101. Hermosas flores

Maya sonríe, feliz por todo esto.

—Le encantará. Lo sé.

Maximiliano le lanza una ojeada similar a la de antes.

—Te encantan a ti.

—¿A quién no le gusta las flores? —dice Maya.

—Entonces, te daré todos los ramos que existan en este mundo —le dice Maximiliano sin titubeos.

Maya alza ya una de sus cejas. Maximiliano saca un solo girasol de todo el ramo y se la entrega. No hace más que sonreír por el detalle.

—Gracias —entona, admirando la flor—. Ahora le toca a Giovanna.

—Entonces, preciosa. Ven conmigo…—Maximiliano se acerca para plantar un rápido beso en sus labios. Sabor al dulce que le fascina, porque se ha convertido sus labios sin duda cerca del sabor a miel.

Y toma su mano. Ya están dirigiéndose directo al cuarto de Giovanna, cada uno con flores.

Al entrar, los padrinos de Giovanna se observan a su vez y les sonríe. Ellos de igual forma la saludan y el tío de Giovanna es quien dice que saldrá a tomar un café. La madrina de Giovanna la infunde en un abrazo y los ve salir del cuarto
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