Alaia
Mis niños corren hacia mí, se ven preciosos, mi pequeña princesa lleva un vestido con falda estilo bailarina corto y mi niño lleva un traje formal gris.
Lucen hermosos.
—¿Están listos? —pregunto.
—Ti —responden asintiendo.
—Luces hermosa, hija —mi madre levanta mis manos y mira mi vestido hasta llegar a mi rostro, momento en que su sonrisa se desvanece, ladea el rostro.
—No te ves como una novia —comenta y Tino inhala sonoramente.
—Mamá, todo está bien, son los nervios —miento a mi santa madre.
—Sí, lo imagino —acaricia mi rostro y vuelve a sonreír.
Mi padre entra y toma mis manos, su sonrisa lo dice todo, me abraza y deja un beso en cada una de mis mejillas.
—¿Vamos? —me entrega su brazo y lo tomo, todos salimos para ir a un bello salón del castillo, que parece una pequeña capilla, aunque la boda será civil.
—Ay Dios —son mis palabras que suenan en un susurro, apenas llego a la entrada, mi padre frunce el ceño y voltea a verme.
Le sonrío y sé que esa sonrisa no ha llegado a mis