Capitulo 6

El ruido en mi puerta no me deja dormir, golpean con insistencia. Tanta que me hace pensar que debe ser algo urgente y de suma importancia pero antes de que pueda levantarme por completo la persona que toca mi puerta cual tambor, habla.

—¡Jake! —exclama el pequeño niño, dueño de mis ya acostumbrados despertares el cual parece que no aguanta el día sin decir mi nombre por cualquier cosa.

Me debato entre haberme el dormido y continuar descansando en la comodidad de mi habitación o levantarme, abrir la puerta y dejar que desastre me despierte por completo. Tras pensarlo mucho, con el sonido de mi puerta de fondo, me voy por la sabía decisión de levantarme y abrir la puerta antes de que el crío detrás de esta la tumbe te tantos golpes.

¿De dónde saca tanta fuerza?

—¡Ya! Ya voy —persiste aún tocando a lo que suelto un suspiro cansado llevando mis manos a mi cara para estrujar mis ojos aún dormidos, maldigo cuando por pura torpeza mi pie se golpea con el pie de la cama—. ¿Puedes dejar la puerta de una buena vez? ¡Que ya voy!

Al abrir la puerta lo que menos esperaba era encontrarme con Gabe en pijama y...¡Valla pijama! Sus piernas están completamente descubiertas gracias al vestido de seda blanco que le llega hasta la mitad de los muslos y me atrevería a decir que un poco más corto, su cabello se encuentra atado en un moño extraño detrás de su cabeza pero que de igual manera le queda bien, sus brazos están cubiertos por un abrigo de tela fina que fácilmente no podría llevar ya que parece no ser a prueba de frío.

Pero si de mirones indiscretos.

Sus mejillas se sonrojan e intenta cubrir su cuerpo lo más que puede con el ligero abrigo que tiene sin tener éxito alguno, antes de que pueda decirle algo soy interceptado por el pequeño duende hijo de la mujer que se encuentra parada frente a mi.

—¡Jake! ¿Porque no estás listo? —frunzo el ceño sin saber a qué se refiere—, ¡Dijiste que me llevarías al parque acue...acua...acuatetico!

¿Yo dije eso?

—¿Que? —no recuerdo...oh, no. Ahora que lo pienso, ayer por la noche vimos una película donde había un parque acuático y yo con mi gran pero estúpida boca le dije al crío que algún día lo llevaría, la cosa es que nunca le dije que iríamos hoy—, se dice acuático niño y nunca te dije que iríamos hoy.

Lo siento pero eso no circula en mis planes de hoy.

—Pero...—lo observo con más atención y...ay no, lleva unos muy horribles flotadores de color verde chillón en sus brazos descubiertos y un traje de baño del mismo color ¿Quién le compra ropa a este niño?

Su boca forma un puchero triste y sus ojos comienzan a parecer acuosos, va a hacer un alboroto. Su madre me mira expectante pero preparada en caso de que haya un berrinche por parte de su hijo, no quisiera pasar mi día libre en un parque, lleno de agua, niños gritones y padres...

Espera un momento.

Si es mi día libre eso significa que Gabe estará todo el día en casa con sus hijos, si yo me los llevará a ellos al parque no tendría más opción que venir con nosotros. Lo que también significaría poder verla usar solo un traje de baño, y nada más.

No, eso no es correcto. Ella es mi jefa y solo me habla por cortesía, nada más. Eso de hacerse ilusiones con personas imposibles no es mi estilo, yo tengo la suficiente ética como para involucrar los deseos con el trabajo.

—¡Mamá también quiere venir con nosotros! Vamos Jake di que sí —suplica el niño.

Y adiós a la ética profesional o como quiera que se llame.

—Bieen —me hago el de rogar, pero por dentro, dentro estoy deseoso de llegar—. Solo déjame cambiarme la pijama.

Las dos personas frente a mi están contentas por salir en familia, con el niñero, en uno se nota a simple vista gracias a los saltos que da pero en Gabe solo se puede ver gracias al brillo de sus ojos, ese pequeño rastro de la joven chica que aún habita dentro de ella pero que no deja salir.

Me sonríe agradecida y yo solo asiento la cabeza.

—Los esperaré en mi auto en cuanto...

Me interrumpe la castaña con una mueca apenada.

—Eh, si creo que lo mejor sería que fuéramos en mi camioneta, por el espacio y todo eso —bien, es demasiado amable como para decir algo en contra de mi auto, no es que sea una carcacha inservible pero comparado con su camioneta es solo un juguete.

Solo hago un sonido afirmativo y levando el pulgar, no importa como lleguemos lo importante es que podré ver a Gabe usando un... digo, podré llevar a Gariel a un verdadero parque acuático.

Si, eso es lo importante.

Le prometí al niño enseñarle a divertirse como un niño normal, en lo que a mí respecta ese término, y la verdad es que se veía muy ilusionado con ello aunque no entendiera muy bien de qué se trataba. No sólo el era el único emocionado, en cierto modo Gabe también parece estar un poco contenta con ello. Lo pude confirmar hace un momento al observar sus brillantes ojos bicolores.

Sin más cosas que me distraigan me cambio la ropa de dormir por una bermuda parecida a la que usa Gariel solo que eliminando la parte del color chillón por uno más cálido y sobrio, buscando una camiseta común que solo combinará un poco para finalizar con mis lentes de sol junto a unas sandalias playeras que por fortuna guarde en mis maletas. Guardo unas cuantas cosas en una pequeña mochilla cualquiera asegurándome de llevar todo lo esencial para estar cómodo, busco mi toalla guindando de ella sobre mi hombro. Suelto un gemido adolorido cuando torpemente mi pie vuelve a golpearse con el pie de la cama, murmuró un sinfín de improperios en contra del mueble.

—Maldición —me quejo cuando camino sin afincar mucho mi pie gracias al dolor, poco a poco va mermando hasta convertirse en solo una molestia con la cual bajo por las escaleras sin otro nuevo inconveniente.

Por fortuna logro llegar en una sola pieza hasta el garage donde un impaciente Gariel me espera cruzado de brazos junto a Gabe y Max que solo aguardan dentro de la camioneta, sin llegar por completo el grito del crío me llega con apuro.

—¡Jake, apresúrate! —cuando ve que ya casi estoy a su lado avanza hacia mi corriendo solo para colocarse detrás de mí comenzando a empujarme, o hacer el intento, para que termine de llegar a la camioneta.

—Eres un poco molesto ¿Lo sabes, no? —le digo cuando nos adentramos dentro de la camioneta.

El ni me presta atención ya que anda muy enfocado en observar a su madre la cual se hallaba muy ocupada enviando algunos mensajes en su celular, la emoción de hace un rato desaparece solo un poco gracias a la poca atención de Gabe en estos momentos.

Ella cuando cae en cuánta de que es observada pasea su mirada hacia todos nosotros formando una sonrisa en su rostro antes de guardar su teléfono celular en su bolso, el sentimiento amargo que se esparce dentro de mi no me gusta al igual que el nuevo aire de incomodidad que nos rodea a todos excepto al pequeño Max, que parece contento en su porta bebés mordiendo su chupete. Despreocupado de el aura que rodea su entorno.

Este será un largo día, el más largo que allá tenido.

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