"Profesora Somoza, después de hablar con usted la última vez, me sentí mucho mejor. Vuelva pronto, ¡tengo más cosas que contarle!"
"Profesora Somoza, gracias por mostrar mi ensayo a mi ídolo. ¡Incluso me respondió por correo electrónico!"
"Profesora Somoza, ¡todos estamos muy preocupados por usted! ¡Regrese pronto!"
...
Todas estas palabras cálidas y cariñosas se condensaron en los ojos de Silvia, humedeciéndolos mientras abría la puerta de su despacho.
Todo seguía exactamente como antes. Notó que la caja fuerte dañada había sido recolocada en su lugar original, pero ya estaba reparada.
Se sentó en su silla, encendió el ordenador y comenzó a trabajar.
Los hilos tóxicos del foro ya habían sido eliminados, como si alguien se hubiera encargado de limpiarlos a propósito. Ahora el foro había vuelto a centrarse principalmente en temas académicos.
En la comisaría de Alucia.
Roberta y Fátima esperaban frente a la sala de detención. Minutos después, la puerta se abrió y Leticia salió escoltada