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Nada me preparó para  encontrarme frente a una criatura así, al principio sentí mucho miedo, es decir… esa “cosa” estaba decidida a arrancarme la vida en tan solo un segundo.

¿Irónico no? Los seres humanos crecemos pensando que la forma ideal de morir sería acostándose  a dormir y nunca despertar, dichas ideas se convierten en el sueño de muchos e incluso alguna vez fue el mío también, pero en aquel instante mi realidad distaba mucho de esa utopía.

Mi infierno comenzó cuando cumplí cinco años. Aunque intenté explicarle a mis padres fue inútil, solo lo consideraban “cosas de niños”, entonces comprendí que para poder sobrevivir necesitaba ayuda.

Antes de apagar la velita pedí un deseo, clamé al universo por ayuda, deseándolo desde el fondo de mi corazón. Durante el crepúsculo invadió mis sueños. se presentó a sí mismo como Luca, me acunó entre sus brazos susurrándome al oído que todo estaría bien.

Los años pasaron lentamente, las noches eran un infierno pues las batallas resultaban cada vez más intensas y agotadoras. Pero Luca continuaba ahí, ignoro si era correcto o no pero mis sentimientos por él aumentaban cada día más, ya no eran tan solo lazos de cariño hacia mi guardián, le amaba profundamente pero nunca se lo dije, jamás me arriesgaría a perderle.

El verano que cumplí catorce la criatura colocó una especie de hilo dorado en mi cuello consiguiendo cortarme la piel. Para mi asombro e incredulidad al despertar en la mañana tenía marcas.

Todo era aterrador pues aquella situación no afectaba únicamente mis sueños. Mi angustia resultó obvia para Luca, trató de consolarme pero sus palabras no me brindaban la tranquilidad que anhelaba.

— ¿Qué sucede pequeña?

—Nada.

—Te conozco bien, algo ronda tu cabeza.

—Estoy harta Luca, mi vida no tiene razón alguna.

—No pienses en eso, obviamente estás cansada…

—…y harta. Estas marcas son una vergüenza.

—Muestran que sobreviviste.

— ¿Puedes verle algo lógico a la situación? Esto pasa en mis sueños no en la vida real pero las marcas me siguen y causan que me humillen.

— ¿Quién te lastimó?

Querrás decir… ¿quién te lastimó aparte de la horda de demonios y monstruos nocturnos?

—El sarcasmo no te pega, sabes bien de lo que estoy hablando.

—No vale la pena.

—Lo vale si es que alguien te causa dolor. Para mi eres especial y algún día te veré cara a cara.

—Agradezco tu preocupación, pero soy tan poca cosa, igual que dijo él.

— ¿Quién es él?

—Se llama Christos Hoper.

—Descansa ahora pequeña, nos veremos mañana.

— ¿Y si las criaturas regresan?

—Por hoy se han marchado, descuida que vas a estar a salvo.

Ignoraba que en aquel momento Luca había visitado a Christopher y le había obligado sometiéndole mentalmente para que me ofreciera disculpas.

Tras aquello mi vida adquirió “cierta rutina” batallas en la noche, una adolescencia extraña durante el día. Poco a poco fui alejándome de mis amigos, todos me parecían demasiado sosos, no podía ser una increíble guerrera nocturna y hablar de nimiedades durante el día.

Unos días antes de cumplir veintiún años,  Luca  me entregó un collar diciendo que mientras lo llevase puesto la criatura no podría compelerme. Aparentemente durante los años en que sus ataques habían “fallado” aquel demonio perfeccionó otras formas para controlarme.

A la mañana siguiente al despertar lo encontré en mi cuello, por la noche la criatura supo que algo había cambiado pues los sueños llegaron mucho más intensos y dolorosos.

Comencé a caminar sin rumbo fijo, el lugar era nuevo para mí y con la curiosidad propia de aquel momento, me aventuré a recorrerlo. Iba llegando a un hermoso riachuelo cuando le vi. Se colocó frente a mí, su cuerpo temblaba ansioso y lleno de ira. Cuando habló lo hizo mirando fijamente mi colgante.

— ¿De dónde lo sacaste?

—Yo…

Apresuró su paso hasta tomarme del cuello y apretar intentando asfixiarme, justo cuándo iba a desmayarme, apartó su mano como si se hubiese quemado y profirió algunas maldiciones.

