Silvia adoptó una expresión indiferente y respondió fríamente:
—Qué desafortunado.
Evidentemente, Fátima no tenía intención de dejarla en paz.
—Creo haber visto a la señorita Somoza cenando con el señor Caballero. Carlos y yo pensamos que nos habíamos equivocado. ¿Desde cuándo la señorita Somoza y el señor Caballero se conocen tan bien?
Un mechón de cabello cayó sobre su clavícula mientras hablaba, dándole un aspecto dulce, inofensivo y virtuoso.
—No tengo nada que decir —Silvia arrojó la toalla de papel al bote de basura—. Señorita Gómez, no se entrometa en mis asuntos. No tenemos esa confianza.
Fátima respiró profundamente, con un destello casi imperceptible de aflicción en sus ojos:
—¿No estará exagerando, señorita Somoza? Solo pensé que, siendo conocidas, hablar con usted era simple cortesía. No tenía otra intención.
¿Qué quería decir con "no tenía otra intención"?
Esta Fátima siempre hablaba con tanta dulzura y educación que nadie podía encontrar falla en sus palabras, pero a Silv