29. No, él no es Marius.
—Mira hablando del diablo o mejor dicho de tu Daddy está allí, creo que esa es nuestra limusina.
Noelia volvió a soltar un gran suspiro al ver la enorme limusina blanca, en serio, que tenía ese hombre contra el transporte normal y corriente para trasladarse; sin embargo, tras verlo bien y darse cuenta de que su cabello era negro y no del rubio característico de su amante, paró a su amiga rápidamente, agarrandola del brazo.
—No, él no es Marius.
—¿No? ¿Entonces quién es?
Noelia notó el tono de interés en la voz de su amiga y también la forma en la que se comía al hombre con la mirada a medida que se acercaban a él sin entender muy bien por qué, en su opinión no era demasiado atractivo, incluso parecía algo sombrío y peligroso.
Briggitte caminaba tras ellas ignorando su conversación, había aprendido que debía oír, ver y callar, así que simplemente llevaba las maletas que en ese momento era su única obligación.
—Por favor Eloise, compórtate.— le susurró Noelia al adivinar las intenciones