1.- Seguida.

Había hablado con mi jefe para explicarle la situación que pasó luego del evento, le dije que uno de esos hombres me reconoció. Él dijo “es imposible, ¿Vamos, Mia de dónde vas a conocer tu a un hombre de esa clase?”. Era cierto, al ser un invitado del evento lo convertía en un magnate de la ciudad, pero no logré ver su rostro, ¿Cómo se suponía que sabría quién era? Estaba asustada, no quisiera que alguien supiera a lo que me dedico realmente. Pero tampoco podía dejar de trabajar, así que mi jefe no muy convencido, aceptó que faltará un par de días.

Había llevado a Annie al colegio, hable con su profesora de música y me dijo que sería un honor para ellos si ella eligiese unirse al club de música. Le dije que tendría que hablarlo personalmente con ella, ya que me gustaba que tomará sus propias decisiones. Asintió satisfecha y se retiró, para mi suerte. Tome el autobús hasta el supermercado, al llegar tome un carrito y comencé a guardar cosas, necesitaba llenar la dispensa. Me sentía vigilada y la verdad comenzaba a molestarme. ¿Acaso estaba paranoica? Podría ser, al sentirme descubierta en mi trabajo, podía estar imaginando cosas. Me acerque a pagar en la caja y Maik el empacador me saludó. Éramos amigos, habíamos estudiado juntos en primaria.

—¿Qué tal, Mia?—preguntó.

—Estoy bien, ¿y tú?—respondí.

—Bien, ¿Y Hannah?—preguntó, sentí una punzada en el pecho, pero la ignore y le sonreí devuelta.

—Muy bien, está de viaje…—alargué y el asintió—, Adiós, Maik. Gusto saludarte.

—Adiós, Mia. Saludos a Annie—respondió.

Tome las bolsas y camine hasta el departamento, cuando estaba por subir escuche el “click” de una cámara. No estaba alucinando, sabía lo que había escuchado. Me gire mirando para todos lados pero no vi a nadie con un teléfono o algún aparato electrónico. Me sentía confundida, sé que escuche ese sonido. Con un sentimiento de incomodidad, continué caminando hasta la entrada. Subí al pórtico y saludé al señor Will, el portero.

Subí en el ascensor y al llegar a nuestro piso me fije por la ventana del pasillo, no había nadie sospechoso en la avenida. ¿Entonces por qué escuche como sí me tomarán una fotografía? Suspire con pesadez y entré, guarde todo en la alacena. Aproveche el día libre para limpiar todo, sacar cosas antiguas y ropa que no usáramos. Preparé el almuerzo, ya que muy probablemente Annie viniera muerta de hambre, el tiempo se pasó entre mis canciones favoritas y los quehaceres de la casa. Escuche las llaves y finalmente entró mi sobrina.

—Hola, tía preciosa—saludó acercándose a mí y dejando un beso en mi mejilla, tiró su bolso en el sofá.

—¿Cómo te ha ido cariño?—pregunté—, Recoge tú bolso y llévalo a tu habitación.

—Genial, ¿Adivina quién tiene un puesto para el club de música?—respondió con ilusión, sabía que le encantaría esa propuesta, amaba tocar el piano. Eso lo heredo de mi madre, también era una artista increíble.

—¿Aceptaste?—pregunté y asintió repetidas veces.

—¡Tía, quieren que participe en el evento de talento del mes!—respondió contenta.

—Entonces participarás, sé que es tú sueño ser una gran pianista—respondí—, ¿Y el club de arte qué?—pregunté.

—También entré, fue inevitable no hacerlo. Soy genial—respondió divertida y me reí.

—Bien niña sabelotodo, ven a comer—avisé sirviendo los platos de ambas en la mesa.

Nos sentamos juntas y disfrutamos de los macarrones con queso cheddar que había preparado, Annie no paraba de conversarme de lo mucho que le gustaba su nuevo colegio. Lo eficaces que eran las clases, lo bien que la recibieron sus compañeros y lo divertido que era poder pertenecer a clubes. Lo cual solo significaba una cosa para mí, debía trabajar muy duro para mantenerla así, feliz, contenta, plena. Me daba vida verla tan brillante, serena, pero sobretodo tranquila. Le dije que se cambiará el uniforme para irnos de compras, ya que había sido invitada al cumpleaños de una nueva amiga y no tenía que ponerse.

