué fueron exiliados? 

_Se dice, y no se si sea cierto en verdad capitán, que Gerbas habría descubierto a ambos profanando cuerpos, alimentándose de ellos, incluso de soldados heridos. Entonces como castigo, los envió a esas tierras áridas.

_¿Cómo sobrevivieron a las Montañas de Fuego? Son tierras áridas, no hay vegetación ni animales para cazar, ¿cómo subsistieron todas esas bestias allí? 

Landor parecía consternado mientras hacía la pregunta. 

_Según escuche de unos montaraces, encontraron una aldea de trolls de cuevas y... bueno, los usaron de alimento.  

_¿Se alimentaron de trolls?- Varkal se sobresaltó.- Imposible, esas bestias son feroces pero no tanto como para comerse un trolls, ¡menos una aldea completa! 

_No eran trolls de colinas mi amigo.- Cails sonreía de oreja a oreja-. Los trolls de colinas son como Silus, enormes y con fuerza increíble, pero los de cuevas son todo lo opuesto, son bajos como niños, inofensivos; a diferencia de los gigantones que son guerreros, estos son sanadores, en muchos reinos los tienen en consideración por este don, son capaces de curar heridas graves como eliminar un veneno de tu cuerpo. Pero luchar, no, ellos son pacíficos. 

Los hombres estaban sorprendidos, habían viajado mucho, era originarios de tierras diferentes, pero aún así, jamás habían oído hablar de los trolls de las cuevas. Estaban pensando en todo lo contado por Cails, cuando de pronto Falco apareció gateando entre ellos. Todos rieron y agradecieron que fuera hacia ellos y no en dirección a los caballos. Mhur lo alzó en brazos y jugó con él, lo alimentaron y asearon, luego lo entretuvieron con más juegos, le cantaron canciones, y siguieron jugando hasta que se durmió. 

Cails tomó una saliente del río, que era un excelente lugar para pescar y cazar, así que se dispusieron a conseguir alimentos. Hablando con su nuevo aliado, se les aclaró el panorama donde debían dirigirse, al reino de Vasmor, en las Montañas Blancas, donde siempre nevaba. Según información obtenida por Silus, su gobernante llamado Zarsdan había encontrado la forma de evitar que Morok lo atacara, incluso se decía que el minotauro no se atrevería a hacerlo sabiendo, de antemano, su derrota. Habían construido la ciudad en medio de la Fosa Montañosa, era una planicie formada entre cuatro montañas dispuestas en círculos, los picos eran tan altos que no se podía llegar por aire, la única manera era atravesando los túneles excavados dentro de las mismas, pero estaban custodiadas por dragones. La otra forma era escalando las montañas, lo que era casi imposible, además de estar vigiladas por gigantes. Era un viaje muy largo hasta Vasmor, y no podían usar los senderos, los espías de Morok habrían llevado la información a todos lados y sus cuadrillas los estarían buscando, así que deberían atravesar terrenos complicados. Pero era su mejor opción, debían intentarlo.  

Durante cinco días viajaron por canales del río, juntando alimentos para su viaje, Cails les dio arcos con carcaj llenos de flechas y ropas nuevas para cambiar sus trajes distintivos. Pasaban los días, los guerreros descansaban y curaban heridas, Lassender estaba mucho mejor de su puñalada en la pierna, aunque aún no podía caminar, lo que implicaría una complicación y retraso. 

Mientras tanto, en Valle Blanco la guerra había terminado. El minotauro y su ejército habían llegado a palacio, donde sus espías lo esperaban para notificarlo del escape de la Guardia Real con el príncipe. La bestia enfureció y envió emisarios a todos los reinos bajo sus dominios dando las nuevas de su victoria y ordenando la búsqueda y captura de los guerreros. Recorrió todo el palacio y esclavizó a los sobrevivientes de la batalla, y, los que se resistieron, fueron estaqueados* al sol en la plaza central, sin agua y sin comida, con azotes a cada hora, hasta que se rindieran o la carne se desprendiera de sus huesos. Ordeno a uno de sus generales que limpiara el campo de batalla, dando los cuerpos de alimento sus lobos, y el resto podían incinerarlos. A paso lento y pesado, se dirigió al salón del trono, donde sus hombres tenían, de rodillas, a una mujer. El minotauro se sentó en el trono y la observo por unos instantes.

