Cap. 34 Un Óscar.
Dormir ahora sí fue imposible, no paré toda la noche de pensar en lo que haré, ya nos enfrentamos, pero no puedo mostrar todas mis cartas, no, eso, no tengo que ir con cautela.
Me ducho temprano para despejar mi mente, salgo para ir a ver lo del desayuno y cuando voy bajando escucho voces. Me detengo para escuchar quiénes son y qué dicen.
—No sé cómo es que has descuidado tanto a esa estúpida que mira, lo altanera que está —Gloria le dice a Carlo.
—Yo tampoco entiendo qué está pasando hace unos días que comenzó a cambiar.
—Pues más, te vale que empieces a averiguar, si no todo el esfuerzo de estos años no habrá valido la pena. ¿Viste cómo me echo en cara que la casa y la empresa son suyas?
—Si eso no me gustó para nada.
—Tal vez tiene un amante.
—¿Qué has dicho? No, no digas tonterías. ¿Quién va a querer estar con esa momia?
—Pues esa momia está muy cambiada, ve cómo se vistió para la celebración. A todo el mundo, incluyéndote, se les caía la baba. La creía más santurrona, ¿no que mu