El juego de las emociones
El juego de las emociones
Por: Angie Pichardo
Lluvia

La mañana nublada anunciaba más lluvia, la tensión del momento le apretaba el pecho de forma dolorosa. ¡No quería que lloviera otra vez! Todo estaba húmedo y salir a trabajar sería fastidioso. Pero... ¿Era esa lluvia por venir lo que realmente le fastidiaba? O… sería el torrente de sus adentros lo que la atormentaba. Al parecer, el día reflejaría lo que ella sentía en su pecho.

Gotas Melancólicas

  Se preparó desganada como si no quisiera terminar nunca. Aunque le gustaba su trabajo, no estaba en el ánimo de ir. De repente, su corazón se estremeció, eran sus manos firmes que se habían posado sobre su hombro. Después de varios años de casados, aún se estremecía cuando él la tocaba.

 —Llegarás tarde a esa velocidad —él le dijo con voz suave. Ella acarició sus manos con ternura, mientras una lágrima recorría su mejilla. La discusión anterior había sido muy fuerte y ella no se había atrevido a hablarle. Decidió no responder y después de unos minutos en silencio, se levantó y terminó de vestirse. 

 —Me retiro —dijo con la voz apagada. La salida fue fría y el sentimiento doloroso y decepcionante.

...

Pequeñas gotas de agua caían lentamente, por alguna razón extraña estaba disfrutando la sensación fría del contacto con las diminutas gotas. Subió al taxi y se apresuró a sacar un pañuelo de su bolso. Aunque las lágrimas se habían mezclado con la llovizna, temía ser descubierta. Secó su rostro con rapidez y con voz débil le indicó al taxista su destino. Los recuerdos de aquella pelea la atacaron sin compasión, trató de ignorarlos, pues no quería que el taxista la viera en tal situación, ¡eso sería muy vergonzoso! Sin embargo, no pudo evitarlos. Pudo rememorar años atrás, cómo se conocieron y... cómo se enamoraron. Su pecho empezó a apretarse y la respiración era rápida y desesperante. Trató de disimular y aislar sus pensamientos. ¿Cómo las cosas tomaron ese rumbo? ¿Qué les sucedió? La impotencia era demasiado para ser soportada. Ellos siempre habían sido la pareja ideal, su relación era envidiada y deseada. ¿Por qué los problemas los hacían actuar así? ¿Por qué los malos entendidos, eran tan difíciles de resolver? Las lágrimas fueron inevitables.

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