Él le acarició la mejilla con el dorso de los dedos, lento.

—Volveré, mi señora —prometió con voz suave.

Rosalind lo observó mientras él caminaba hacia la puerta. La luz cálida bañaba su figura alta, firme, segura.

Clack~

La puerta se cerró.

Rosalind se quedó de pie, mirando el lugar donde él había estado segundos antes.

Llevó una mano a su pecho.

Sintió su propio corazón latiendo demasiado rápido.

—Por favor… —susurró para sí misma—. Que todo esté bien.

……………

✧✧✧ Esa noche. En un restaurante de la familia Ainsworth, en Londres. ✧✧✧

La lluvia caía con constancia, recorriendo los ventanales amplios del restaurante. Desde aquel piso alto, la ciudad se extendía bajo las luces doradas, distorsionadas por las gotas que resbalaban por el cristal.

El interior estaba cálido, iluminado por lámparas tenues que daban al lugar una atmósfera íntima, silenciosa, elegante.

El restaurante estaba prácticamente vacío.

Solo una mesa había sido preparada en una sala privada con cortinas g