—¡¿Qué?! ¿Fue a buscarte? —dijo Lucía sorprendida.
Después de la ruptura, Silvia ya le había contado a Lucía, incluso le había hablado del asunto de Milena.
Silvia pensó en el edificio que había visto a Daniel entrar ese día, sonrió amargamente:
—Supongo que no, era por trabajo.
—Sisi, ya no pienses en él —la voz de Lucía se suavizó.
—Lo sé.
A cada momento se advertía a sí misma que no pensara en Daniel, pero cuanto más se advertía que no pensara en él, más pensaba.
—Sisi, voy a acompañarte.
Silvia se rio:
—Lucía, sé que te preocupas por mí, pero tu familia está tan ocupada ahora, mejor quédate en casa.
—Sisi, me preocupo por ti —Lucía no podía ir inmediatamente.
—No pasa nada, todavía queda un mes, cuando termines tus cosas puedes venir cuando quieras.
En el edificio que se alzaba hacia las nubes, con neones parpadeantes, Daniel estaba sentado frente al ventanal, justo enfrente estaba el hotel donde se hospedaba Silvia.
Esta era la zona próspera de San Noc, en la calle el tráfico era