_Mis hombres dicen que eras la nana del príncipe- la mujer temblaba de miedo- escucha, no soy injusto, si me dices donde esta, no te haré daño, por el contrario, te recompensare. 

_Pierde su tiempo- la mujer, con el rostro empapado por las lágrimas, estaba al borde de convulsionar del terror que sentía- el príncipe no esta aquí, Anroc y sus hombres se lo llevaron, no se a donde, ¡por los dioses le juro que no se a donde lo llevaron!

_Anroc- repitió Morok pensativo-, si no sabes dónde está, no tengo razones para dejarte con vida.

Un soldado del rey había aparecido con un lobo negro, enorme, acercaron el animal a la mujer, y este comenzó a olfatearla, abrió un poco sus fauces, mostraba sus grandes dientes mientras la baba se escurría entre ellos, la mujer se desplomó en el suelo y suplicó piedad.

_Entonces- dijo el minotauro-. ¿Sabes a donde llevaron al príncipe?

La nana juro por los dioses que no lo sabía, intento arrastrarse hasta los pies de Morok, implorando piedad, pero una de las patas del lobo se posó sobre su espalda, clavando sus garras, la sangre brotaba de las heridas mientras el animal la lamia bebiéndola, el nuevo de rey de Valle Blanco se levantó del trono y salió del salón, dejando atrás los gritos de la mujer mientras era devorada por el lobo. El minotauro salió a la plaza central donde torturaban a los humanos, cuando los espías que había enviado hacia tiempo a este reino se presentaron ante el, los interrogó sobre el paradero del príncipe, y al oír que no tenían respuestas, dijo a uno de sus capitanes que se lo dieran de comer a los orcos. La bestia contemplaba el reino, hermoso, plácido, pero lo transformaría en un lugar tenebroso, uno del que se hablaría por muchas eras, casi había culminado con su venganza, pero, para que estuviera completa, debía encontrar al príncipe heredero, el hijo de aquel que, años atrás, le había quitado todo.

 Aún salía humo del santuario. Las moscas, revoloteando no solo en los corderos sacrificados, sino también sobre los ojos vidriosos de la reina que yacía en el suelo. En su desesperación, se ofreció como sacrificio a los Dioses. Morok contempló la escena con desdén. Deseaba haberle quitado la vida, pero, ya que eso no era posible, decidió sellar el santuario con el cadáver de la mujer dentro, sin entierro, sin oraciones que guiaran su alma al más allá. La sello allí, para que jamás descansara en paz.

Después de quince días, la balsa llegó al punto de desembarco, donde emprenderían su marcha por tierra. 

_ ¿No vendrás con nosotros? 

_ No, Anroc, debo recolectar información y atender otros asuntos - Cails no había bajado de la balsa – pero seguro nos volveremos a ver, si es que sobrevivimos a esta nueva era. 

_ Entiendo. Espero volvamos a vernos.- El capitán le estrechó su brazo - Hasta la próxima vez. 

Los hombres saludaron al balsero y se alejaron de a poco, Anroc no pudo contenerse y volteo a ver, y allí estaba, parado sobre su balsa, observándolos, con esa mirada penetrante y pasiva, con su sonrisa benévola que era casi contagiosa, con una calma espiritual que te tranquilizaba solo con su respiración. Cails “el balsero”, un aliado que jamás creyeron encontrar, en el lugar menos pensado, al que le debían la vida. No estaban solos, y eso los reconfortaba. 

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