3. Hombres...

Miranda.

Le doy la dirección del apartamento de Mariana al conductor, después de unos minutos se estaciona delante del edificio donde vive la rubia, pago y me bajo, toco el timbre y coloco el número de apartamento donde vive y contesta.

— ¿Quién habla? — pregunta la rubia, suspiro.

— Soy yo… Miranda — la puerta se abre y entro, subo al elevador y presiono el botón del quinto piso, una vez me deja en ese piso, salgo y la veo en el pasillo, corre a abrazarme al ver mi rostro, comienzo a llorar con más ganas que cuando salí de la casa del moreno.

— ¿Qué te sucedió, corazón? — pregunto entrando a su piso, cierra la puerta una vez que me deja en el sofá.

— El hombre del que he estado enamorada desde los 14 me ha rechazado… — me mira sin creer lo que digo, intenta hablar pero no lo sabe y solo lloro.

— Hombres… todos iguales con sus maneras tan originales de cagar todo, ese hombre no te merece, corazón — niego mirándola.

— Me sigue mirando como a una niña, he crecido, me he vuelto una mujer y aun no lo nota y eso me da rabia, demasiada — lloro aún más.

— Bueno, lloraras más cuando nos saquen del edificio si sigues llorando como poseída, Miran — me callo y me río un poco — Así me gusta, ya vendrán mejores hombres, no te ancles al primero que te da el amor que nunca has recibido, reina.

Aconseja yendo a la cocina en busca de algo, suspiro mirando la sala mientras me limpio la cara, me quito los tacones, dejo mi bolsito a un lado, Mari aparece y me da una copa, deja la botella volviendo a desaparecer por un pasillo.

Regresa mientras me tomaba la copa de vino y me entrega un pijama.

— Siempre eres bienvenida, corazón, así que cámbiate y beberemos todo lo tú quieras para ahogar esa pena de amor — sonríe, asiento y me cambio ahí sin pena, suspiro volviendo a sentarme.

— Gracias por todo, no sabía a donde ir, la verdad, no quería molestarte — niega tomando de la boca de la botella.

— No digas pendejadas, niña, cuando quieras, aquí estaré — asiento tomando de un solo trago el líquido de la copa empezando a sentirme mareada.

Jueves, 30, Agosto, 2029.

Miro la pantalla de mi laptop, me como la uña del pulgar nerviosa esperando que me notifiquen de que la colección llegara a tiempo pero nada cuando de repente por el elevador sale Viviana mirando a todos lados y se acerca peligrosamente a mí.

— Código rojo, Miranda, código rojo — susurra y se va, trago saliva y entro a la oficina de Milán lista para soltar la bomba.

— Aun no han llegado la colección, señor — digo, se detiene mirándome sin saber si escuchó mal, pero niego confirmando que no escuchó mal — Lo que escuchaste, señor Milán, la colección no ha llegado aún…

— Llama a la fábrica, el desfile es mañana, se supone que toda la colección tenía que llegar hoy — habla a punto de estallar, ya mañana era 31 de agosto, mañana era el primer desfile después de la muerte del cabeza de la empresa y esto era muy importante para Milán según me contaba mi padre.

— ¿Qué ha pasado, Milán, donde está la colección? Quiero saber — por la puerta entra Gloria, una de los dos mejores diseñadores de la empresa al igual que Milán pero no se atreve a salir de su escondiste, trago saliva.

Miro que Milán suspira poniéndose a pensar.

— Señorita Gloria, ya pronto llegan, solo tuvieron un pequeño inconveniente en el camino aquí — excuso salvándole el trasero a Milán para no escucharla gritar y ver su drama de la semana, porque Gloria es así.

Se va y suspiro, cierro la puerta y miro a Milán que me mira esperando que aclare todo.

— Pues veras, no es mentira eso de que hubo inconvenientes en el camino — asiente para que continúe hablando — Solo que… pues se le hizo tarde y pues hasta ahora que es que salen el camión con la colección que hizo Gloria, pues — lo miro esperando su reacción pero solo logra parpadear sabiendo que posiblemente esa colección llega mañana y eso no era una buena idea para ninguno de nosotros.

Una llamada interrumpe el silencio y por su cambió de humor debe ser Bárbara, su prometida con la cual no he tenido muchas conversaciones, me echa de la oficina con su mirada y me voy, suspiro sin saber que hacer ahora, Milán sale de la oficina y me levanto de mi silla.

— Iré a buscar a los gemelos y almorzar, cualquier cosa me llamas — asiento y se va al elevador pero veo a Violeta ahí, trago saliva cuando ambos entran al elevador, nada bueno viene de esa mujer.

(…)

Tomo mi café relajada o algo así cuando veo el correo desde mi laptop hasta que recibo un mensaje de “Empresa Duncan” escupo el café al saber quién es el cabeza de esa empresa de moda rusa, llamo a Milán enseguida sabiendo que esto es un problema no muy bueno por lo que empezaba a leer.

— Milán, tenemos un problema aquí con unas cosas del evento de mañana — digo apresurada y me cuelga.

No faltó que pasaran dos horas cuando ya tenía a Milán sentado en su escritorio en donde me miraba al igual que yo a él después de contarle todo apenas entramos a su oficina.

— Me estás diciendo que Álvaro Duncan vendrá a mi desfile y que es una de los compradores, ¿ah? — asiento sabiendo que es eso lo que dije, niega sin creerlo — Como se atreve un diseñador de primera comprar la colección — suspira y yo no sé cómo explicarle eso.

— Eso mismo pensé, se supone que es un reconocido diseñador ruso en toda Europa, eso fue lo que entendí cuando dijo que quería comprar la colección que se presentara mañana — explico buscando una razón a eso.

