Jeremías
Llevo dos días reuniendo pruebas, dos días en los que me he dado cuenta de que no importa cuánto lo intente no hay nada que incrimine realmente a mi tío porque la nota no dice un nombre específico o una fecha y al ser un recibo de un casino simplemente puede interpretarse como una broma o amenaza circunstancial.
La cabeza está a punto de estallarme, así que decido ir a casa e intentar encontrar un poco de tranquilidad, pero el ambiente en ella no es precisamente relajado. Por el contrario, siento que algo está terriblemente mal.
—¿Lizbeth?
Entro a la habitación de los niños, pero no están y tampoco mi esposa o el perro que mi madre le regaló, intento llamarla, pero su móvil me da fuera de servicio. Me asomo a una de las ventanas tratando de pensar en dónde podría estar y entonces los veo, sentados en el jardín, sobre una manta.
Frunzo el ceño cuando veo a mi esposa hablar con alguien y luego de colgar tratar de mantener la calma, bajo las escaleras preguntándome qué está mal,