La guerra había terminado, y la noticia se extendió con rapidez por cada rincón de TianTan.
A pesar de que este acontecimiento debería de causar alegría en los corazones de la gente, la verdad era que un ambiente de tensión e inseguridad se instaló en la mente de cada habitante.
Sentían que la verdadera batalla solo estaba por comenzar.
Fue a mediados de primavera cuando el nuevo emperador se alzó con el trono. Toda la capital se llenó de un ambiente festivo, con multitud de desfiles y celebraciones que duraron varios días seguidos.
¿Quién podría estar triste en un momento así?
En medio de la gran plaza, Xu Yun presentaba una mirada distante y vacía. Lucía extremadamente cansada, sin ninguna vitalidad. Ella era como el último día del otoño, cuando los árboles y las flores se preparaban para perder su belleza, dispuestos a entregarse al largo invierno.
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