—No hace falta que me contestes, solo hay una criatura capaz de hacerlo. Dime una cosa  estúpida, ¿te prometió acaso mantenerte a salvo de mí?

Me quedé en silencio durante lo que pareció ser una eternidad, sus facciones comenzaron a desfigurarse y dio un paso al frente. Obviamente detestaba no ser capaz de compelerme.

Su aspecto mostraba a un predador en su máximo esplendor, era increíblemente intimidante. Aquella vez algo cambió, su voz estaba en mi mente intentando doblegarme.

—Vas a quitarte ese colgante Catherinna.

—No…

—Jamás vuelvas a retarme o tus padres  pagarán por tu insolencia.

— ¿Mis padres?

—Sí, ahora entrégame el maldito colgante.

Coloqué la mano sobre mi pecho pero entonces él me habló.

—Lucha pequeña Cat. Estoy a tu lado no te dejaré.

— ¿Por qué no vienes, Luca? Tengo miedo

—Es lo que él quiere, ha creado una especie de campo de energía con el que te tiene atrapada, deberás enfrentarle sola.

— ¿Y bien Catherinna? Dame el maldito colgante de una sola vez.

—No. <<Lo haces bien pequeña>> susurró Luca.

— ¿Cómo dices?

—Di… dije que No.

Cuando la criatura comenzó a brillar sentí miedo, pero ni siquiera intenté correr, ¿Qué ganaría con eso? Mis piernas estaban inertes y por más que les pedía que colaboraran, parecían no escucharme.

De pronto levantó su mano y comenzó a crear una esfera de luz. Escuchaba a Luca gritándome, todo era supuestamente una ilusión y dolería únicamente si creía en ella. Pero me encontraba sola, así que cuando la luz me envolvió el pánico me dominó lo cual mezclado con la ira proveniente de Luca fue catastrófico.

Mi cuerpo se estaba quemando, mis gritos eran ahogados por el sonido de las llamas mientras consumían todo a su paso, incluyéndome. Había aceptado mi destino, esa vez no lograría escapar de la muerte.

Después de sentir un dolor indescriptible, no experimenté sensación alguna. ¿Había tenido suerte quizás?  ¿Estaría  muerta al fin?  Segundos después, aquel bosque teñido de rojo y en llamas desapareció, dando paso al frio de la noche. En mi cuerpo no había llagas pero dolía muchísimo, a mi parecer era demasiado real e intenso para ser una ilusión.

Pero… ¿cómo podía saberlo realmente? Al fin y al cabo mi subconsciente continuaba diciéndome que todo era una pesadilla, en esos momentos era lo único a lo que podía aferrarme para mantenerme luchando.  

Comencé a caminar intentando hallar el camino a casa pero resultaba difícil,  todo se encontraba sumido en una penumbra tan intensa que no podía verme las manos. Aborrecía la oscuridad y mi verdugo lo aprovecharía.

Aquella noche fue la peor de todas, mi corazón golpeaba salvajemente, tanto que podía escucharlo y eso me asustaba.

—Ríndete Cat….

—Nunca.

Eso fue lo peor que pude hacer, le encolerizaba no poder dominarme por completo.

Sentía frío, intentaba calentarme frotando enérgicamente mis brazos, pero resultaba ineficaz.  Ni siquiera intenté correr pues no serviría, era brutal, veloz, potente y  capaz de adivinar mi ubicación, sería absurdo siquiera intentarlo.

Con cada paso mis pies descalzos eran perforados por diminutas y afiladas piedritas pero el miedo me brindaba la energía necesaria para continuar huyendo.

Tras horas de un magnánimo esfuerzo estaba extenuada, mi cuerpo mortal me forzaba a detenerme, lo lógico hubiese sido continuar pero estaba más allá de mis propios límites, no sería capaz de resistirlo.

Sorpresivamente apareció bloqueándome el paso, la criatura lucía aterradora,  aquello distaba de ser un sueño, sus golpes eran reales, tanto  como ustedes y yo.

Entonces pensé en Él, me sentía desesperada por saber dónde estaba Luca ya que no se encontraba a mi lado. ¿Sería acaso que finalmente había muerto?

¡No! Los Ángeles no mueren, seguramente le vería pronto.

