Heridas abiertas difíciles de sanar.

Transcurrieron varios minutos, en los que tanto Adler como a Gigi, se quedaron mirándose en absoluto silencio, ya que ninguno de los dos era capaz de pronunciar la primera palabra.

“¡Dios, que hermosa está! No puedo creer que aún después de dos años su presencia haga que todo mi interior se estremezca por completo. Y sus ojos, ese par de profundas y oscuras acuarelas que tanto amo, las cuales hoy me conceden un toque de dulce inmortalidad. ¡Cuanto me gustaría de nuevo perderme dentro de sus profundidades! Y su cabello… veo que tiene el mismo efecto en mí que hace dos años, aunque ahora lo lleve a la altura del cuello. Está mucho más hermosa de lo que recordaba, su rostro se ve aún más encantador e inocente que antes. Y sus labios, ¡Cuanto diera yo por volverlos a sentir en los míos! Mi amor, te prometo que, a partir de hoy, me dedicaré en cuerpo y alma a conseguir tu perdón; y te prometo que, desde hoy, mi única misión será devolverte la felicidad que te fue arrebatada, sin importar lo que tenga que hacer para conseguirlo. Al mirarte hoy, al fin comprendí que mi corazón no podría volver a latir sin tu presencia. Por eso, hoy me convierto en un esclavo de tu ser y de tus sentimientos, porque sólo tú, amor mío, tienes el poder de matarme y volverme a la vida al mismo tiempo. Sólo espero que quieras escuchar lo que tengo que decir, pues necesito reparar tu corazón el cual yo mismo lastimé”.

“No puedo creer que estés aquí, mirándome de esa manera que tanto extrañaba. Es como si el día de hoy, al fin saliera el sol en mi corazón, el cual desde hace un año, ha estado sumido en el más oscuro y cruel invierno. Y me niego a mí misma alojar este sentimiento, puesto que fuiste tú el que me hizo tanto daño. Y aun sabiendo esto, aquí estoy, delante de ti, sintiendo como todo mi cuerpo y mis sentidos reclaman a gritos tu atención absoluta y todo mi ser te siente como su único dueño. ¡Dios! Es que estás más guapo que hace dos años, mucho más atlético. Parece que tu piel está un poco más bronceada, lo cual deduzco sea debido a que sigues practicando la equitación con más ahínco que antes. Sin embargo, lo que no ha cambiado es esa manera de mirarme con esos hermosos ojos azules, comparables a dos zafiros brillantes. Estás mirándome como si quisieras desnudar mis sentimientos, haciéndome sentir débil y vulnerable ante ti. Y tus labios, ¡Oh cuánto deseo sentirlos de nuevo y…! ¡Basta Giorgiana, basta! No puedes demostrarle tu debilidad a este hombre, o de lo contrario, quedarás totalmente de nuevo a su merced; y eso no lo permitiré, así que no puedes dejar que vea lo vulnerable qué estás ante su presencia”.

 

Giorgiana, ha pasado tanto tiempo. –susurró el Duque, rompiendo el silencio. “Es agradable que estemos frente a frente después de dos años.”

  

Excelencia, ¿De verdad le parece que este encuentro debería ser agradable? Mejor dígame, ¿Qué motivo lo trajo aquí después de dos años? Creí que se había olvidado de mi por completo, es por eso que por favor, no se ande con rodeos y dígame directamente que quiere. –dijo Gigi fríamente, sorprendiendo al Duque.

         

Yo… yo ante todo… quiero pedirte perdón por lo que pasó hace dos años. No te imaginas lo arrepentido que estoy por no haber confiado en ti. Tú tenías razón, todo fue una trampa, una mentira en la que ciegamente creí por imbécil, haciéndote un daño sumamente grande, por lo que estoy aquí pidiéndote perdón. Sé que no tengo excusas, por eso estoy aquí, para decirte que me equivoqué e implorar tu perdón. –le dijo Adler asombrando tanto a Gigi como a su familia.

¡Vaya! ¿Y usted piensa que con solo venir a pedir perdón es suficiente para borrar todo lo que ocurrió? ¿Usted tiene alguna idea de lo que yo sentí al ser humillada, insultada a gritos y amenazada de muerte por el hombre que repetía y repetía todo el tiempo que me amaba con todo su corazón, dándome su palabra de protegerme y defenderme de todo lo que pudiese sufrir en la Corte por mi condición social? ¿Qué hay de eso? ¿También debo olvidarlo y hacer como si no hubiese ocurrido para complacer al gran Duque de Wellington? –lo enfrentó Gigi, con lágrimas en los ojos.

 

Entiendo que estés muy herida. También comprendo que un perdón no arregla nada y es por eso que traigo algo más que mis palabras, para demostrarte que estoy realmente arrepentido. –y diciendo esto, el Duque le dio dos documentos sellados, uno por él mismo y por el Rey, mientras que el segundo llevaba la firma de un abogado y el sello del Duque de Wellington.

 

No entiendo, ¿Qué son estos documentos? –le preguntó Gigi.

