Estuve dando vueltas de un lado a otro buscando la ropa adecuada para ir a mi «plan malévolo» preparado para Aitor. Tenía que llevar algo lindo para fingir que íbamos a una fiesta y no a una simple reunión informal para pasar el rato.
Caminé deprisa hacia mi gran ropero y lo abrí viendo muchos conjuntos. Batí y moví todos pero no hallaba qué ponerme, era tan estresante cuando sabiendo que tienes mucha ropa no sabes qué vestir. Y siempre la frase de una mujer es:
—¡No tengo ropa! —alcé la voz, volviendo a mover los ganchos para ver si mágicamente aparecía un nuevo conjunto.
Solo esperaba que no saliera mi hada madrina, porque no aceptaría su chantaje de «regresa a la medianoche»
¡Pf! Si hubiera sido yo Cenicienta, hubiera agarrado a la hada por el cuel