Sherlock Holmes

El detective Castillo sudaba de manera exagerada mientras le hacía el amor a la agente Fabiola. Ella expresaba con emoción todo lo que el cuerpo de su jefe la estaba haciendo sentir. Todo iba muy bien, hasta que el detective Castillo se detuvo repentinamente, para luego sentarse a un lado de la cama. Su respiración seguía sumamente agitada, pero él se veía muy pensativo.

—¿Por qué te detienes? —preguntó Fabiola—. Lo estabas haciendo excelentemente bien.

—Lo siento, Fabiola, pero no me siento bien en estos momentos.

—¿Es por el caso de Serena?

La agente Fabiola besaba tiernamente la espalda del detective Castillo. A ella le encantaba el cuerpo musculoso, y bien definido de su jefe.

—Es que todo ésto es tan misterioso. Esa mujer no puede haberse simplemente esfumado así porque sí.

—Castillo, ¿Sabes porqué hago el amor contigo, y le soy infiel a mi marido?

—¿Porqué es pésimo en la cama?

La agente Fabiola sonrió, y volvió a decir.

—Si, por eso, y porque me pareces una persona esp
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