Silvia miró nerviosamente a Vivian. Si no controlaba a Vivian, no sabía qué harían estos tipos malvados y despiadados.
Inmediatamente sostuvo las manos de Vivian, aunque ya la había arañado. En el dorso de la mano y en los brazos ya tenía muchas heridas cortantes, pero sabía que no podía retroceder. Controló firmemente las manos de Vivian.
Aunque usó toda su fuerza, ella no era más que una mujer de físico similar al de Vivian, y además ahora Vivian enloquecida tenía varias veces más fuerza.
—¡Escúchame! Vivi, estoy aquí, ¿me ves? Estoy contigo, no tengas miedo, ¿sí? —Silvia casi no podía sostener sus manos.
Se acercó al oído de Vivian y repitió esta frase varias veces. Finalmente, a la tercera vez, Vivian dejó de gritar y lentamente se calmó.
—¿Silvia? —dijo tímidamente.
Silvia asintió enfáticamente:
—Estoy aquí, no tengas miedo, ¿sí?
Las lágrimas de Vivian se deslizaron por las comisuras de sus ojos. Miró dolorosamente a la persona frente a ella, aterrorizada pero cautelosamente decía