—Me gustan mucho las hamburguesas que le gustan a papito. — decía Gabriel bastante animado.—¡A mí también me gustan! — gritó Emma entusiasmada.Katherine Holmes escuchaba a sus hijos hablando, detrás de la puerta cerrada de la habitación de los pequeños. Recién regresaba de su breve reunión con John Bennett en donde le informó todo, y suspirando tristemente se encaminó hacia su propia habitación.Había dado también una breve visita a María, y se sentía tranquila al saber que su pronóstico era favorable; el cansancio y estrés sumados a su edad, le habían pasado factura finalmente y ya no podría ser la niñera a tiempo completo de sus gemelos, por lo cual, tendría que buscar una nueva niñera a medio tiempo, para que María tuviese oportunidad de descansar. Por supuesto, no iba a despedir a la querida nana de sus pequeños, pues tanto ella como los niños la adoraban, y había ya cubierto toda la cuota médica prometiendo también cuidar de la anciana y seguir pagando por los tratamientos que
—Las ventas han subido un sesenta por ciento en comparación con el mes pasado, y la próxima inauguración de la nueva sucursal, está elevando aún más las expectativas de los clientes. Divane se está consolidando como una de las mejores tiendas de New York, y debemos esforzarnos por seguir siendo los favoritos de la gente…desde Londres llegará un hombre de mi entera confianza para convertirse en el gerente de la nueva sucursal, y confió que todos juntos podremos poner en la cima a Divane, incluso superando definitivamente a los Bennett. — decía Katherine con seriedad.Katherine hablaba en la sala de juntas de Divane siendo escuchada por personal, diseñadores e inversionistas atentamente. John Bennett no podía apartar la mirada de aquella hermosa rubia que hablaba con tal diligencia y sencilles, que era fácil comprender todo lo que estaba diciendo. Katherine, deducía John una vez más, era una mujer de gran inteligencia, pues prácticamente ella sola había logrado sacar adelante su proyect
Aquella tarde, Katherine Holmes se frotaba las manos con ansiedad. Mirando constantemente al reloj, la hermosa rubia sentía que el segundero avanzaba más lento de lo normal. En el suelo y junto a la puerta de entrada de su lujoso departamento, se hallaban un par de mochilas infantiles en las que ya había guardado dos cambios de ropa y un par de pijamas para cada uno de sus amados hijos.Sería la primera noche que Gabriel y Emma dormirían lejos de ella, y aquella tarde sus hijos y ella estaban verdaderamente ansiosos esperando la llegada de Henry Bennett. Los pequeños, por una emoción cálida y sin igual, Katherine, por el miedo y el sentimiento de culpa que estaba experimentando.—Papito dijo que veríamos una película que era su favorita cuando era chiquito, dice que se trata de un vagabundo que se enamora de una princesa, y vamos a comer pizza, ¡Sera muy genial! — decía Gabriel a su madre, quien tan solo le sonreía a cambio.Emma daba pequeños brinquitos llenos de emoción, mientras qu
Los pies de Katherine se movían sin que su mente consciente pudiese detenerlos, su ropa estaba desalineada, pues había salido de su departamento apenas se levantó de la cama y se colocó aquellos tenis deportivos que no combinaban para nada con la hermosa falda lápiz que estaba utilizando. Su maquillaje estaba ligeramente corrido debido a las lágrimas, y su saco de vestir se lo iba quitando en el camino hacia aquel departamento en el que, quizás, la estaban esperando.¿Qué era lo que estaba haciendo?Se cuestionó a sí misma Katherine mientras corría hacia donde sus hijos gemelos se encontraban. Aquello, era inapropiado; una falta de respeto a ella misma, y hacia todo aquel odio que había mantenido durante años en contra de aquel hombre que la traicionó.Subiendo al elevador al final del corredor, Katherine observó su silueta en aquel espejo que se hallaba dentro, y cubriéndose su hermoso rostro con ambas manos, sollozó nuevamente.Todo aquello que le había ocurrido, todos aquellos sueñ