—Tía, Dana es la niña más popular de toda la escuela. Le caí bien, ¿sabes lo que eso significa? ¡Debo ser su mejor amiga! Además es muy buena persona, asiste los fines de semana como voluntaria al ancianato de la ciudad. ¿Crees que yo también pueda hacerlo?—preguntó esperanzada.

 —Claro que sé lo que significa, también fui al colegio. ¿Sabes?—divertí y ella se rio—, Y si claro que puedes hacerlo, querer ayudar en esos lugares es muy noble de tu parte, Annie.

—¡Eres la mejor! Iré a cambiarme—avisó yéndose.

Recogí los platos y los deje en el lavabo, seguía pensando en esa extraña sensación de sentirme vigilada. ¿Acaso me estaba afectando haber sido descubierta por un cliente? Pero estaba segura de lo que escuche, fuerte y claro. Para nada disimulado, no podía ser una simple coincidencia. Estaba algo nerviosa, esperaba internamente que fuera solo una paranoilla.

Annie se arregló y salimos juntas al bulevar, iríamos a su tienda favorita. “Jojo Beauty”. El camino fue rápido ya que para nuestra suerte el departamento se encontraba en una buena zona. Al entrar se volvió loca buscando vestidos, blusas, pantalones y zapatos, no sabía de donde tenía tanta energía. Me dispuse a revisar los armadores, conseguí bonitos vestidos que le haría probar, solo por diversión. Ya que sabía que los odiaría porque “son infantiles” y ella es “grande”.  

—Tía, tengo todo. Iré a probarme—me avisó mientras arrastraba un carrito de compras lleno. Me sorprendí lo mucho que había elegido.

Asentí y le coloque los que yo escogí, tomé asiento y espere a que se probará. Hacía pasarelas y bailes divertidos cada que salía del probador, haciéndome carcajear. Era tan ocurrente, sumándole que la tienda mantenía buena y movida música, estalle en risas al verla usar unas medias de fresas, con una falda roja y un suéter de lana color naranja. A eso le sumamos un sombrero de playa y unas gafas en forma de corazón.

—Decídete, ¿es un look de verano o  invierno?—divertí, ya que había mezclado ambas tendencias.

 —¡Ni de chiste saldría así!—respondió riendo.

La estaba pasando muy bien, teníamos tiempo sin compartir esto. Ya que trabajaba de noche, pero dormía de día. O siempre estaba cansada como para salir con ella o llevarla al colegio. Me hacía feliz verla disfrutar de mi compañía, al final terminó decidiéndose por unos vestidos muy bonitos y acordes a su edad, unos zapatos y un collar. Luego de pagarlo todo, salimos con las bolsas y caminamos hasta su heladería favorita. Nos compramos una banana Split y nos sentamos en la mesa de la avenida, mientras contábamos los autos rojos y azules que pasaban, era una vieja tradición que teníamos.

Regresamos a casa entre risas y diversión, ya que Annie había sido “bendecida” con la popo de una paloma. Venía quejándose y maldiciendo su mala suerte. A pesar de que le dije que había un dicho que decía que vendría algo bueno, al llegar Will aparte de saludarme, me llamó.

—¿Qué ocurre, Will?—pregunté confundida.

—Señorita Mia, le han dejado un paquete—respondió. Lo mire confundida, no recordaba haber ordenado nada, fue a su garita y lo sacó.—, Aquí tiene.

Lo recibí confusa, mientras subía con Annie por el ascensor. Estaba muy nerviosa, quizá seguía paranoica por el percance del evento, la sensación de estar siendo perseguida y el sonido que creí escuchar. Pero ¿Un paquete? Esto era muy extraño. Luego de dejar a Annie con sus compras en su habitación, me dispuse a abrirlo. Tenía mucho miedo, así que rompí el lazo enorme que tenía y quite la tapa, era una zapatilla de ballet. La que solía usar cuando lo practicaba hace años, sabía que era mía porque mi madre les bordo una M en color rojo. Me sentía muy sensible, mis ojos se humedecieron, ¿Qué significaba eso? ¿Acaso una broma de mal gusto de Hannah? Era imposible, esa zapatilla la perdí hace muchos años. Había una nota, lo cual hizo erizar mi piel.

“Cómo olvidar cuando solía verte bailar, sin duda alguna fuiste la mejor en el recital del lago de los cisnes”.

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