Cuál golpe de viento mi atacante desapareció, estaba claro que en esa ocasión iba a jugar conmigo, la cacería era lo que más le llamaba la atención, era obvio cuanto disfrutaba.

Mientras emprendía la huida, descubrí una cueva, busqué un rinconcito y me acurruqué pues necesitaba descansar. Pocos segundos después estaba a mi lado, se sentía aún más aterrador que unos instantes atrás. En su rostro había odio, pero sobretodo una mirada que me heló la sangre… había llegado mi final.

—Hola Cat ¿lista para morir?

— ¿Porqué yo? <<En ese momento quizás no fue lo mejor que pude haberle dicho, pero necesitaba ganar tiempo, Luca tenía que encontrarme>> Porque seguía vivo ¿verdad?

— ¡Siempre haces la misma pregunta! Jamás permitiré que vivas, pones a peligrar mi reinado.  Lo sucedido hace unos minutos no es nada en comparación con las torturas que te esperan, llámalo “juegos preliminares” si así deseas.

—Nada va a impedir mi muerte, eso lo sé,  pero ten por seguro que Luca me vengará.

— ¿Tú  estúpido  guardián? Hmmm… estás muy segura pero no le veo por aquí, quizás ya no resultas útil para sus propios fines.

—Él nunca me dejaría…

       —Cat, Cat Cat… el amor es un simple sentimiento mortal al  que nunca deberías aferrarte, no me mires así, la  prueba está justo frente a ti,  Luca ya lo ha hecho, te ha abandonado. Comprende… acepta mi verdad, doblégate…

          De pronto Luca apareció a mi lado, verle ahí dispuesto a luchar por mi me llenó de una emoción tan inmensa que era casi irreal. El desconcierto se reflejó claramente en mi enemigo aunque logró disimularlo en segundos.

No lo oigas Cat, sabes que siempre estaré a tu lado, ahora escúchame,  ¡vete! Yo me encargaré de él mi pequeña, márchate lejos.

Segundos después  libraba una difícil batalla para salvarme por lo que decidí ayudarlo, al menos sería mejor que simplemente  marcharme como una cobarde. No sé qué hubiesen hecho ustedes en mi lugar, había sufrido los ataques de ese monstruo durante tantos años y por eso no le temía a la muerte, me acostumbré a caminar por la delgada línea entre ella y la vida.

En ese momento lo más importante para mí  era Luca, de alguna forma debía retribuirle las cientos de veces que me había protegido del mismo demonio. Mi existencia era insignificante en comparación con la suya,  viviría para ayudar a otros como yo.      

—Atrás Cat, aléjate, huye antes de que él te atrape, yo estaré bien, lo único importante es mantenerte con vida,

—No puedo irme Luca, estoy harta de verte librar mis batallas, si alguien debe morir esa soy yo.

— ¡escúchame! debes ponerte a salvo...

No.

¡Maldición Cat!

— ¡No puedo!... <<En ese momento lloraba como una niña, mi cuerpo temblaba sin que pudiese controlarlo>>

 —Escúchame pequeña, es imposible ayudarme sin salir herida y eso no podría superarlo,  comprendo cuán  difícil te resulta aceptarlo pero así debe ser, busca a Gaetano, mi familia se encargará de  protegerte si fallo.

— ¡Es ridículo que tan siquiera plantees algo como eso!  Te necesito y no voy a dejarte morir  por mi culpa. Tu familia estará ahí pero tú ausencia me será imposible de llevar.

— ¡CAT!!!  ¡NOOO!

Decidí lanzarme contra aquel demonio, claro que mis esfuerzos fueron en  vano, tan solo unos segundos después me dio un golpe en la cabeza, enviándome varios metros atrás.

De pronto algo comenzó a succionarme lejos del lugar <<siempre sucedía igual>>

—No temas, pronto nos encontraremos, tu vida corre peligro y debes dejar Carolina del Sur, ve a Yellowknife  Canadá  que solo ahí estarás segura.

Al abrir los ojos comencé a inspeccionar todo a mí alrededor. Casi esperaba ser atacada, pero todo estaba igual que antes de dormir.

Luca había dicho que abandonara la ciudad y  huyera a Canadá,  aunque todo era solo una pesadilla no podía evitar sentir preocupación sobre el peligro en el que me hallaba. En ese momento no lo entendí ya que todo sucedía en mi mente, ¿sería acaso que los monstruos me buscarían en el plano terrestre, abandonarían el plano astral?

