En cuanto grité eso, Aitor y esa tipa me voltearon a ver con una cara que solo mostraba sorpresa.
Apreté los dientes y mis manos se formaron en puños dispuestos a usarlos en cualquier momento. La tal Vanessa seguía abrazando a MI novio como si fuera de su propiedad, me miró con esos hipócritas ojos amarillentos y puso expresión inocente para apretarse más contra Aitor, como si él pudiera defenderla de mí.
—Suéltalo, ahora mismo —mascullé con ira.
Sentía la sangre hervir en mi cuerpo, la cabeza a punto de explotar, mi respiración agitada y mis manos listas para cerrarlas alrededor de su garganta.