— Bien, llama al pelirrojo de Álvaro y dile que se prepare porque lo necesitare mañana para la traducción — asiento y me voy teniendo que llamar a Álvaro, al amigo de los chicos y no al diseñador.

(…)

Regresaba del trabajo después de un día súper ajetreado cuando la puerta es abierta por mi padre, me deja pasar y lo miro algo extraño.

— Ten, vístete presentable y ve a este restaurante — fruncí mi ceño sin entender de que me hablaba — De ahora en adelante iras a citas a ciegas, niña, ya está a edad para que te cases y te mudes…

Río negando.

— No estás en discusión — me entrega la hoja y se va pero regresa — Si no lo haces, te echo a la calle al igual que tu hermanito — cierra la puerta y grito molesta, subo las escaleras y entro a mi habitación mirando la hoja.

— Lo odio — mi teléfono suena y miro que es Mariana, suspiro, cuando por responderle mi teléfono se da por apagarse, maldigo y saco mi laptop y hago una video llamada que me responde al instante.

— Me colgaste, que descaro tienes, Miran — río negando.

— Lo siento, mi teléfono se apagó, tengo un problema, Mari — me mira esperando a que siga y suspiro — Mi padre me ha dado una dirección en donde tendré que tener citas a ciegas con hombres que ni conozco, esto es una decisión tan estúpida de mi padre.

— No lo veas como algo, véalo como una oportunidad de olvidarte de George, puede que un clavo no saque a otro pero puedes tener oportunidad de no sé, ¿perder tu virginidad? — la miro con la ceja alzada — Oh vamos, Miran, ya tendrás 25, no te pases…

— Bien conoceré al primero hoy y a los otros mañana después del trabajo… o en el trabajo, mejor y así me voy deshaciendo de ellos — la rubia asiente convencida por mi decisión — No cualquier trapo me merece, Mari…

Se ríe aplaudiendo.

— Esa es mi niña — río.

Viernes, 31, Agosto, 2029.

Las modelos modelaban con clase los diseños creados por Gloria, a pesar que esta mañana fue un desastre total al ver que el camión no llegaba y Gloria amenazaba con mandarnos a la cárcel y todo pero ya estábamos bien después de tratar de calmarla salvándole otra vez a mi jefe después de tener una noche estresante con tres hombres que lo único de lo que hablaban eran del trabajo y los beneficios que tendríamos si nos cazábamos, como si eso fuera a pasar.

Hasta que veo al señor Duncan entre los compradores, sé que miraba a Bar pero parecía un hombre muy elegante con mirada fría y sin emociones que te hacían temblar. La música se apaga y sale Gloria con una modelo que trae uno de sus mejores vestidos, un vestido de novia con tela de seda, muy hermoso, muy perfecto, me puse a pensar si alguna vez usaría uno.

Todos nos levantamos y aplaudimos apenas terminó todo Álvaro, mi amigo pelirrojo se acerca a Milán, me quedo cerca para cualquier cosa mientras veía mi teléfono la foto del ultimo candidato ya que mi padre tenía pocas opciones.

— ¿Seguro que me necesitas? Es que no recuerdo muy bien el ruso, Milán —dice el pelirrojo, lo miro tragando saliva viendo que Duncan camina hacia ellos, ya que Gloria me llama para hablar con ciertos compradores.

— Tu nueva colección es una obra de arte, madame Gloria — la morena se ríe tras un abanico haciéndola ver elegante ante los dos hombres.

Un hombre se acerca a nosotros cuatro, él me miraba con cierta curiosidad poniéndome nerviosa.

— Me encantaría tener su colección en todo estados unidos, madame Gloria — dice sin dejar de mirarme con esos ojos mieles profundo.

— Es una buena propuesta, señor… — dice con curiosidad Gloria.

— Axel, Axel Wales, madame — la morena tose tras su abanico y me mira abriendo los ojos, se acerca a mi oído.

— Los Wales… dicen que tienen sangre de la realeza y tienen una inmensa cadenas de centros comerciales y hoteles tanto en Norteamérica, Latinoamérica como en Europa, niña — dice y sonríe a los hombres — Es un gusto saber que estas presente, no sabíamos que vendrías, señor Wales…

Este sonríe dejándome nerviosa.

(…)

— Imposible… — digo sin dejar de mirar la foto de mi teléfono y al hombre que habla con los gemelos en el otro lado del salón, no podía creer que mi padre me había puesto una cita a ciega con ese tipo de hombre.

Suspiro relajándome y lista para rechazar al hombre que empezaba a acercarse a mí.

— Hola… señorita Rivas — me habla, asiento en modo de saludo — ¿Le parece si salimos de aquí y tenemos esa cita… a ciega como organizó su padre?

— Me parece bien, señor Wales — asiente y caminamos a la salida, un hombre baja de una camioneta negra y le da las llaves al pelinegro, me abre la puerta y agradezco entrando a esta.

— No sabía que la hija de Carlos se había vuelto tan hermosa — lo miro intentando recordar si lo he visto de algún lado — Tu padre solía llevarlos a ustedes a las reuniones que hacia el bufe cada año…

— Creo que nunca te he visto, llevo 5 años sin asistir a una reunión — explico sabiendo que íbamos cuando mi madre aún vivía.

Asiente sin decir nada hasta que llegamos a un restaurante súper lujoso, él nota mi cara de aburrimiento o eso quiero creer.

— Bien… ¿te gusta las hamburguesas callejeras? — pregunta de repente — No quiero ser de esos tipos que te quieran impresionar — dice sonriendo mostrando su perfectos dientes.

— Me encantan — digo y asiente riendo y arrancando el carro.

Puede que no sea un tipo aburrido después de todo, no todos los hombres pueden ser tan aburrido.

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