Cansada de sentir miedo comencé a investigar sobre demonios, descubrí que habitan en un lugar llamado Bajo Astral, perteneciente a uno de los siete cielos. Al principio considere  todo una completa locura, es decir… ¿Siete cielos?… ¿bajo astral?

Pero después de tantas visiones y  las marcas acentuadas cada vez más, decidí que quizás eso no estaba del todo mal, al menos era algo en lo que creer y con lo que encontraba una explicación más lógica.

Durante aquellos años vivía en Beaufort Carolina del Sur con mis padres, me consideraba una persona tímida, no tenía amigos, jamás me interese en algún hombre ya que amaba a mi ángel, ¿ilógico verdad? Pero era una sensación extraña, algunas veces Luca parecía real y para mí su imagen era suficiente, no me sentía capaz de amar a nadie más.

Tras esa última pesadilla todo cambió, mi aparente vida normal llegó a su fin, era navidad y papá había insistido en un viaje al mejor restaurante. Por más esfuerzos para evitar aquella salida, me fue imposible lograrlo.  Mamá decidió quedarse en casa, estaba realmente molesta con él e incluso conmigo.

Justo antes de subir al auto,  le escuché.

—No lo hagas Catherine, no viajes hoy

— ¿Luca? ¿Qué puedo hacer? Papá está como loco y debo acompañarlo.

—Pequeña mía, no vayas con él.

—Lo siento pero no puedo dejarlo.

Tras unos minutos en la carretera alguien se atravesó,  papá intentó esquivarlo pero fue inservible. Nuestro auto giró varias veces, instintivamente llevé mis manos a la cara intentando protegerme.

Justo antes que nos volcáramos sentí un fuerte tirón, como si algo me succionara, mi cabeza impactó el suelo pero aún así  fui capaz de ver cuando nuestro vehículo explotó.

La ayuda viene en camino amor, ya estás a salvo.

— ¿Amor? ¿Quién…? ¡Luca!

Debes mantenerte tranquila, la ambulancia tardará un poco, ignoro si tienes heridas internas por eso no debes moverte.

Luca hablaba con tal calma que resultaba realmente acogedor, a pesar de estar en el suelo, no sentía frio. Había colocado una manta y me abrazaba tiernamente.  Era tal la conmoción que tardé un poco en comprender que estaba a mi lado y no en mi mente.

Atravesé esa línea entre luz y oscuridad en algunas ocasiones, cuando lograba abrir los ojos lo veía sobre mí, su angustia resultaba dolorosa pero de pronto aquella situación volvió a ser real, ¿si Luca me ayudaba entonces quién atendía a papá?

—Mi padre… debo…

Por ahora no puedes ni debes moverte.

Está muerto ¿verdad?

       —Maldición Cat, ¿Supondría alguna diferencia?  No puedes moverte, pero sí, está muerto. Lamento ser tan duro, debes entender que solo así lograré evitar que hagas una locura.

Luca se mostraba realmente hostil, papá estaba muerto y no manifestaba una gota de compasión.  A decir verdad lo que me afectaba más era la culpa, si hubiésemos hecho lo que mi madre decía… si hubiese insistido un poquito más…

La noche avanzaba sobre nosotros, la ayuda demoraba mucho lo que era extraño ya que el hospital se encontraba a tan solo unas cuantas cuadras.  La nieve había cesado pero el frio era cada vez mayor. Trate de mantener los ojos abiertos pero era difícil, me dolía el pecho.

Eres tan frágil.

Gracias por estar conmigo, pero si te hubiese escuchado papá no…

Tras decir eso volví a ser arrastrada a las sombras, apenas se escuchó el sonido de la ambulancia  Luca desapareció. Los paramédicos no entendían como era posible que hubiese salido viva, pero sus voces sonaban distantes, en ese momento únicamente pensaba en papá y el dolor causado por tal pérdida. Al llegar al hospital, me sorprendió un poco la cantidad de médicos listos para atenderme.

Hay que realizarle unos exámenes…

Preparen la sala para unas tomografías…

Tras soportar muchísimos exámenes, una enfermera que con costos tenía  25 años llegó a tomarme los datos, lo más extraño fue cuando  preguntó sobre algún familiar al cuál pudiesen llamar,  le dije que a mi madre y la mujer se puso muy pálida, luego  salió de la habitación sin explicarme nada. Pocos minutos después llegó el médico.

