Cuando Silvia y Marcos se iban a ir, Milena detuvo a Silvia y le entregó su tarjeta de presentación:
—Señorita Somoza, si en el futuro Vivi tiene algún problema y no es conveniente buscar a Daniel, también me puedes contactar a mí. Después de regresar al país no planeo irme, a mí también me preocupa mucho Vivi.
Silvia recibió esa tarjeta que le quemaba las manos, sonriendo incómodamente.
Marcos estacionó el auto al lado de la calle, jaló a Silvia para que subiera al auto, y le devolvió la tarjeta a Milena:
—Señorita Cisneros, mi hermana no los va a contactar. Si Vivian tiene algún problema, yo me pondré en contacto directamente.
Después de decir eso miró a Daniel:
—Ah, por cierto, la vez pasada cuando Vivian tuvo una crisis agarró un cuchillo y lastimó a mi hermana. No se olvide de pagar los gastos médicos y la compensación por daños psicológicos, señor Caballero. Con tanto dinero que tiene, supongo que no se negará a compensar, ¿verdad? Deposítelo en la cuenta de mi empresa.
—¿La last