Se habían sentado en una pequeña mesa del café algo apartada del resto del público, Edan le contó todo a Alma, absolutamente todo lo sucedido con su hermano en la casa de sus padres y como él, tuvo que renunciar a lo que significaba ser un O’Connor.
Sí, fue un choque para Alma, enterarse de que él era adoptado, pero al sumergirse en la historia de Edan y enterarse de la manera en que sus padres lo defendieron, Alma entendió que para Erick y Angélica, Edan era su hijo, aunque Ethan no estuviera de acuerdo.
— ¿Cómo aceptaste algo así? Si tu padre no estaba de acuerdo… — Murmuró ella, preocupada.
— Alma, no conoces a mi hermano… Esto nunca iba a acabar, él no se quedaría tranquilo hasta obtener la empresa o hasta que entienda, que la ha perdido para siempre… Y mientras tanto, mi padre viviría mortificado. — Explicó Edan.
— ¿Y crees que tu padre no lo estará ahora, pensando en todo lo que podrías estar pasando?.
— Él está bien, me ocupo de llamarlo a diario, de hacerle saber que esto