— ¿Han llamado  a mi madre?

Mire Catherine, no sé cómo decirle esto, probablemente usted no recuerda mucho ya que se ha golpeado la cabeza contra el suelo, pero estaba con ustedes en el auto, ella también ha muerto.

— ¡¿Qué?!  No… usted se equivoca, ella se quedó en casa, éramos solo papá y yo.

Ella viajaba en la parte de atrás, tal vez es víctima del shock por la impresión.

—No, mamá no está muerta, usted miente. Déjeme ir, debo llegar a casa, les mostraré que se equivocan.

Debe calmarse, aunque salió prácticamente ilesa, tiene que descansar. El doctor Bronstons, nuestro psiquiatra vendrá a verla en un rato.

— ¿De qué demonios habla? ¿Un psiquiatra? No, no necesito ver a un maldito psiquiatra, lárguense y déjenme sola.

Usted necesita ayuda y...

— ¡Largo ya! ¡Déjenme!

Mire, a juzgar por cómo sucedió todo, usted debió salir expulsada por una de las ventanas antes que explotara. Y presumamos que su madre estaba en casa, ¿cómo lo llevaron al lugar del accidente, la pusieron allí y arreglaron todo? Parece que iban de viaje, en el auto hay restos de varias valijas.

— ¿Y cuando puedo salir de aquí?

En una semana, en este momento tiene neumonía y debemos tratarla. Es increíble que no muriera congelada.

Gracias a la manta de Luca.

¿Luca? ¿Manta? Ve lo que le digo, cuando la encontraron no tenía ninguna manta ni había alguien junto a usted. Por ahora descanse, mañana veremos cómo evoluciona.

Cuando el matasanos abandonó la habitación,  empaque los frascos con el medicamento y planee mi huida. Al acercarme a la puerta, me di cuenta que ese médico había terminado todas sus rondas,  casi se marchaba del hospital brindándome así un escape perfecto.

En ese momento se encontraba todo desierto,  tomé las escaleras rápidamente <<bueno, al menos lo más que permitía mi adolorido cuerpo>> En recepción, una enfermera de turno estaba muy ocupada organizando unos papeles, por lo que fue sencillo salir de ahí.

Subí al primer taxi que encontré y me fui a casa,  ellos no entendían lo sucedido realmente y yo insistía en mi versión.  Al llegar noté todo a oscuras, probablemente mamá estaba con  alguna de las vecinas, busqué mi llave bajo la alfombra y fui al dormitorio.

La mayoría de las cosas de mamá no estaban, en ese momento asumí que había ido al hospital. Estaba sentada en el porche, cuando una vecina llegó a decirme que lamentaba mi perdida.

—Usted se equivoca, mamá estaba en casa.

Pero yo los vi marcharse, a los tres.

—No es posible.

—Si Cat, no tengo porqué mentirte. Lo mejor es que vayas a descansar, ni siquiera sé cómo te dejaron salir del hospital.

—Debo irme… gracias por sus condolencias.

Nada tenía sentido, antes de estrellarnos había visto un hombre frente al automóvil y papá giró para evitar atropellarlo, íbamos solos en el auto…

Busqué las tarjetas de crédito y mi medallón, prepare una maleta con algunas prendas, pero no me excedí demasiado, debía abandonar mi hogar llevándome lo estrictamente necesario. Económicamente no debería preocuparme, la casa en que viví hasta esa noche iba a conservarla, únicamente vendería otras dos propiedades de Carolina del Norte.

Tomadas ya las decisiones más importantes, dejé bajo la puerta de mi vecina Simona, un sobre con la llave y una carta, en la que le pedía se encargara de mantener la casa limpia, asegurándole que cuando me encontrara instalada en mi nuevo hogar, le enviaría una buena cantidad de dinero para cubrir los gastos por su trabajo.

En el camino al aeropuerto llamé a un tío político, quién siempre mostró interés por las propiedades que teníamos en Carolina del Norte. A pesar de la hora decidió atenderme. Una vez que llegué a su casa, me dio las condolencias, luego nos fuimos a su oficina.

Mientras realizaba una transferencia a mi tarjeta de debito  por una parte del valor de las propiedades aproveché para cenar y refrescarme. Despedirme fue difícil, pero tenía que seguir  mi camino.

