Silvia sintió que la mirada opresiva que pesaba sobre ella se desviaba y respiró aliviada. Vivian había aparecido en el momento justo.
Sin duda, su presencia como acompañante de Daniel ya había atraído la atención de muchos, incluida la familia Caballero.
Su condición de divorciada no era ningún secreto, y seguramente Jorge había escuchado algunos de los comentarios.
—Vamos, pasemos allá.
En un extremo de la escalera de caracol, Fátima fruncía el ceño. Los comentarios que acababan de escucharse los había provocado ella deliberadamente para que Jorge los oyera.
Pero, para su sorpresa, ¡Jorge no se había enfadado!
Su mirada atravesó la multitud hasta posarse en el rostro de Carlos, cuyos ojos estaban fijos en una persona que no era ella, sino Silvia.
La esbelta figura de Silvia, realzada por aquel vestido de alta costura, parecía una pintura. Hasta Carlos la miraba inconscientemente. Fátima, furiosa, apretó los puños. ¡Esto era intolerable!
Al ser esta la fiesta de los Caballero, Daniel