Tráeme a la chica

El comandante de los Dothrakis. La notoria bestia negra, fue golpeada por una mujer diminuta huele jodidamente delicioso.

Ella está huyendo, así que él la agarró, tirando de su pequeño cuerpo hacia su pecho y antes de que pudiera gritar, le cerró la boca con fuerza y luego ella lo golpeó con fuerza.

 Podía sentir las malditas chispas.

La mujercita en sus brazos era su compañera.

Ella luchó con saña por lo que le dio un fuerte tirón a todo su cuerpo y ella se puso rígida en su agarre.

Podía sentir su cuerpo temblar. Ella estaba jodidamente asustada y tenía razón de estarlo, después de todo él era el más cruel de los hombres.

Pero ella era humana.

No podía tener una pareja humana. M*** ni siquiera pensó en tener una pareja.

Hundió su cara en el hueco de su cuello. Ella se estremeció al sentir su nariz acariciando su cuello y luego inhalo profundamente.

—¡Mio! —gruño como hombre trastornado.

La mujer en su agarraré era su m*****a compañera. Un humano.

Esto es imposible ¿Cómo podría ser esto cierto?

Hizo presión en su cuello haciéndola perder el conocimiento. Él le dio la vuelta y miro su cara. Sus ojos estaban cerrados mientras sus gruesas pestañas negras acariciaban sus mejillas. Tiene labios de cereza regordete pequeños de forma de corazón y una nariz pequeña con un rostro fino y delicado con mejillas rosadas y esponjosas. La mujer era hermosa.

La llevó en estilo nupcial y camino hasta el claro donde uno de sus guerreros estaba sujetando la otra mujer.

El rey la reina eh Incluso el príncipe tenía el cabello rubio lo que significaba que la chica de cabello rubio era la princesa.

¿Entonces quién era la chica en sus brazos?

 Ordenó a sus hombres que ataran a ambas mujeres mientras se movían y corría hacía el bosque en busca de cualquier amenaza.

Cuando regresó ella ya estaba despierta.

 Ella le pidió seriamente que no la comiera. Tan ingenua.

Hades estaba en la habitación principal de la cubierta del barco, mientras bebía una jarra entera de ron y recordaba cada acontecimiento de lo que había sucedido horas atrás.

Bebió hasta la ultima gota que quedaba en la jarra, pero esto no fue suficiente para relajarlo.

El hecho de que tuviera una compañera y eso de que es, humana no lo estaba tomando bien.

Solo había una cosa es su mente.

 Necesita matarla lo antes posible antes de que alguien pudiera descubrirlo.

—Sigurd —gruño en voz alta y unos segundos después la puerta se abrió y un adolescente apareció en el marco de la puerta temiendo por su vida.

Apenas hubo ocasiones en la que su comandante bebió, pero si bebió entonces estaba enojado lo que significaba que debes mantenerte alejado de él sí su vida es importante para él.

—Comandante —dijo con respeto.

—Tráeme a la chica —sé quejo Hades y Sigurd se volvió para irse.

Pero luego se detuvo con el corazón en la boca, se atrevió a hacer la pregunta.

—Cuál —pregunto Sigurd y Hades maldijo por lo bajo.

—¡La princesa no! consígueme la de cabello negro.

 —gruño y Sigurd salió corriendo de allí.

Luna tenía la cabeza apoyada en el hombro de Aria mientras dormía, mientras que Aria se mantenía completamente despierta. Sus ojos se movían alrededor temerosos a que su muerte se avecinara en los rincones.

Escuchó pasos y su corazón dio un vuelco.

—Princesa —susurró sacudiendo a la princesa que atontada abrió los ojos y la miró.

Luna abrió la boca para regañar a Aria cuando la puerta se abrió para revelar a un joven que las miraba fijamente.

—¡Mierda! ¿No estaban atadas? —dijo asombrado y caminó hacia Aria y la agarro de la muñeca tirando de ella para que se pusiera de pie y comenzar arrastrarla hacia fuera, pero ella se resistió.

Luna mientras tanto agarraba la otra mano de Aria y la atraía hacía ella.

—Princesa te sugiero que deje ir a la chica o tendrás que complacer a el comandante en su lugar —dijo Sigurd con frialdad y la sangre de Aria se congeló,en sus venas e incluso Luna se puso rígida.

Sigurd tiro de ella, pero Aria comenzó a forcejear salvajemente.

Luna se apresuró agarrar las manzanas y comenzó a tirárselos al tipo atractivo que siseo de dolor cuando una manzana golpeó su mandíbula.

—¡Déjame! — Aria gritó, causando que el otro chico escuchara la conmoción cuando vino ayudar a Sigurd, se quejó el otro hombre mientras agarraba las manos de Luna y la obligaba a descargar las manzanas.

Sigurd arrastro fuera de allí a Aria y el otro tipo empujaban adentro a Luna y cerraba la puerta con llave.

—Déjame … … por .. favor .. .. —Luchó tratando de liberar su muñeca, pero él solo la agarró con más fuerza.

—No puedo ayudarte él comandante está enojado y está borracho.

Trata de aflojar un poco su tensión —dijo el tipo.

Su corazón dio un vuelco y sus luchas se volvieron frenéticas.

Ella noto una daga alrededor de su cintura y la sacó y corto su brazo. Fue solo un corte leve pero lo suficiente fuerte para aflojar su agarre.

Cuando ella se liberó, salió corriendo de allí a la cubierta principal solo para congelarse cuando todos los hombres en la cubierta se detuvieron a mirarla.

Había tantos hombres la mayoría de sus pechos estaban desnudo y se veían viciosos.

Di un paso atrás y le arrebataron la daga, cuando el mismo tipo llamado Sigurd la agarró del brazo y tiro de ella.

Llamó a la puerta y se escuchó un fuerte adelante.

Su interior se revolvió con ansiedad cuando él abrió la puerta y entró tirando de ella.

 Su corazón tartamudeo salvajemente en su pecho cuando sus ojos se encontraron con los helados orbes Azules.

—Me despediré —dijo Sigurd, pero el comandante lo detuvo.

—¿Qué le pasó a tu brazo?

 —Hades le preguntó y Sigurd miro a Aria.

 Lo que hizo que Hades arqueara su gruesa ceja a Sigurd, burlándose de el por haber sido lastimado por una simple chica humana.

—Se volvió loca —dijo Sigurd respetuosamente y Aria lo miro boca abierta.

—Vete —ordenó y Sigurd se giró para irse.

Aria agarró su mano y me apretó.

—Por ….. .. favor …. no me dejes … … aquí —ella rogó y los ojos de Hades perforaron como agujeros donde ella sostenía su mano.

 Pero también noto lo suave que era su voz.

Sigurd vio al comandante e instantáneamente apartó sus manos e inmediatamente, cerrando la puerta tras él.

Aria corrió detrás de él lista para abrir la puerta cuando una profunda voz resonó por toda la cabina.

—Toca esa puerta y te are gritar de dolor.

Él se rió y ella palideció.

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