Dios... Jessie

El día no había resultado como lo esperaba. Jessie era toda una profesional a pesar de la poca experiencia que el gerente afirmaba que tenía, ni una sola vez había perdido la paciencia ante lo que le pedía o los desórdenes absurdos que hacía para que ella los limpiara y aunque cuando él fue el cansado e intentó molestarla con las mismas insinuaciones del día anterior ella había sabido ignorarlo muy bien usando los mismos desordenes que él había organizado para ello y es que hasta cocinaba bien.

Claro que su comida no se comparaba a los mejores platillos de los chefs profesionales de sus restaurantes cinco estrellas, pero joder, su comida tenía un toque de algo que le hacía sentir nostalgia, cerró los ojos suspirando y frotándoselos con los dedos, ya tenía la vista cansada, había empezado a trabajar desde que Jessie se había ido y le ardían los ojos, desvió la mirada de la pantalla de su computadora un instante fijándose en lo solitario del lugar.

Recordó la imagen de Jessie moviéndose de un lado a otro haciendo su trabajo y de manera inconsciente se preguntó que estaría haciendo, cerró la pantalla de la laptop con un suspiro de frustración.

«¿Qué demonios hago pensando en la sirvienta?» Se reprochó levantándose, miro en su reloj que eran poco más de media noche por lo que se estiro desperezándose un poco.

— Es una hora perfecta para salir —afirmó buscando las llaves del auto que John le había enviado en la mañana, esa noche si estaba dispuesto a conseguir una hermosa mujer con quien des estresarse, la sirvienta quedaría para otro día, el necesitaba a alguien ya.

Media hora después estaba en un bar cercano al hotel, sentado en la barra tomándose un bourbon y explorando con la mirada el lugar que estaba bastante abarrotado para ser mitad de semana.

Tras unos minutos y luego de otra copa, entre la multitud logro divisar a una mujer que llamó su atención, morena, de cabello oscuro y un poco baja, gruño ante su estupidez y le sonrió a su amiga, era perfecta, guapa, rubia, alta, sexy, de largas piernas y cuerpo de Barbie, con una sonrisa coqueta y mirada seductora, al parecer lo había reconocido porque no dejaba de mirarlo, ella era la escogida para pasar la noche, necesitaba con urgencia des estresarse, él le sonrió y ella le devolvió la sonrisa, tras un par de tragos más a su bebida se acercó a la barra, a él.

— Dame otro —pidió Cedric al cantinero —y a la señorita lo que quiera.

— Un Martini…—pidió ella sin dejar de mirarlo coqueta —soy Gina.

— Cedric...

— Powell, lo sé —afirmó con tono sensual y se mordió el labio inferior —¿Divirtiéndote?

— Eso espero —sonrió con picardía y notó como ella se ruborizaba un poco, el chico de la barra ya les había dejado las bebidas por lo que se tomó la mitad de un trago — ¿Eres de aquí o estas de paso? —intento sacar algo de conversación.

— ¿Eso realmente te importa? —aunque lo había dicho con un tono seductor y acercándose un poco para jugar con el cuello de su camisa a Cedric le molesto esa respuesta.

— Supongo que no —sonrió, no estaba allí para ser sociable, había ido por una razón y la tenía frente a él, se tomó lo que le quedaba de la bebida de un trago, se levantó sacando su billetera y tras dejar algunos billetes en la barra, tomo a su nueva conquista de la muñeca y la guio fuera del local.

La guio por el estacionamiento hasta su auto y sin darle tiempo a nada la beso con urgencia recostándola en la puerta del vehículo, tomándola por la cintura para apegarla más a su cuerpo, ella ni corta ni perezosa le rodeo el cuello con los brazos permitiendo que su lengua explorara si boca.

Las manos de Cedric recorrían hábiles el cuerpo de la chica agradeciendo mentalmente que llevara un vestido tan corto, le sostuvo las piernas haciendo que le rodeara la cadera con ellas y subió la falda hasta la cintura sonriendo lascivamente al notar que no llevaba ropa interior, mordió suavemente su cuello con deseo y la respiración de ella se hizo pesada cundo Cedric empezó a jugar con un par de dedos en su interior.

Las manos de ella viajaban desde la espalda de Cedric al pecho buscando una manera de quitarle la camisa, mientras con las piernas intentaba aferrarse a él con más fuerza, de repente ella lo alejo un poco y con la mirada cargada de lujuria le abrió la camisa de un solo tirón arrancándole los botones, él gruño ante el acto, más por molestia que por excitación pero la chica no le dio oportunidad de decir nada cuando sus manos resbalaron hasta el cinturón desabrochándolo, para luego soltar el botón y bajar el cierre.

Todo eso mientras le besaba y mordía el cuello de forma un poco dolorosa, eso de seguro dejaría marcas, el pensamiento le bajo un poco la excitación, no le gustaba que lo marcaran, pero cuando sintió las manos de ella acariciándolo aumento de nuevo y se perdió por un momento, gruñó ronco cuando el movimiento se hizo más fluido y buscó la boca ajena para besarla con fuerza, con una mano buscaba con dificultad entre los bolsillos del pantalón hasta que encontró el sobrecito plateado y se separó solo un poco de ella para abrirlo con los dientes, ella muy colaboradora se lo puso con mimo y acto seguido entró en ella de una sola estocada soltando un gruñido gutural desde el fondo de su garganta que se mezcló con el chillido que lanzo la mujer ante la intromisión.

Empezó con movimientos pausados, disfrutando la sensación. Pero cuando abrió los ojos quedo un momento en shock, ante él ya no estaba la rubia despampanante, en su lugar estaba la sirvienta, volvió a cerrar los ojos jadeando por el esfuerzo e intentó despejar su mente, intentó centrarse en la mujer que tenía frente a él, en la rubia con la que estaba seguro estaba enredado en ese momento, pero cuando volvió a abrir los ojos, Jessie seguía allí.

Su cabello castaño rojizo recogido por completo, su piel tostada con un ligero sonrojo, sus ojos marrones ocultos tras los lentes y oscurecidos por la lujuria, sus labios ligeramente abiertos soltando pequeños gemidos, joder hasta tenía el maldito uniforme del hotel arrugado hasta la cintura, esa sola imagen lo enloqueció y su excitación se duplico embistiéndola con mucha más fuerza, provocando que la chica gritara aún más, el solo imaginarse a la sirvienta así por él lo enloquecía y lo hacía desearla con más intensidad, gruño cuando empezó a sentir el ya muy conocido hormigueo en sus piernas y acelero aún más apoyando las manos en el auto a ambos lados de la chica.

— Dios... Jessie… —gruño enterrando el rostro en el hueco entre el hombro y el cuello de la chica y cerrando las manos en puños, tan apretados que los nudillos se le pusieron blancos.

— Soy Gina —se quejó la chica apresada entre sus brazos, empujándolo para que la soltara — ¿Quién es esa tal Jessie? —preguntó molesta mientras se arreglaba el vestido molesta.

— Eso no importa —afirmó desconcertado, la respiración aún descontrolada por el esfuerzo —vuelve a la disco o haz lo que se te dé la gana... yo me voy —de repente se sintió molesto, había acabado como no lo habian hecho en años y fue imaginándose a la sirvienta del hotel «¡CARAJO!» algo debía estar mal con él.

Esa noche no pudo dormir, su vivida imaginación no se lo permitía, cada vez que cerraba los ojos ella aparecía, por lo que pasó la noche maldiciendo entre dientes.

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