El peso de la frustración

  Su torso desnudo la hizo sonrojar. Un mar de sensaciones la inundaron y empezó a acariciarlo con ternura. Él se volteó quedando boca abajo. ¡Estaba rendido! Llegó tan cansado que se dio un baño, se puso el pantalón pijama y se echó a dormir. Sin embargo, Anny no podía pegar el ojo. Tenía tanto deseo de sentir sus caricias, sus besos..., no podía dormir sin que él apagara su sed. Empezó a besar su espalda descubierta y él se removió incómodo.

 —Tengo sueño... —susurró soñoliento, pero ella insistió con sus caricias—. De verdad, amor, estoy muy cansado —él balbuceó y se durmió.

                  

..

El olor a café la despertó con una sonrisa, luego recordó la decepción de l

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