6. Mañana

Layla

Mis manos están apoyadas en el espejo de pared, marco el cristal con mi sudor y un poco con mi aliento cuando acerco mi frente a él para tener algún otro punto de apoyo. Me tiemblan las piernas y no logro recuperarme. Rio, lloro, ya no sé lo que hago. Acabo de tener el orgasmo más estremecedor en la historia de mi vida y viene a provocármelo la brutalidad de un hombre.

Tengo que tener la jodida autoestima en el piso para que me haya gustado tanto aunque me maltratara abiertamente, pero es justo como le digo: me odio, siempre lo he hecho. He vivido con el estigma de ser mujer cuando el Duque de Richmond necesitaba un hijo varón, así que “no ser suficiente” ha sido parte de mi día a día desd

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