El que tiene mi sello y el del Rey, es la anulación de tu exilio, lo quiere decir que puedes volver a Inglaterra cuando quieras. El segundo documento es la devolución de las tierras y las propiedades que eran de tu familia hace dos años y que yo, injustamente les arrebaté, acto por el cual también les pido perdón a todos ustedes. –dijo Adler, muy avergonzado. “Desde que supe lo del engaño, no ha habido ni un minuto en el que no me avergüence por el mal comportamiento que tuve hacia todos ustedes.”

   

Gracias por haber venido personalmente a entregarnos esto y admitir sus errores y pedir perdón. Nos sentimos muy honrados por su visita.–tomó la palabra el Sr Cavendish, pero…

 

¿Por qué hace todo esto, Excelencia? ¿Acaso pretende ahora comprar mi perdón? –replicó Gigi, indignada. “¿Pretende seguir humillándome?”

 

¡Por supuesto que no, Giorgiana! –exclamó él. “Tú me conoces bien y sabes perfectamente que esa no es mi intención. Si les estoy devolviendo todo lo que les fue quitado, así como ahora te estoy devolviendo tu libertad anulando tu exilio, es porque es lo justo y porque así lo deseo. Sé que no me crees, pero quiero enmendar mis errores y esta vez hacer las cosas bien.” –añadió el Duque de Wellington.

 

En ese caso, Excelencia, gracias por devolverle a mi familia lo que les pertenece. Pero, en cuanto a mí, no pienso volver a Inglaterra nunca más. –respondió Giorgiana.

Por favor, Giorgiana, no puedes quedarte en este lugar tan… tan alejado del mundo. –le dijo Adler.

¿Que no puedo estar en este lugar tan alejado del mundo? Pero, si he vivido en estas tierras desde hace dos años, Excelencia. ¿Acaso lo olvida, Milord? ¿O es que no recuerda que estoy en este lugar gracias a usted? –le respondió Giorgiana.

 

Hija, piénsalo bien por favor. En Londres estaremos mucho mejor que en este lugar, sobre todo tú. Y sabes que necesitas salir de aquí. –trató de tranquilizarla en vano el señor Cavendish.

 

Si quieren irse ustedes, pueden hacerlo, de verdad. Pero yo, ¿Para qué regresaría? ¿Para que me vuelvan a humillar y maltratar como lo hicieron antes? ¿Eso quieren? ¡Pues no! Nunca más nadie me lastimará, ni volverán a tratarme como basura. –gritó Gigi frustrada.

 

Te prometo que eso no volverá a ocurrir, las cosas no son como antes. Por favor, regresa a Inglaterra. –le dijo Adler con dolor.

 

Claro, y como usted cumple todas las promesas que hace, yo debo sentirme mejor, ¿Cierto? –le respondió ella sarcásticamente.

Soy consciente de lo idiota que fui, pero Giorgiana por favor, escúchame. Sé que cometí el peor error de mi vida al no confiar en ti y esa equivocación me golpea constantemente el corazón. Pero, créeme yo fui vilmente engañado y traicionado; y, si actué como lo hice, fue porque me cegaron los celos y el dolor de creer que me habías sido infiel. Eso me mató en vida. –le dijo el Duque llorando.

 

¿Cómo pudiste creer que yo podría traicionarte de esa manera, si todos los días te demostraba lo incondicional que yo era contigo? Si tan sólo me hubieses escuchado Adler, si tan sólo me hubieses permitido defenderme de esas falsas acusaciones. Pero, ¿Qué fue lo que hiciste? Me obligaste a pedirte perdón de rodillas delante del Rey y delante de todo el parlamento británico. ¿Tienes alguna idea de cómo me sentí? ¡Todo el mundo en Londres me trató como una zorra! Así que no pretendas que yo actúe como si nada hubiese pasado porque viniste a pedirme perdón y porque trajiste esos documentos, cuando lo único que deseo en este momento es… es lastimarte, por todo lo que me hiciste y por todo lo que he tenido que sufrir por tu culpa. ¡Así que vete de una buena vez y olvídate que existo! –le gritó Gigi furiosa.

Al escucharla decir esto, Adler se acercó lentamente hasta quedar frente a ella y cayendo de rodillas le dijo:

 

Así como un día te obligué a pedirme perdón de rodillas por algo que no cometiste, en este momento estoy frente a ti de rodillas, para suplicarte que me perdones y para que sepas que me destroza el alma haberte fallado, al no protegerte como lo mereces. Es por eso que, si quieres lastimarme y golpearme, puedes hacerlo. Lo soportare, te lo aseguro. Tal vez, si me  golpeas con todas tus fuerzas lastimándome físicamente, pueda lograr que ya no me odies tanto, como me odias ahora mismo.

Gigi quedó muda al ver al gran Duque de Wellington, arrodillado ante ella, esperando que ella lo golpeara y descargara en él, todo el dolor y la rabia que en ese momento sentía hervir en sus venas.

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