Vamos Cathy, esto por lo que has pasado es difícil, a tu edad ya estás sola, sin nadie más. Soy un viejo viudo y sin hijos a quien no le importaría si su sobrina se quedase una temporada. No quiero imaginarte  sola en algún lugar lejano, al menos no durante los primeros días.

—Gracias tío, pero necesito alejarme de todo lo que tenga sus recuerdos y este lugar está lleno de ellos. Además ya tengo 21 años, puedo cuidarme sola.

—Bueno, entonces vete a Australia, allá tendrías un séquito de empleados a tu disposición.

—Sabes…detesto que me sirvan como si fuese una reina además necesito sanar a mi propio ritmo.

—Bueno así será, pero apenas te establezcas me avisas. El resto del dinero por las propiedades lo depositaré mañana.

— Necesito pedirte un favor. No puedo afrontar su funeral, hazte cargo de todo, en dos días te entregaran los cuerpos. Yo vendré más adelante.

— ¿Segura cariño?

—Sí. Gracias por todo.

Cuando terminé allá, tomé un taxi y fui directamente al aeropuerto. Quizás iría hacia el sur, intentaría hallar algún lugar más cálido, buscaría alejarme del frío y la nieve.  Unas cuantas lágrimas caían por mis mejillas, me sentía triste, en solo días mi vida había dejado de existir, evitaba pensar en todo lo que estaba por venir.

El taxista era demasiado conversador, pero mi mente estaba lejos.

¿Va de viaje señorita?

—Sí señor, a uno muy largo

— ¿Y no lleva más equipaje?

—No, es todo lo que necesito.

Fue difícil luchar contra el impulso de ahorcarlo, durante media hora se mantuvo hablando compulsivamente.

—Bien, ya llegamos, qué tenga un buen viaje.

—Gracias, buenas noches.

Ya dentro del aeropuerto,  fui a tomar un café, no sabía qué hacer con mi vida, necesitaba alguna señal divina.  Finalmente me decidí por Texas, el clima cálido sería beneficioso.

—Bienvenida señorita, mi nombre es Tamika y estoy para atenderla.

—Necesito un boleto para Texas.

—Claro que si, deme un minuto.

Mientras buscaba la tarjeta para pagar, apareció Luca. Trate de tocarlo pero mi mano atravesó su cuerpo… ¿un fantasma?

¿Es que acaso me olvidaste?

¿olvidarte?

Debes ir a Canadá, de otra forma me será imposible cuidarte.

No lo sé, esto me parece una locura.

Ve a Yellowknife.

¿Y luego qué? ¿dónde te encontraré?

No me busques yo lo haré en el momento justo. Las señales te llevaran al lugar correcto.

Y eso fue todo, desapareció sin decirme algo más.

       — ¿Está usted bien señorita?

La mujer me miraba con gesto de preocupación, me había escuchado hablando sola.

Si estoy bien, solo deme un boleto para Yellowknife.

¿Canadá? ¿Pero no es un cambio radical? <<la mujer trataba de tragarse una risita, sin saber cómo pude percibir sus pensamientos, según ella era una joven indecisa, a quien seguramente sus padres le daban todo el dinero que quería, pero sus pensamientos no fueron los que me irritaron sino su risita bobalicona>>

       — ¡SOLO. deme. mi. maldito. boleto…!  <<Varias personas que estaban cerca se volvieron hacia mí, la empleada de la línea aérea estaba pálida, pero no me arrepentía, al fin y al cabo su trabajo era darme el tiquete aéreo, no pensar en mí de forma burlona>>

Molesta conmigo misma pero sobretodo con la estúpida del counter, me incline sobre ella y le dije:

—No soy una consentida a quien sus padres le dan dinero  para gastar. Ambos acaban de morir.  <<Se puso tan pálida que me dio un poco de  lástima>>

Durante el vuelo logré dormir mejor, estaba en una casa de madera, me encontraba sentada junto a un sauce llorón. Pero mis pensamientos estaban con mis padres, las lágrimas caían sin que pudiese contenerlas. De un momento a otro Luca se encontraba a mi lado, me abrazaba… intentaba  consolarme.

—Lo siento Cat, quisiera poder evitarte este sufrimiento. Pero pronto estaremos juntos y ya nadie podrá separarnos.

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