Emily miraba atentamente a ese hombre; Mathew Lewis, su viejo compañero de la universidad, mientras bebía como si fuese un vulgar camionero. Lewis en realidad era hijo de una familia prominente, aunque extranjera, pero siempre se había comportado como un animal salvaje, de cierto modo le parecía sorprendente que alguien así conociera a Katherine Holmes…aunque, tal vez sí que tenía sentido, después de todo, aquella mujer era una miserable.—Katherine es una mujer hermosa, no creo que exista un solo hombre que no lo note a simple vista, pero tiene un carácter del demonio…y sus hijos, wow, los cuida como si fuesen de oro, casi nadie sabe de la existencia de esos niños, yo solo lo vi una sola vez mientras aún estaban en Londres. — decía el hombre ya entrado en el calor de la bebida.—¿En serio?, y dime, ¿Qué más me puedes decir sobre ellos?, ¿Son dos niños? — cuestionó Emily pidiendo otra bebida para su excompañero, y acercándola al mismo. Lewis negó entre risas, ya estaba ebrio y habland
El pastel de cumpleaños estaba tirado sobre el suelo, y el rostro de Henry Bennett, estaba completamente rojo por la ira. Sus puños estaban apretados, tan enrojecidos como su cara, mientras miraba con un gran desprecio a Katherine Holmes, que incrédula, y con lágrimas en los ojos, miraba a su esposo, el único hombre al que ella se había entregado y al único al que había amado, mientras el parecía contener la furia que estaba sintiendo.— ¿Me quieres decir que significa esto? — cuestionó Henry arrojando sobre su esposa aquellas fotografías que le habían sido entregadas por Emily Gibson, su ex prometida, apenas unos momentos antes.Katherine tomó una de aquellas imágenes, en donde pudo verse a ella misma completamente desnuda y entre los brazos de un hombre al que ella jamás antes había visto. Derramando las lágrimas que ya no pudo contener, la hermosa mujer de cabellos rubios y ojos verdes, apenas podía creer que alguien tuviese la maldad de crear imágenes tan terriblemente falsas y cr
— ¡El último grito de la moda!, ¡La nueva colección de Katherine Divane ya se encuentra aquí! Disponible en tiendas exclusivas. —Katherine observaba el último fragmento de aquella publicidad en la sala de juntas, mientras los socios murmuraban y se felicitaban en voz baja. Sus ojos verdes, repasaban con frialdad a cada persona en el lugar, y sonreía para sus adentros. Su nueva colección, resultaría en un nuevo éxito, eso predecían todos los estudios que se habían hecho al respecto.Las luces se encendieron de vuelta, y los aplausos ovacionando el nuevo logro de Katherine Holmes, no se hicieron esperar.— ¡Bravísima señora Holmes!, sin duda alguna sus nuevos diseños estarán en los closets de las mujeres más importantes en el mundo, todas se mueren por tener una de sus prendas. Será un gran placer presentarla en la pasarela de New York, finalmente el mundo entero tendrá el placer de conocer el bello rostro de la más famosa diseñadora de los últimos años. — decía un hombre delgado de ap
El sonido de la música retumbaba en sus oídos con fuerza, y el calor del whisky lo hacía sentirse levemente mareado. Henry Bennett observaba a aquellas mujeres bailando con sensualidad, luciendo aquellos mini vestidos de colores brillantes que destacaban en la pista de baile de aquel club nocturno de elite en donde había tomado la costumbre de embriagarse hasta casi desfallecer, todos los fines de semana.En dos días más se cumplían seis años desde la última vez que había visto a su exesposa, Katherine Holmes, y aquellos años habían sido para él, un declive entre el alcohol y la culpa que sentía al haberla tratado como si no tuviese valor alguno, debatiéndose también en el rencor de aquella supuesta traición que daba por hecho. Toda su vida había sido el mimado hijo de la familia Bennett, destinado a ser el heredero de una cuantiosa fortuna y el dueño de las importantes empresas internacionales que su abuelo y padre habían levantado para ser el éxito que era. Las mujeres siempre le ha