La esposa perfecta

Manchester, Inglaterra 2017.

Abrió las ventanas con entusiasmo dándole la bienvenida a los primeros rayos del sol, observó el cuerpo de su esposo quien se removía inquiento entre las sábanas, Natalia río en voz baja al ver actuar asi a su esposo como un niño pequeño, se acercó a él y le dio un beso en la frente mientras que Edward abría sus ojos con pesadez y se enderezaba para despabilarse y empezar una nueva jornada en el trabajo. Natalia y Edward era la típica pareja Londinenses que disfrutaba de beber una buena taza de té mientras discutían de política o algo que les llamará la atención. Se habían conocido por unos amigos en común y se enamoraron al instante y luego de ocho meses de cortejos decidieron unir su vida para toda la eternidad, y actualmente llevaban cinco años de casados, lamentablemente Natalia había tenido dos abortos espontáneo, asi que dejaron de intentar en formar una familia, algo que afecto al matrimonio pero a pesar de eso mantenia el mismo amor que la primera vez que se conocieron. Edward trabajaba como gerente en una importante empresa, mientras que ella era ama de casa y se ocupaba de mantener todo perfecto en el hogar.

Natalia sirvió el desayuno favorito de su esposo, que era dos huevos revueltos, tostada, y tocino frito con una taza humeante de café, Edward sonrió emocionado al ver su comida, Natalia se dirigió a la habitación y empezó a buscar la ropa sucia para lavarla, en eso vio una marca de beso en el cuello de la camisa de su esposo, intentó hacer caso omiso y guardó la ropa para llevarla al cuarto de lavado. Sonrió al ver a su esposo y se sentó en la silla del comedor mientras desayunaban como todos los días. Edward besó sus labios mientras prometía llegar a casa y estar a su lado, Natalia esbozo una improvisada sonrisa, ella sabía que esa noche el no llegaría a dormir.

Natalia cerró la puerta y limpió sus lágrimas, ella sospechaba que su marido tenia una aventura con alguien pero no sabia con quién. Lo que habia empezado con misteriosas llegadas tardes y con excusas ilógicas, terminaron en peleas interminable con algunas palabras soeces y algunos empujones de por medio, las caricias se habian detenido y los te amo solo eran dichas para hacer sentir bien a su afligida esposa.

Natalia negó con la cabeza y empezó hacer los quehaceres del hogar después de todo ella tenia que actuar como la esposa perfecta.

(......)

— ¡Lo siento mucho Sra. Williams pero el cáncer ha afectado más su seno derecho! . — Respondió el doctor con pesar en la voz. — Lo más recomendable es que extirpemos su seno, y empezemos de nuevo la quimioterapia, que por cierto no terminó.

Natalia se acomodó su camisa y miró la ventana de la habitación en la que estaban mientras se perdía entre los árboles que se mecían con tranquilidad.

— ¿Ya le comentó a su esposo lo que esta padeciendo?. — Preguntó el doctor con curiosidad mientras anotaba algo en su libreta. — Natalia, no es bueno que escondas tú enfermedad, además ya se esta notando con la pérdida de peso y la caída de tu cabellos, necesitas el apoyo de tu esposo, ¿Acaso todo está bien en su matrimonio?.

— Mi matrimonio está bien. — Mintió Natalia, hasta a ella le sabia amargo lo que estaba diciendo. — Jack no terminé la terapia pero esta vez lo haré, pero no quiero quitarme el seno, no quiero que mi esposo no me vea atractiva.

El doctor sintió pesar ante las palabras de la mujer, Natalia era una mujer fuerte pero su alma era débil como un jarrón de cristal que estaba a nada de romperse.

— Bueno no me puedo involucrar en un matrimonio, pero sabes que cuentas conmigo. — Sonrió amablemente el doctor quien llevaba meses siguiendo su caso. — Lamentablemente me van a jubilar, pero le acabo de dar tus datos al nuevo oncólogo se llama: Richard Dixon, es una eminencia en este campo, lo verás la próxima semana, te deseo lo mejor y ánimo hermosa, vence este mal.

Natalia se levantó de su asiento y sonrió con alegría.

.......

Natalia miró el frasco de pastilla y tomó uno cuando escuchó la puerta abrirse, guardó el frasco entre sus perfumes y llegó a la sala donde estaba su marido que se tambaleaba, este levantó la vista y sonrió al ver a su esposa, la tomó de la mano y la llevó hasta la cama. Edward besó sus labios con fuerza mientras que Natalia sentia el olor a licor barato en su boca causándole náuseas, Edward intentó desnudarla pero Natalia se lo impidió no queria que el viera lo delgada que estaba, sabia que siempre habia tenido un cuerpo delgado pero ahora solo era huesos con carne. Su esposo se molestó al sentir el rechazó de su esposa, levantó su mano y la abofeteó.

Natalia sollozó al sentir su mejilla arder del dolor, intentó quitarse a su esposo encima pero este empezó a llorar en su oído mientras clamaba por alguien más.

— ¡Roxane mi amor! .— Sollozó en su hombro. — Mi vida no me dejes, solo a ti te amo.

Natalia mordió sus labios de la rabia e impotencia que sentía, escuchó la respiración tranquila de su esposo, lo apartó con suavidad para no despertarlo, se levantó de la cama y revisó su teléfono, tenía un sinnúmeros de mensajes con esa tal Roxane, en eso entro a su galería y vio a su esposo quién abrazaba a una mujer más joven que él. Sus facciones eran delicada, su cabello era rubio y corto, y a juzgar por su rostro no pasaba de lo veinticinco años. El teléfono de su esposo empezo a sonar era Roxane.

— ¿Edward estás bien?. — Preguntó la mujer. — No quiero que esto se acabe, pero sabes que algunas veces me sacas de quicio. — La mujer quedó en silencio y escuchó una sonrisa. — ¿Eres su esposa verdad?.

Natalia suspiro seria.

— Vete de la vida de mi esposo, nosotros somos un matrimonio estable, solo eres un juego para él. — Respondió molesta. — Deja a mi marido. 

Escuchó una risa burlona.

— ¡Lo siento hermosa! . — Respondió con burla. — Pero el te pedirá el divorcio dentro de poco, el ya no necesita a una aburrida como tú, si tiene todo lo que necesita conmigo.

Natalia colgó la llamada y lanzó el teléfono al suelo, miró a su esposo dormir y se limpió las lágrimas.

— ¡Yo soy tú esposa!, ¿Cierto Edward?. — Dudo al decir esas palabras.

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