— Te estuve esperando, —se quejó cruzándose de brazos. —¿Qué te ocurre? —preguntó luego frunciendo el ceño con horror al verlo con más detenimiento.
— No iré hoy, tengo jaqueca y si tengo suerte mañana amaneceré muerto, —respondió con irritación volviendo dentro y dejando la puerta abierta por si ella quería entrar.
— ¿Has tomado tu medicina? —pregunto entrando rápidamente y parándose frente a él, —tomas medicamentos para la jaqueca ¿Cierto?
— No lo sé... Jessie se encargaba de eso.
— Pues no veo a nadie más aquí… —afirmó mirando a todos lados.
— No está.
— Eso ya lo noté... ¿En dónde están tus pastillas?
— En la habitación supongo.
— ¿Supones? ¿Es que acaso eres un niño?
— Si vas a regañare puedes volver por donde viniste, no estoy de humor para eso aho… —no pudo terminar la frase porque tropezó con la mesa de centro y estuvo a punto de caer, pero Shelley logro sostenerlo para que recuperara el equilibrio.
— Por dios, estas ardiendo–, se alarmo dejándolo en el sofá y buscando su telé