Reto

Su amiga la observó con los ojos abiertos y la boca igual,

gracias por esa nueva revelación dicha por su novio. Hana decidió ignorarla,

pero sintió de nuevo una oleada de calor en su cuerpo. Empezó a jadear.

—¿Qué tienes? —cuestionó Silvia, asustada.

—Busca supresores, necesito para calmar mi celo —jadeó mas

ansiosa. 

El novio de Silvia se cubrió la nariz ante las fuertes

oleadas de feromonas que se expandieron por todo el apartamento, donde

obviamente ambas mujeres vivirían durante poco tiempo. Bryan salió para comprar

los supresores que pudieran calmar el celo de la amiga de su novia. Silvia tomó

de la mano a Hana mientras la llevaba a la habitación de invitados; Hana se tumbó

en la cama y se cubrió con las sábanas de pies a cabeza. Sollozaba de la insoportable

molestia.

—¿Qué puedo hacer por ti? —preguntó su amiga, más que

nerviosa y preocupada.

Hana sollozó y limpió sus lágrimas.

—¡Quiero dejar de ser una omega! —moqueó—. Me duele mucho, Silvia,

a tal punto que siento que voy a morir.

Silvia acarició su cabeza.

Llegó su novio con una bolsa de alguna farmacia, este se

cubrió de nuevo la nariz y le pasó la bolsa a Silvia.

—Tú ponle el supresor en el trasero y después déjala

descansar, porque lo más seguro es que, al no tener un alfa o una pareja, la

siguiente oleada sea más fuerte que la anterior. —Bryan contempló a Hana hecha

un ovillo, suspiró triste—. Cuídala mucho.

Salió de la habitación.

Silvia colocó el supresor en el lugar donde le había

indicado su novio. Vio que, al cabo de unos minutos, algo cambió en el cuerpo

de Hana, pues ya no tenía las mejillas tan rojas y ahora estaba completamente

dormida. Decidió dejarla sola y observó a su novio dar vueltas en las cocinas.

—¿Te gusta el olor de Hana?

Bryan dejó a un lado lo que estaba haciendo. Se cruzó de

brazos.

—¿En serio? —Había seriedad en su cara—. No me digas que a

estas alturas del campeonato estés celosa de tu mejor amiga solo por el hecho

de que ella sea una omega y yo alfa, porque si es así lo que estás pensando,

realmente me voy a enfadar contigo.

Silvia hizo un puchero para calmar el ambiente, a lo que

Bryan sonrió.

—Debo de admitir que el olor de Hana es muy dulce y

llamativo, pero ella no me gusta. Tanto como mi alfa interno como yo, te hemos

escogido como nuestra pareja para toda la vida, aunque no tengas un olor en específico

y tampoco no quedes rápidamente embarazada, yo te amo y me enamoré de lo

que eres. —Besó su mejilla—. Lo que me preocupa es otra cosa.

—¿Qué cosa?

—El alfa con el que pasó la noche. No es un alfa cualquiera

como yo. —Silvia besó su mejilla—. Ya sé lo que piensas. A lo que me refiero es

que es sangre pura, los de la mejor clase. Ellos están por encima de todo… Lo

único que me alivia es que él no la haya marcado, sino ella estaría con él para

siempre.

Cuatro miserables días en los que deseo que la tierra la

tragara y la escupiera en otro lado. Cuatros días en los que maldijo su

naturaleza como omega. Cuatro malditos días que perdió dinero y horas en el

trabajo.

Ahora sabía que iba sacar menos dinero en su cheque.

Saludó a todos en el trabajo mientras que se ponía su

uniforme. Hoy estaría en los quince años de la hija del ministro de salud. La

familia Lenix, unos betas de clase social muy alta y los que dominaban los

mejores hospitales del país.

Atendió algunos invitados y ayudó algunos de sus compañeros,

cuando sintió un olor suave en el ambiente. Decidió ignorarlo y siguió

trabajando. Silvia estaba en la parte de atrás del restaurante que habían

alquilado para esa noche tan especial para la familia. Sacó un cigarrillo de su

chaqueta.

—Sabes que a Bryan no le gusta el olor a cigarros. —Sonrió

con burla Hana.

—Ya hasta te pareces a él. Solo quiero relajarme, esta noche

ha sido muy agitada y no solo para mí, sino para todos. 

—Eso es verdad. A unas personas le tuve que cambiar la

bebida como tres veces porque decían que no eran “finas”. —Hizo comilla con sus

manos.

Silvia expulsó el humo y observó a su amiga.

—¿Y cómo es él en la cama?

Hana la observó sorprendida por la pregunta. Negó con la cabeza.

—Tú no cambias. —Sonrió, a lo que su amiga se encogió de

hombro—. Sabes cómo soy, pero esa noche fue muy mágica. Se podría decir que me

gustó mucho y quiero creer que yo también le gusté.

—Te reto a que lo seduzca. —Aplastó el cigarro con la punta

de su zapato de tacón negro.

—¿Yo? ¿Estás loca? —balbuceó—. Él jamás se enamoraría de mí.

Además, aunque me duele admitirlo, lo nuestro solo fue un revolcón y ya. Él ya está

haciendo su vida y yo… —miro su uniforme— estoy trabajando.

—Pero digamos que se vuelvan a ver, ¿por qué no lo enamoras?

Así te vuelves de dinero y me sacas de esta puta pobreza. Déjame decirte que,

si a mí se me diera la oportunidad, lo tendría a mis pies.

—¿Dejarías a Bryan por estar con un millonario?

Su amiga pensó en sus palabras, luego sonrió.

—¿Y no te puedo quedar con los dos?

Hana negó y la tomó de la mano para regresar al trabajo.

 

 

—Señor, encontramos a la joven que usted estaba buscando —comentó

nervioso el hombre por la presencia imponente del otro—. Costó mucho trabajo, pero

aquí está.

Sonrió con malicia y vio la foto.

—Te encontré, Hana.

 


Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo